El pasado 26 de marzo, el presidente francés, Emmanuel Macron, arribó a Brasil luego de su visita a la Guyana Francesa, los dos destinos programados para su gira en América Latina. La visita de tres días de Macron a Brasil había sido confirmada en octubre pasado por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores del país sudamericano, luego de una conversación telefónica entre el mandatario francés y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Entre los puntos destacados de la visita oficial del presidente francés se encuentra su paso por la Amazonia, con una clara visión de reforzar la cooperación entre ambos países para la preservación del bosque tropical más grande del mundo y de la revalorización de las comunidades que viven allí. Un dato no menor es que esta visita también afianzó la cooperación tecnológica y militar entre Brasil y Francia con la botadura del tercer submarino nuclear de los cinco que se habían acordado en 2008 y el anuncio de nuevos proyectos ambiciosos en esta área.
La agenda de Macron inició en el estado de Pará, el segundo más grande de la Amazonía de Brasil, en donde ambos presidentes navegaron por el Río Guamá hasta llegar a la Ilha do Combú. Ubicada frente a las costas de Belém, capital del estado, es una de las áreas de protección ambiental, establecida en 1997 con el objetivo de proteger la biodiversidad y las especies en peligro de extinción, además de promover el desarrollo sostenible para mejorar la calidad de vida de la comunidad.
En la Ilha do Combú, Lula y Macron reafirmaron su compromiso con el Acuerdo de París, la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, y las acciones bilaterales y multilaterales para la preservación de la selva tropical, estableciendo metas hasta la COP30, que en 2025 se celebrará en Belém. Incluso, este año Brasil será la sede del G20, en donde los mandatarios buscarán establecer un espacio de cooperación económico, tecnológico y científico para la preservación y manejo sostenible de los bosques.
En este sentido, una de las iniciativas bilaterales está vinculada a la bioeconomía, con relación a la sostenibilidad y conservación de los bosques y su biodiversidad, destacando la participación de las comunidades indígenas por su conocimiento tradicional en prácticas agroecológicas. De esta forma, se anunció un programa de inversión pública y privada para los próximos cuatro años de 1000 millones de euros para la Amazonia de Brasil y la Guyana Francesa.
El programa incluye cooperación técnica, financiera y científica. En este último punto, se propone vincular proyectos de investigación relacionados a la sostenibilidad y crear un “centro de investigación, inversión e intercambio de conocimiento en tecnologías clave para la bioeconomía”. El documento publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil indica que “este plan puede y debe ser compatible con el objetivo de aumentar la capacidad de secuestro de CO2 de los bosques, reducir las emisiones de CO2 en el sector forestal y proteger y gestionar de forma sostenible la biodiversidad”.
Por su parte, el presidente Emmanuel Macron también tuvo su encuentro con comunidades indígenas y condecoró al cacique Raoni Metuktire, líder del pueblo Kayapó, con la orden de caballero de la Legión de Honor francesa. El cacique Raoni es un referente de la lucha indigena y no dejó de lado la oportunidad de protestar en contra de la construcción del ferrocarril Sinop, Ferrogrão, que cruzará por la selva amazónica y conectará Sinop, estado de Mato Grosso, con Miritituba, estado de Pará.
La imagen de Macron y Lula al lado de un sumaúma, conocido como “árbol madre”, da cuenta de cómo la agenda ambiental y el futuro del Amazonas, los une, pero serán los intereses de cada país y los acuerdos internacionales, como ambos establecieron en las declaraciones oficiales, los que terminen por indicar si este acercamiento marcará un punto destacado en el camino hacia la sostenibilidad, la conservación de los bosques y el respeto por las comunidades indígenas.
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