Día a día, China se embarca en una travesía para modernizar y fortalecer su armada a través de la expansión de su flota de portaaviones y la construcción de buques de propulsión nuclear, con el objetivo de disuadir a la región y, en simultáneo, proyectarse como potencia naval que logre desafiar la presencia estadounidense en el Pacífico.
Y es que los temores sobre un conflicto militar inminente en el estrecho de Taiwán son cada vez más frecuentes para la cúpula estatal china. Cabe recordar que la isla es considerada por China como parte del territorio del país, mientras que Occidente impulsa constantemente la causa independentista de Taiwán.
En este contexto, Beijing considera necesario “impulsar resueltamente la causa de la reunificación de China” ya que forma parte de la “estrategia global” del gobierno, en palabras del primer ministro Li Qiang en la presentación del informe de trabajo de su gobierno ante la Asamblea Popular Nacional (APN). Pero lo que ahora China determina como “reunificación con Taiwán”, en declaraciones anteriores se añadía la palabra “pacífica” dentro de este objetivo. Este cambio conceptual en la estrategia integral de Beijing se debe a los desafíos constantes en la región que el gigante asiático debe afrontar: Estados Unidos cuenta con cinco portaaviones desplegados y su presencia en el Pacífico es cada vez mayor.
El posicionamiento estadounidense en estas aguas disputadas alimenta la preocupación de China, por lo que intensificar sus esfuerzos y fortalecer su armada se plantea como un objetivo crucial y necesario de alcanzar en el corto plazo para el liderazgo chino. El aumento del presupuesto de defensa refleja esta creciente ambición militar del país, considerando para este año un aumento del 7,2% respecto al 2023 y representando alrededor del 1,2% de la producción económica total de la nación. Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), China ocupa el segundo lugar mundial en términos de gasto militar, detrás de Estados Unidos.
Principalmente por esta razón, el fortalecimiento de la marina se ha convertido en una parte clave de la estrategia de defensa de China, país que tiene planificado terminar su tercer portaaviones y proyecta la construcción de un cuarto, reconociendo así la importancia de las tecnologías militares y la proyección de poder naval en el Pacífico.
La actualidad de la Armada de China
Actualmente, China cuenta con dos portaaviones en servicio: el Liaoning, de construcción soviética y comprado por Beijing a Ucrania en 1998; y el Shandong, una copia producida a nivel nacional del Liaoning. Este último entró en servicio en 2019, año desde el cual se mantiene en funcionamiento en el Mar Meridional de China. Pero ninguno de estos buques es de propulsión nuclear, tampoco así el tercero, el Fujian, que se encuentra en construcción.
El Fujian es un portaaviones lanzado en 2022 que permanece anclado en un astillero en Shanghái para someterse a pruebas de amarre y equipamiento. Utiliza centrales eléctricas de turbinas de vapor convencionales alimentadas con petróleo para la propulsión, al igual que los otros dos buques, y se espera que entre en servicio en 2025.
Por estas razones, los rumores sobre la construcción de un cuarto portaaviones por parte de China se hacen cada vez más reales, considerando que el almirante Yuan Huazhi declaró en una reunión del NPC que no hay “ninguna dificultad técnica” con este buque. Asimismo, cuando se le preguntó si el portaaviones más nuevo de China sería de propulsión nuclear, Yuan respondió que “pronto será anunciado”.
No obstante, aún no existen novedades sobre la puesta en marcha del tercer portaaviones ni de la construcción de un cuarto o quinto buque chino de propulsión nuclear. Lo cierto es que China considera que la amenaza a la seguridad en la región es producto de los portaaviones de Estados Unidos y sus garantías de seguridad a Taiwán, por lo que el gigante asiático hará todo lo necesario para desplegar sus buques en lugares más lejanos y proteger sus intereses nacionales en su “patio trasero”.
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