El conflicto en Sudán, que comenzó hace un año, ha tenido graves consecuencias en vastas áreas del país, desencadenando olas de violencia étnica en Darfur, provocando una crisis alimentaria extrema y dando lugar a la mayor crisis de desplazamiento del mundo.

Las tensiones se acumularon durante meses antes de que estallaran los enfrentamientos entre el ejército de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) paramilitares en la capital, Jartum, el 15 de abril de 2023. Estas dos facciones habían mantenido una relación frágil desde que derrocaron un gobierno civil en un golpe de estado en octubre de 2021, interrumpiendo la transición del régimen del autócrata Omar al-Bashir, derrocado en medio de un levantamiento popular en 2019.

El conflicto en Sudán. Repercusiones y búsqueda de soluciones
La rivalidad entre el ejército y las RSF se intensificó debido a un plan respaldado internacionalmente que buscaba establecer una nueva transición con participación civil. Sin embargo, surgieron disputas sobre la integración de las RSF en las fuerzas armadas regulares y la supervisión civil de la cadena de mando.

¿Quiénes son los protagonistas de este conflicto?

Los principales actores en este conflicto son el general Abdel Fattah al-Burhan, líder del ejército y del consejo gobernante de Sudán, y su ex adjunto en el consejo, el general Mohamed Hamdan Dagalo, también conocido como Hemedti. Ambos líderes han buscado apoyo tanto dentro como fuera del país.

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A pesar de que el ejército de Sudán tiene una superioridad en recursos, incluyendo poder aéreo y un gran número de soldados, las RSF han crecido en los últimos años y se han convertido en una fuerza bien equipada y desplegada en todo el país.

El conflicto ha causado una devastación masiva en Sudán, con millones de desplazados, condiciones cercanas a la hambruna para millones de personas, daños a la infraestructura y violaciones generalizadas de los derechos humanos.

Las potencias regionales y globales han estado involucradas en el conflicto, con intereses económicos y políticos en juego. A pesar de los esfuerzos diplomáticos para detener la guerra, los combates han continuado y las iniciativas de alto el fuego han fracasado repetidamente. La situación humanitaria es crítica y se necesitan urgentemente fondos y acceso para los trabajadores humanitarios.

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Juan Ignacio Máscolo
Estudiante avanzado de Relaciones Internacionales (USAL). Coordinador del Observatorio de Política Internacional en el Centro de Estudios Estratégicos en Relaciones Internacionales (CEERI). Especialista en Economía Internacional, Estados Unidos y África.

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