Este domingo, el magnate y dueño de empresas como SpaceX o Tesla, Elon Musk, llegó a China y aterrizó en Beijing con el objetivo de reunirse con funcionarios comerciales, siendo éste el segundo viaje en menos de un año. Allí, Musk mantuvo una reunión con el jefe del Consejo Chino para la Promoción del Comercio Internacional, Ren Hongbin, en pos de “discutir los próximos pasos en términos de cooperación y otras cuestiones”.
Los medios estatales chinos informaron también que Musk se reunió con el primer ministro Li Qiang en Pekín, para luego mantener conversaciones con un alto funcionario de comercio, según CCTV. Su visita se produce con el Salón del Automóvil de Pekín, pero también con un momento para China en el que el mercado eléctrico automovilístico está en auge y la guerra de precios entre Washington y Beijing es cada vez mayor.
Lo cierto es que su visita a China no había sido anunciada previamente. Pero en el último trimestre de 2023, el complejo automovilístico chino BYD superó provisionalmente a Tesla y se convirtió en el mayor vendedor de vehículos eléctricos del mundo, por lo que Musk debió ponerse manos a la obra, dejar de lado sus críticas a los fabricantes chinos y expresar abiertamente que “son las compañías automovilísticas más competitivas del mundo”.
Pero, ¿por qué Musk precisa de China?
Uno de los principales reclamos de sus clientes en el gigante asiático es que Musk no logró desarrollar pruebas en China, su segundo mercado más grande a nivel mundial. Pero más allá de la presión de sus clientes, el verdadero problema para Tesla radica en sus competidores: firmas locales como Xpeng están sacando ventaja al fabricante estadounidense con la implementación de sus propias soluciones
La empresa lanzó su propuesta de conducción completamente autónoma en Shanghái en 2020, ganando cientos de millones de dólares en créditos, según el mercado CRU Group, a través de una política que se implementó antes en Estados Unidos: luego de lanzar su primer auto en 2008, Tesla se benefició de un mandato de emisiones de California que permite vender créditos (por valor de miles de millones de dólares) a fabricantes de automóviles que no pueden cumplir con los objetivos de contaminación. Al intentar proyectarse a China, sus socios le recomendaron adoptar una política similar bajo el objetivo de “limpiar el aire” del país.
Hoy en día, la fábrica de Shanghai ha reemplazado a la planta de Tesla en Fremont, California, como la más grande y productiva, siendo “la de mejor rendimiento a nivel mundial gracias al arduo trabajo y la sabiduría del equipo chino”, en palabras de Musk. Asimismo, esta sede representa más de la mitad de las entregas globales de la compañía y la mayor parte de sus ganancias.
Musk en China no solo se ahorra en producción y mano de obra, sino que también los bancos estatales ofrecieron a Tesla préstamos a bajo interés. El país también cambió las reglas de propiedad para que Tesla pudiera establecerse sin un socio local y le permitió construir una fábrica de baterías para abaratar costos.
Lo cierto es que Tesla -al impulsar la fabricación baterías y piezas localmente o el desarrollo de otras tecnologías y transmisión de knowhow- colaboró directamente con el desarrollo de vehículos eléctricos en China y posicionando al sector a nivel mundial, siendo éste el principal problema que hoy enfrenta Estados Unidos a nivel nación en su guerra comercial con China.
Recientemente, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, se reunió con el primer ministro chino y le planteó preocupación por el “exceso de capacidad industrial” del gigante asiático en el sector de los autos eléctricos (VE) y otros bienes de energía limpia, declarando que Biden tuvo que crear nuevas leyes para impulsar estas industrias en Estados Unidos y así poder competir con China. Según estimaciones, las empresas chinas producen anualmente hasta 10 millones de vehículos eléctricos más de los que pueden vender en el país, por lo que vender en el extranjero es una necesidad y desplaza a las industrias nacionales (como la estadounidense, que se está propulsando).
Hoy China cuenta con una mayor capacidad operativa y de producción que los Estados Unidos en múltiples niveles y sectores, siendo las energías limpias y sus derivados (como los autos eléctricos) uno de los principales -y actuales- foco de tensión entre las potencias.
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