Hemos repasado la semana pasada el impacto de la visita de Xi Jinping a París. Luego de su regreso a China, Xi recibió a Vladímir Putin, en su primera visita oficial, luego de ser reelecto para un quinto mandato en Rusia. Este fue el 43.º encuentro de alto nivel entre ambos mandatarios. Y el avance ruso en la guerra europea, el boom exportador de China, y los reclamos por prácticas comerciales desleales le dio un sentido especial a la reunión.
Con datos aduaneros de China, se estima que en 2023 el comercio bilateral fue de USD 223 mil millones de dólares, un crecimiento del 100% respecto al año anterior. En 2022 fue de USD 111 mil millones. Por parte de Rusia, con base en los datos de Nikkei Asia, las exportaciones a China aumentaron un 13% en 2023, y un 11% en el primer trimestre de 2024. Luego de iniciada la guerra en Ucrania, los lazos económicos entre ambos países se fortalecieron. Y la ventaja la obtuvo China, al ser uno de los sostenes del gobierno de Putin para su balanza de pagos, financiamiento y uso dual de tecnología.
Desde una perspectiva estratégica, China fue obteniendo mayor cuota de poder en Eurasia. Durante las últimas décadas, la influencia en Eurasia fue un asunto que dividió la relación entre Pekín y Moscú. A partir de febrero de 2022, China fue asertiva para ocupar los espacios que Rusia dejó para enfocarse en el conflicto europeo. Si bien los Estados Unidos tienen primacía, como menciona el especialista en geopolítica Hal Brands, Rusia y China buscan disputar el poder en dicha zona. Y no en términos militares, sino en términos económicos. Y allí aparecen varios proyectos de infraestructura dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, como proyectos de Rusia junto a países como Irán.
En mediano y largo plazo, el objetivo es crear un orden regional a prueba de sanciones de Occidente. Y en el corto plazo, parte de ese orden se está gestando en la relación bilateral entre China y Rusia. El yuan es una de las divisas más utilizadas en el mercado financiero ruso, y los productos tecnológicos chinos están teniendo mayores cuotas de mercado en Rusia.
Rusia, por su parte, se constituye en uno de los pilares de la seguridad nacional china. Luego del XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, la defensa se concibió como una estrategia de seguridad comprensiva. Y uno de sus ejes centrales es la seguridad económica, que depende en gran medida de la seguridad energética. Previo a la guerra de Ucrania y durante 2023, el principal mercado para abastecerse de crudo fue Arabia Saudita, según Chatham House. Pero en el último año Rusia ocupó el primer lugar. De esa manera, Rusia también encontró un reemplazo al mercado europeo.
El acceso al crudo no es el único beneficio que obtiene China en commodities. También podrá eludir cualquier tipo de sanción para el acceso a recursos estratégicos como níquel, aluminio y tierras raras provenientes de Rusia. Por otro lado, China acelerará el acceso a los conocimientos en la carrera espacial necesarios para mejorar su posición respecto a los EE. UU. y la NASA. Y en esta alianza en el ámbito espacial, sigue en pie el proyecto de una estación espacial conjunta entre China y Rusia.
Mientras Rusia se asegura tener en el corto y mediano plazo con China el sustento para su economía de guerra, Xi Jinping consigue avanzar en sus objetivos de consolidar a China como potencia regional en Eurasia. De esta manera, se está gestando en Eurasia una alianza que impugna el liderazgo estadounidense y Occidental. Una profundización de las relaciones económicas permitirá la exportación de los productos más importantes de Rusia, mejorar las finanzas y asegurará insumos para la industria bélica. Los recientes cambios del gabinete de Defensa en Rusia marcan esa tendencia, y China surge como aliado clave.
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