En las primeras horas del 1 de febrero de 2024, seis drones marinos ucranianos destruyeron el buque de misiles ruso Ivanovets en el Mar Negro. Apenas un día antes, en el Mar Rojo, el destructor estadounidense USS Carney interceptó con éxito tres drones iraníes y un misil balístico antibuque disparados por las fuerzas hutíes. Estos eventos, aunque separados geográficamente, subrayan la importancia de las fuerzas terrestres en las operaciones navales modernas.
En este sentido, analistas del medio Defense News explicaron que estos incidentes revelan cómo las fuerzas terrestres, utilizando tecnología avanzada y armas de precisión, pueden desafiar el dominio naval tradicional. La proliferación de armas de precisión de bajo costo intensificaron esta dinámica, un claro ejemplo de esto es Ucrania, que daño o destruyó un total de 24 buques de guerra rusos, incluyendo un submarino, utilizando drones y misiles desde posiciones costeras, sin poseer una flota naval significativa propia.
En contraste, las fuerzas hutíes en el Mar Rojo alteraron significativamente el comercio marítimo global con sus ataques a buques comerciales y militares. A pesar de no haber hundido muchos barcos, sus acciones estropearon rutas comerciales e inmovilizaron parte del poder naval estadounidense en la región. Esto demuestra que el éxito en la guerra naval no se mide solo por el número de barcos hundidos, sino también por el impacto estratégico y económico de las operaciones.
Cuestiones claves a considerar
En este contexto, se plantean algunas lecciones cruciales para futuras políticas en la agenda de seguridad de los países. La primera de ellas es la disparidad de fuerzas, Ucrania es apoyada por la OTAN y enfrentó a una fuerza naval rusa de capacidad moderada, mientras que los hutíes carecen de apoyo similar y se enfrentan a la principal fuerza naval del mundo. Esta diferencia en capacidades subraya la importancia del apoyo internacional y la tecnología avanzada en el éxito de las operaciones de negación del mar.
En segundo lugar, evaluar el éxito simplemente por la cantidad de barcos hundidos es una medida limitada. Según este criterio, Ucrania demostró un claro éxito. Sin embargo, una evaluación más amplia muestra que la campaña de negación del mar de los hutíes tuvo un impacto significativo al alterar rutas comerciales globales, imponer costos económicos a nivel mundial, elevar su perfil internacional y, quizás lo más crucial, inmovilizar una parte considerable del poder naval estadounidense.
Otra lección clave es que el costo de estas operaciones resulta significativo. Las fuerzas estadounidenses y de la coalición interceptaron más de 200 drones y misiles hutíes desde noviembre de 2023, pero a un costo considerable. La producción masiva y el bajo costo de los drones y misiles enemigos plantean un desafío financiero y logístico para las fuerzas navales que deben defenderse. Este factor económico podría influir decisivamente en futuras estrategias y políticas militares.
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Fuente: Defense News