La OTAN, que celebrará su 75 aniversario en Washington en tres semanas, enfrenta actualmente una serie de desafíos significativos debido a las tensiones con Rusia tras la invasión de Ucrania en 2022. Aunque la unidad de la alianza militar se vio reforzada frente a las estrategias bélicas de Moscú, al interior persisten divisiones económicas y políticas entre Estados Unidos y sus aliados europeos, así como con Canadá.
Uno de los principales desafíos a sortear para la cohesión de la OTAN son las disparidades económicas, explica la analista Harlan Ullman de United Press International. Estados Unidos, con un PIB de 25 billones de dólares, supera significativamente a sus aliados europeos y Canadá, cuyo PIB combinado es de 20 billones de dólares. Esta diferencia económica se refleja en el gasto en defensa: mientras Estados Unidos gasta más del 3% de su PIB en defensa, solo 23 de los 32 miembros de la OTAN alcanzan el mínimo del 2%.
Dichas disparidades generan tensiones internas, exacerbadas por las demandas de mayores inversiones en defensa entre los demás miembros por parte de líderes como el expresidente estadounidense Donald Trump. De acuerdo a Ullman, la mayoría de los miembros europeos de la alianza ven con preocupación cómo reaccionaría Trump si fuera reelegido presidente.
Lo cierto es que el gasto en defensa se convirtió en un indicador político del compromiso con la alianza, aunque su relevancia real es cuestionable. La OTAN, con un PIB combinado de 45 billones de dólares y un gasto en defensa de 1,3 billones, supera ampliamente a Rusia, cuyo PIB es de 2,3 billones y gasta aproximadamente 100 mil millones en defensa. Además, Rusia sufrió importantes pérdidas en Ucrania, lo que cuestiona su capacidad militar frente a la OTAN. No obstante, la política sigue empujando a la alianza a incrementar su gasto en defensa.
¿La OTAN podrá mantener su efectividad sin exigir tantos aumentos en el gasto en defensa?
Las desigualdades económicas hacen que sea más difícil para los miembros europeos aumentar significativamente su gasto en defensa, incluso hasta el 1% del PIB. Al mismo tiempo, Estados Unidos enfrenta un déficit de 35 billones de dólares y crecientes costos de programas sociales, lo que podría limitar su capacidad para incrementar el gasto militar. La cuestión clave es si la OTAN puede mantener su efectividad sin exigir aumentos insostenibles en el gasto en defensa.
Para abordar estos desafíos, la analista Harlan Ullman de United Press International explica que la OTAN podría considerar estrategias más asequibles y efectivas, como la “Defensa Porcupine”, que busca disuadir y encarecer cualquier ataque inicial. La cumbre del 75 aniversario en Washington ofrecerá una oportunidad crítica para que la alianza realice un autoexamen y ajuste sus estrategias a la luz de las disparidades económicas y los desafíos actuales.
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Fuente: United Press International