El Gobierno francés decidió disolver la Asamblea Nacional luego de las elecciones europeas. Ante este escenario, la economía es uno de los clivajes que definirá la jugada de Emmanuel Macron para debilitar a la derecha, vencedora de las elecciones europeas en su país.

Repasemos en primer lugar la dimensión financiera. Como resultado de la convocatoria a las elecciones, el precio futuro a 10 años de los bonos franceses cayeron en su cotización. Esto se debe a la reticencia de los inversores más conservadores a invertir en este contexto volátil, y a la desconfianza en la Agrupación Nacional y su referente, Jordan Bardella.

Desde 2022 París también ocupaba el primer lugar como centro bursátil de Europa. Este logro se lo arrebató al Reino Unido luego de consumarse el Brexit. Y durante los últimos meses la bolsa de París obtuvo números históricos. Pero con los resultados electorales europeos, los capitales se movieron a la City de Londres nuevamente para buscar posiciones más seguras frente a la volatilidad financiera.

Este visto bueno que contó Macron hasta hace días y posicionó a la bolsa de París en el primer lugar europeo se deriva de su pasado como banquero en Rothschild. Luego de ser electo en 2017, entre sus primeras medidas se encontraron las reformas económicas. El gobierno francés con el apoyo de los sindicatos, incluso el más importante y de posición moderada, la CFDT. Además, contó con el beneplácito para recortar los impuestos a los ricos e inversores. Para ello dejó fuera de los gravámenes a algunos bienes suntuosos. También redujo la tasa de ganancias al capital al 30% en su primer año como presidente francés.

Junto a esta rebaja y beneficios impositivos a las clases altas, Macron aumentó la carga tributaria a los sectores medios y bajos. Y pese a las mejoras en los números nominales de la economía diaria de los franceses, las mayores contribuciones redujeron el poder adquisitivo de los salarios. Sumado al aumento de los combustibles en el 2018, tenemos como resultado las protestas de los “chalecos amarillos”.

En 2022, su principal propuesta de reforma fue retrasar la edad jubilatoria de 62 a 64 años para 2030, y cotizar 43 años y no 42 como era en el sistema previo. Llegó a las elecciones contra Le Pen con sólo 7% de desempleo registrado y como uno de los países con mayores proyectos de Inversión Extranjera Directa del continente, por encima de Alemania inclusive (según la consultora E&Y).

Esos buenos números a su vez tienen una contracara, con la potencial tensión que pueden generar. Si bien redujo al 7% el desempleo, los nuevos trabajos son precarios y no permiten una mejora en la calidad de vida de los franceses. Y además, estos nuevos puestos de trabajo eran en su mayoría microempresas (641.543 según declaró Bruno Le Maire en France 24, 2022), con un solo dueño y unipersonales, a modo de autoempleo.

Sumada a la precariedad laboral y el aumento del costo de vida, la inclusión de la reforma previsional empeoró la situación política de Macron. El aumento de la edad jubilatoria fue el gran tema de debate, y el que más protestas y paros generales provocó, en el 2023. Durante los primeros meses de 2023 Francia estuvo paralizada por las movilizaciones en contra de la política económica de Macron. Nuevamente, aquí debemos hacer un paralelismo con la idea europeísta del líder francés, sus nexos con los grandes líderes financieros y el voto castigo a dichas políticas por parte del electorado galo hace unas semanas. A más de un año de la reforma, el pueblo francés recuerda.

Aún así, y a diferencia de la economía alemana (tal como lo hemos tratado en otro artículo), la economía francesa mantiene su dinamismo. En ese sentido, Macron fue pragmático para favorecer una serie de reformas, y sobrevivir a sus costos, para impulsar el crecimiento económico. Uno de los factores que lo diferencia de Berlín, y permitió su éxito electoral en 2022, es que pudo mantener ciertos niveles de consumo estables. Y hoy en día el consumo interno le permite a Macron tener un mejor horizonte respecto a sus cálculos políticos.

Macron mantuvo el consumo interno y controló la inflación: dos puntos clave para el ciudadano de a pie. Por otro lado, aumentó la edad jubilatoria, flexibilizó el mercado laboral y cambió su morfología hacia trabajos de menor calidad, y ajustó los bolsillos de los franceses con la suba de la recaudación pública. En los próximos comicios se definirá qué lado de la balanza va a primar sobre el otro.

Joaquín Bernardis
Licenciado en Relaciones Internacionales (UCSF). Investigador en el Observatorio de Política Internacional (UCSF). Consultor en internacionalización. Docente universitario en marketing internacional (UCU). Especializado en desarrollo de negocios con mercados asiáticos (UNRaf).

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