El próximo 5 de noviembre, Estados Unidos se enfrenta a elecciones donde compiten el ex presidente republicano, Donald Trump, junto al actual mandatario, Joe Biden. En esta recta final de los comicios presidenciales, el poder en la Casa Blanca se disputa cada vez más, donde esta contienda es vista y considerada a nivel mundial como una de las más cruciales en la historia del país, marcada por dos posturas opuestas que reflejan también la polarización de la sociedad estadounidense.
La política exterior no escapa a esta lógica. Por un lado, Biden en la actualidad se enfrenta a una reelección marcada por problemas ligados a las guerras en Ucrania y en la Franja de Gaza, además de un aumento desenfrenado de la inmigración, tensiones cada vez más latentes con China, y retos económicos que desafían su autoridad competente. Por otro lado, Trump busca continuar con su lema “Make America Great Again”, perfilándose como un candidato dispuesto a distanciarse de administraciones anteriores y delimitar sus prioridades domésticas del plano internacional.
Temáticas de política exterior Trump vs Biden
Algunos de los ejes centrales que delimitan el camino de la política exterior estadounidense con uno u otro candidato al mando pueden ser la inteligencia artificial (IA) y la tecnología; la inmigración; la rivalidad con China o las guerras en curso de Ucrania y Gaza, por mencionar algunas.
Desagregando estos puntos, y focalizando el debate en la IA, analistas de política internacional comenzaron a debatir las posturas de los candidatos en un futuro mandato. Al respecto, Biden se muestra como un líder que ha apoyado fuertemente al sector tecnológico (principalmente en el ámbito de la seguridad nacional), buscando crear un enfoque federal de la gobernanza digital en el país frente a las “amenazas” que supone la presencia extranjera. Mientras tanto, Trump se ha mostrado firme con su estrategia nacional de ciberseguridad, puntualizando también en una nueva carrera “armamentística” con China.
Haciendo mención a su competidor principal, China se postula como una gran incógnita en los futuros lineamientos de política exterior de ambos candidatos. Si bien es cierto que el gigante asiático plantea una competencia significativa y estratégica (mucho más de rivalidad global que de aspiraciones regionales), ambos postulantes al puesto de presidente norteamericano se han mostrado reacios a considerar un acercamiento con Beijing. Tanto Biden como Trump plantean dinámicas de política exterior que delimitan el accionar chino en el país, mostrando una tendencia a sancionar empresas en suelo norteamericano que pueden competir con las nacionales, o bien impidiendo que se desarrollen ampliamente y “quiten” espacios a los locales. Desvincular la economía estadounidense de la china es, para ambos, fundamental y necesario, aunque Trump se postule como un candidato mucho más obstinado contra Beijing.
Por otra parte, el fenómeno del cambio climático se ha ganado un espacio en los principales debates de política internacional, preocupando cada vez más al sistema en su totalidad y gestionando planes de acción conjuntos para evitar que el problema crezca a un ritmo alarmante. Y aunque para Biden es un pilar de su presidencia, calificándolo como “la última amenaza para la humanidad”, Trump se perfila como un candidato escéptico al cambio climático y no lo considera realmente un problema. Yendo hacia otro extremo, el republicano buscaría profundizar la producción nacional de combustibles fósiles y revisar las actuales iniciativas de energía limpia propulsadas por el demócrata.
Cuestiones domésticas de Estados Unidos que se proyectan como planteamientos de política exterior
Más allá de los lineamientos de política exterior que ambos mandatarios están dispuestos a seguir frente a un posible mandato, existen múltiples problemas domésticos que preocupan ampliamente a la sociedad estadounidense y que, en un futuro cercano, pueden traspasar las fronteras y convertirse en problemáticas internacionales.
La inmigración, por ejemplo, es una de las cuestiones que más afecta a Estados Unidos en su totalidad, siendo un polémico debate el cómo tratar este interrogante central de la política nacional. La cuestión de la inmigración no solo pone a prueba los recursos locales y federales con los que cuenta Estados Unidos, sino que también delimita las posturas de ambos candidatos al cargo presidencial. Por un lado, Biden apoya una reforma integral de la inmigración y ha trabajado en el último tiempo con políticas de protección de asilo y refugiados, aunque con grandes fracasos en medio. Pero Trump, en otro extremo, buscaría aplicar una serie de medidas para reducir la inmigración legal e ilegal, continuando con sus planes durante su mandato, y reformando drásticamente las políticas de asilo, fronteras y deportaciones.
En otro extremo, la política fiscal y la salud de la economía estadounidense en su generalidad se convierten en un factor crucial a evaluar para los candidatos a presidentes, siendo una temática que ampliamente determina la influencia del país en el exterior. No solo la inflación sigue siendo alta, sino que los niveles de deuda se disparan. Frente a ello, Trump postula un recorte masivo para reducir la inflación y la continuación de políticas económicas desreguladoras, mientras que Biden considera necesario la necesidad de realizar nuevas inversiones públicas masivas en ciertas industrias o el impulso de crecimiento de la clase media.
Por último, en términos de seguridad nacional, la estrategia de defensa estadounidense ha dejado de focalizarse en el despliegue de tropas a lo largo y ancho del globo y ha pasado a enfocarse en sus principales contendientes (China y Rusia) y la necesidad de proyectar su poder ganando influencia en las dinámicas de seguridad internacional. Y aunque Biden es un claro defensor de la cooperación multilateral en términos de defensa, como la OTAN, Trump se ha mostrado como crítico de las alianzas colectivas de seguridad y ha amenazado con retirarse de este tipo de acuerdos.
En consonancia, la postulación de una reorientación de la estrategia de seguridad de Trump tiene mucho que ver con su posición de apoyar fuertemente a Israel y Arabia Saudita (confrontando con Palestina e Irán), y plantea no comprometer más ayuda estadounidense a Ucrania en caso de ser reelegido. Biden muestra una estrategia ampliamente contraria: aunque ha renovado sus llamamientos a un acuerdo de normalización entre Israel y Arabia Saudí, pide por una solución de dos Estados para el conflicto palestino-israelí, y aumenta diaramente sus esfuerzos hacia Ucrania en su guerra contra Rusia (y plantea continuar con esa planificación en caso de ser reelegido).
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