En los días 10 y 11 de julio, los líderes de la OTAN se reunirán en Washington, donde la guerra en Ucrania será un tema central. No obstante, la dinámica de las potencias revisionistas como China y Rusia obliga a las potencias occidentales a repensar sus alianzas globales. En este contexto, el conflicto ruso-ucraniano ya no puede ser visto como un asunto euro-atlántico aislado, sino que involucra a las dinámicas de poder presentes en el Indo-Pacífico, Asia y Medio Oriente.
Implicancias globales de la guerra en Ucrania
Corea del Norte y Corea del Sur han proporcionado más municiones a Rusia y Ucrania, respectivamente, que cualquier otro país excepto Estados Unidos. China ha ayudado a Rusia a resistir la presión económica y política de Occidente desde el inicio del conflicto, facilitando su esfuerzo en defensa, industria y en el campo de batalla a través de la transferencia de bienes de doble uso. Irán también contribuye, especialmente, con drones. En contraste, países como Japón, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur apoyan a Ucrania.
El conflicto en Ucrania tiene amplias ramificaciones geoestratégicas. La relación entre China y Rusia, a pesar de fricciones y desconfianza, muestra que su interés común en desafiar el poder estadounidense supera sus diferencias. Esta relación impulsa un alineamiento geopolítico más amplio que incluye regiones críticas de Europa, Medio Oriente y Asia Oriental.
Para China, la guerra en Ucrania representa una oportunidad, ya que un Estados Unidos distraído por el conflicto en Europa no puede concentrarse plenamente en el Indo-Pacífico. Además, el apoyo ruso a Corea del Norte e Irán fortalece sus programas nucleares y de misiles, aumentando la inestabilidad regional y dispersando aún más la atención de Estados Unidos. En conjunto, China podría estar buscando ventajas estratégicas en medio del caos, a través de asociaciones con Rusia, Corea del Norte e Irán.
La interdependencia de la OTAN y el Indo-Pacífico
Aunque hablar de un eje Beijing-Moscú-Teherán-Pyongyang podría ser prematuro, la guerra en Ucrania parece estar catalizando la consolidación de dos bloques adversarios. Uno centrado en China y Rusia, que incluye a Corea del Norte e Irán, y otro compuesto por Estados Unidos y sus aliados europeos y del Indo-Pacífico.
La OTAN reconoce que su centro de gravedad está en Europa, pero también que el Indo-Pacífico es crucial en la competencia global de poder. Las reuniones en Madrid (2022) y Vilna subrayaron la creciente interdependencia entre Europa y el Indo-Pacífico. Sin embargo, hay desafíos estratégicos y políticos para desarrollar una sensibilidad global.
Cuando se reúnan en Washington, los líderes de la OTAN deberán recordar la creciente interdependencia entre el teatro europeo e indopacífico, ilustrada por la guerra en Ucrania. En este marco, se espera que el fortalecimiento de su asociación comience a partir de un mayor enfoque en la disuasión interestatal y el desarrollo de un ecosistema de disuasión integral que incluya conceptos, doctrinas, capacidades, tecnologías e industrias compartidas para enfrentar a las grandes potencias revisionistas.
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