Siguiendo mi camino por Kiev, en el marco de una agenda cargada de muchas actividades que se irán desarrollando en Zona Militar y Escenario Mundial, encontré un lugar que se convirtió en un punto recurrente de mi visita: el Maidán Nezalezhnosti, también conocido como Plaza de la Independencia. Le pedí a Maksym, el coordinador del programa “In Solidarity with Ukraine” de PEN y ahora amigo, que me llevara al Maidán tantas veces como fuera posible.

El Maidán: un símbolo de resistencia

El Maidánn Nezalezhnosti no es solo una plaza, sino un símbolo de la resistencia de Ucrania en tiempos difíciles. Este lugar fue el epicentro de importantes eventos históricos, como la Revolución Naranja de 2004 y el Euromaidán de 2013-2014, donde miles de ucranianos se reunieron para protestar contra la corrupción y abogar por una mayor integración con Europa. En los últimos años, el Maidán se ha transformado en un memorial para aquellos que perdieron la vida en el frente de batalla, un recordatorio constante del costo de la libertad y la independencia.

En una breve visita, mi tercera vez en el Maidán, quizás debido al agotamiento mental y físico que sentía, tuve la sensación de haber estado recorriendo las calles de Kiev durante meses en busca de respuestas a mis preguntas.

Observar las innumerables banderas ondeando al viento del verano en Europa del Este se convirtió en una costumbre. No solo eran las banderas, sino también las personas que se acercaban al lugar. Intentaba adivinar a quién rendían homenaje: ¿sería un familiar?, ¿un compañero de unidad?, ¿un padre?, ¿un hermano?

Lo imponente es ver una actitud al unísono de todos los que se acercan al memorial improvisado, una actitud solemne de respeto a aquellos que están peleando en el frente. Y es aquí donde uno entiende y cae en la frase cabecera de mi viaje en Ucrania: “La única forma de sobrevivir es luchar”, porque el Maidán y sus banderas son un recordatorio constante de esta premisa para todo aquel que se acerca a rendir memoria.

Memorias del Maidán

En ese sentido, en mi camino tuve la oportunidad de encontrarme con Illia Omelianchyk, un joven que vive en Kiev y que, igual que yo en el pasado, estudia Relaciones Internacionales en el Instituto de Relaciones Internacionales. Illia me contó que, en su opinión, la percepción de esta guerra por parte de los jóvenes ucranianos no difiere mucho de la que tiene el resto de la sociedad: “No hay una brecha generacional en este asunto; existe un consenso en toda la sociedad. Rusia es el agresor y debemos seguir luchando” me comentó.

“La gran mayoría de los ucranianos percibe negativamente a la Federación Rusa y esta posición es quizá aún más fuerte entre los jóvenes”, afirmó. “De hecho, el número de diferencias es enorme, pero lo más importante, desde mi punto de vista, es que los ucranianos se enfrentan de forma personal a esta guerra en sus vidas. Creo que todos los habitantes del país tienen conocidos, amigos o familiares heridos, desaparecidos o incluso muertos en la guerra, y esto sin duda presiona a la gente, dada la naturaleza activa de esta guerra, y no es fácil olvidarlo, ni siquiera en Kiev o Lviv. Esta es, por así decirlo, la línea de base de la sociedad ucraniana, y los jóvenes no son una excepción”

Illia también reflexionó sobre la importancia de la ayuda internacional y, en particular, la asistencia argentina. “La ayuda internacional es esencial en el contexto de una guerra a gran escala. Sin esa ayuda, nuestra situación sería mucho más complicada. La inmensa mayoría de los ucranianos comprende la importancia de esta ayuda y están muy agradecidos con todos los que nos apoyan”, dijo. Respecto a Argentina, mencionó que bajo la antigua administración no recordaba ninguna asistencia significativa, pero con la nueva administración presidencial, la situación ha mejorado, especialmente en la esfera diplomática. En términos generales, se puede decir que Argentina es ahora uno de los pocos aliados de Ucrania en América Latina, lo cual es muy importante para nosotros, especialmente en términos de diálogo con los países más escépticos de la región.

Finalmente, Illia compartió su opinión sobre la frase “La única forma de sobrevivir es luchar”. “Es difícil discrepar con esta tesis, porque todos sabemos los horrores que se cometieron en Bucha y Jersón, y los que se están cometiendo en los territorios bajo ocupación. Las tropas rusas nos han dejado claro que se trata de una guerra absolutamente existencial. Luchar es nuestra mejor oportunidad para salvar el Estado. En caso de ocupación, será mucho más difícil resistir. Así que la única forma de sobrevivir es luchar; no veo ninguna otra opción, y afortunadamente estamos más cerca de conseguir nuestros objetivos que tienen los ocupantes”, concluyó.

Durante mi recorrido por Kiev, el Maidán Nezalezhnosti se ha convertido en un punto de convergencia crucial. Situado en el corazón de la capital ucraniana, este emblemático espacio sirve como recordatorio tangible de la guerra que se pelea en el frente de batalla. Desde los eventos tumultuosos de la Revolución Naranja hasta los días actuales de intensos combates en el este del país, el Maidán ha sido testigo de momentos decisivos que han moldeado el destino de Ucrania.

Al caminar por sus pasillos improvisados, entre las incontables banderas que ondean con el viento del este de Europa, se percibe una atmosfera cargada de historia y determinación. Es aquí donde convergen las memorias de aquellos que sacrificaron sus vidas por un futuro mejor, y donde los jóvenes, como Illia, encuentran motivación para seguir adelante en medio de desafíos inimaginables.

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Alejo Sanchez Piccat
Licenciado en Gobierno y Relaciones Internacionales UADE Maestrando en Defensa Nacional UNDEF Interesado en Seguridad Nuclear y Medio Oriente Contacto directo: asanchezpiccat@esceneariomundial.com

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