Desde el último debate entre Donald Trump y Joe Biden, la posibilidad de que Trump regrese a la Casa Blanca está ganando fuerza. Esta perspectiva está generando preguntas en todo el mundo sobre cómo sería la política exterior bajo un nuevo gobierno republicano liderado por Trump. En esta columna, exploraremos un aspecto particular de una posible nueva presidencia de Trump: la gestión de la guerra en Ucrania.
El arte de un acuerdo para Ucrania
Recientemente, surgió la información de que dos asesores destacados de Donald Trump le presentaron un plan para poner fin a la guerra de Rusia en Ucrania ante la posibilidad de que el expresidente gane las elecciones. Este plan, elaborado por Kellogg y Fred Fleitz, ambos ex jefes de gabinete del Consejo de Seguridad Nacional de Trump durante su presidencia de 2017 a 2021, propone un alto el fuego basado en las líneas de batalla prevalecientes durante las conversaciones de paz.
El plan indica que a Ucrania se le comunicaría que solo recibirá más armas estadounidenses si entabla conversaciones de paz. Al mismo tiempo, Washington advertiría a Moscú que cualquier negativa a negociar resultaría en un aumento considerable del apoyo estadounidense a Ucrania.
Los elementos centrales del plan se esbozaron en un documento de investigación publicado por el America First Policy Institute, un think tank favorable a Trump en el que Kellogg y Fleitz ocupan puestos de liderazgo. Esta propuesta supondría un cambio drástico en la posición de Estados Unidos sobre la guerra y enfrentaría la oposición de los aliados europeos y dentro del propio Partido Republicano de Trump, pero respondería, al menos en parte, a la posición rusa de que cualquier plan de paz debe reflejar la realidad sobre el terreno. El documento también propone posponer el ingreso de Ucrania en la OTAN durante un largo período para incentivar a Putin a negociar.
Fleitz añadió que una paz duradera en Ucrania requeriría garantías de seguridad adicionales para Kiev y que el continuo flujo de armamento sería clave para ello. Según los medios, Trump respondió favorablemente al plan. “No estoy afirmando que estuviera de acuerdo con cada palabra, pero nos complació obtener la respuesta que recibimos”, dijo Fleitz.
Así, podemos ver que en la mente del expresidente republicano está muy presente la idea de generar una especie de “détente” con Moscú para frenar el drenaje de recursos que impone la guerra en Ucrania y enfocarse en la competencia con China en el Indo-Pacífico. Es importante remarcar que esto no implicaría un abandono total de Kiev, sino un alto el fuego aceptando y tratando de congelar la situación en el terreno.
Esta posición intermedia entre el establishment de política exterior tanto demócrata como republicano, y entre los partidarios de abandonar a Ucrania y adoptar una actitud aislacionista, parece estar prevaleciendo entre los asesores de seguridad nacional y defensa de Trump. Esta postura realista, que está ganando impulso en la estructura del movimiento trumpista, se define como la de los “Priorizadores”.
Esta posición intermedia entre el establishment de política exterior demócrata y republicano, y entre los partidarios de abandonar a Ucrania y adoptar una actitud aislacionista, parece estar prevaleciendo entre los asesores de seguridad nacional y defensa de Trump. Esta postura realista, que está ganando impulso en la estructura del movimiento trumpista, es definida como la de los “Priorizadores”.
Los “Priorizadores”: las nuevas estrellas del GOP
En una publicación reciente de Newsweek, se mencionó que un grupo de republicanos pragmáticos en política exterior está ganando terreno en el partido, enfocándose en una visión particular en relaciones internacionales con el que esperan influir en un posible nuevo gobierno de Donald Trump.
Según la prestigiosa revista, estos republicanos se autodenominan “Priorizadores” y su característica principal es el anti-globalismo. Son menos propensos a apoyar a Ucrania y más inclinados a contrarrestar a China. La mayoría de ellos son millennials y de la generación X, y se distancian de la política exterior intervencionista de la generación boomer, representada por el líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, de 82 años.
Una figura clave para entender a los Priorizadores es el senador Josh Hawley, de Missouri, de 44 años. A diferencia de los aislacionistas, los Priorizadores como Hawley reconocen que Estados Unidos ya no es el hegemón de un mundo unipolar y, por lo tanto, deben priorizar sus esfuerzos en función del interés nacional, adoptando una perspectiva realista. “El pueblo americano es quien carga con el peso de una política exterior globalista, a veces imperialista, que se niega a reconocer límites”, dijo Hawley a Newsweek. “Todo es cuestión de prioridades”.
Según Newsweek, la política exterior republicana actual se puede dividir en tres grupos: los “Restriccionistas” (aislacionistas), que rechazan la participación en alianzas militares que podrían implicar al país en conflictos extranjeros; los “Primacistas” (intervencionistas), que abogan por mantener una posición dominante en asuntos militares e internacionales mediante alianzas extensas y un gasto robusto; y los “Priorizadores”, que ocupan un lugar intermedio. Aunque su retórica a menudo refleja la de los Restriccionistas, los Priorizadores tienen una visión distinta sobre China, instando a Estados Unidos a hacer todo lo posible para contrarrestar a este adversario, apoyando alianzas cuando promuevan su misión.
Israel parece ser la única excepción en las divisiones del Partido Republicano. Mientras que el conflicto en Gaza ha creado divisiones entre los demócratas progresistas y los principales, casi todos los republicanos son firmes en su apoyo a Israel.
Junto con Hawley, liderando a los Priorizadores está el senador J.D. Vance de Ohio, de 39 años, veterano de la guerra de Irak y posible candidato a vicepresidente de Trump. También apoyan este enfoque el senador Eric Schmitt, de 49 años, de Missouri, y el senador Roger Marshall, de 63 años, de Kansas. Ambos se han opuesto a la financiación de Ucrania y abogan por un mayor enfoque militar en contrarrestar a China.
Además, los Priorizadores han conseguido aliados. Los senadores Ted Budd, de 52 años, de Carolina del Norte; Ted Cruz, de 53 años, de Texas; Marco Rubio, de 53 años, de Florida; y Rick Scott, de 71 años, de Florida, son vistos como posibles aliados en la causa. Sin embargo, la opinión de Trump será decisiva en la definición de una nueva política exterior republicana. En cuanto a la guerra de Ucrania y el plan para un acuerdo de paz, o al menos un alto al fuego que congele el conflicto, el enfoque de los Priorizadores en el GOP podría indicar que están ganando influencia sobre Trump.
Además, hay más indicios de que esta podría ser la línea de acción exterior en Washington a partir del próximo año. En su gobierno anterior, Trump reorientó el Departamento de Defensa desde la lucha contra el terrorismo hacia la competencia de grandes potencias, un claro rechazo a la visión Primacista en favor de los Priorizadores. Elbridge Colby, quien lideró esta transición, es una de las figuras más destacadas del movimiento de los Priorizadores. Colby, exsubsecretario Adjunto de Defensa para Estrategia y Desarrollo de Fuerzas bajo Trump, ha cofundado el think tank The Marathon Initiative, abogando por la realineación de los recursos estadounidenses hacia la competencia con China.
Détante 2.0
Como se mencionó anteriormente, para imaginar cómo esta cosmovisión tendría efectos prácticos en la guerra de Ucrania, se podría argumentar que uno de sus pilares sería establecer una especie de Détente 2.0 con Rusia. Este enfoque permitiría a Estados Unidos pivotar de manera más efectiva para enfrentar la competencia con China. No es novedoso afirmar que será muy difícil para Washington salir airoso de esta competencia si China y Rusia siguen siendo firmes aliados.
Hasta ahora, bajo la administración de Biden, Estados Unidos y los países europeos han intentado separar o al menos atenuar esta alianza apelando a Beijing. Sin embargo, esto no ha dado resultados favorables, ya que hay pocos incentivos para que Xi Jinping gaste capital político en la diplomacia en Ucrania en esta etapa. Pekín se beneficia de que Rusia se debilite y dependa más de él, justo cuando Occidente gasta capacidades militares que podrían usarse algún día en Asia.
El pensamiento de acercarse a Moscú, o al menos distender un poco la relación, ya se está implementando como política exterior en algunos países relevantes. Un ejemplo es India, que está tratando de ofrecer un contrapeso a las sanciones de EE.UU. y Europa, que, según cree, han acercado a Moscú a Pekín.
La lógica detrás de esta acción es asegurarse de que Rusia tenga alternativas, de modo que no esté acorralada y no tenga que poner todos sus huevos en la cesta china. En el cálculo de India, Rusia es parte de sus esfuerzos para contrarrestar a China. “Será imposible contener a China en Asia si Rusia se convierte en un socio menor de China”, dijo Nandan Unnikrishnan, jefe del programa de Eurasia en la Observer Research Foundation, un grupo de expertos de Nueva Delhi.
Así, la lógica de distensión con Rusia en Ucrania para darle más autonomía de China y limitar esa alianza, permitiría a Washington pivotar de manera más efectiva hacia la competencia en el Indo-Pacífico. Esta estrategia podría ser un pilar fundamental de la futura política exterior de un nuevo gobierno de Trump.
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