La reciente cumbre de la OTAN conmemorando su 75 aniversario puso de relieve una serie de tensiones y desafíos importantes para la seguridad global. En el centro de las discusiones se encuentra la persistente incertidumbre en torno a la posible incorporación de Ucrania al grupo, un tema de alta sensibilidad desde la invasión de Rusia a ese país. A pesar de los esfuerzos diplomáticos, la hoja de ruta hacia la membresía sigue siendo esquiva para Zelenski y su gobierno.
Sin embargo, no todo fueron decepciones para Kiev. Durante la cumbre, las naciones de la OTAN se comprometieron a proporcionar a Ucrania sistemas de defensa aérea, una medida destinada a fortalecer su capacidad de resistencia ante las amenazas militares rusas. Esta iniciativa, liderada por Estados Unidos y respaldada por Alemania, Italia, Rumania y los Países Bajos, demuestra el compromiso de la OTAN de apoyar a Kiev en un momento de creciente tensión política, pero siempre intentando no vincularse demasiado.
Además, la cumbre estuvo marcada por incidentes notables que eclipsaron en parte sus objetivos diplomáticos, como los errores verbales de Biden y el debate interno entre los demócratas estadounidenses sobre su continuidad en la carrera presidencial. Sin embargo, entre los desarrollos menos destacados por los medios generales se encuentra la identificación explícita de Beijing como una amenaza para los intereses de la OTAN, reflejando una estrategia destinada a entrelazar los teatros europeos y asiáticos en un esfuerzo por contrarrestar influencias adversas dentro de la política estadounidense y mantener la relevancia estratégica de Europa.
Este enfoque plantea una pregunta importante: ¿Representa realmente la estrategia de la OTAN una garantía de seguridad efectiva, o más bien contribuye a aumentar los riesgos globales al involucrar a la alianza en conflictos más allá de su tradicional ámbito geográfico? En esta columna, exploraremos detenidamente esta cuestión.
Entrelazar los teatros: La estrategia para que Europa conserve relevancia
La estrategia de la OTAN de entrelazar los teatros europeos y asiáticos se vuelve esencial para Europa en tiempos de creciente complejidad y competencia global. En la reciente cumbre de la OTAN, se subrayó la importancia de esta integración como un paso importante para adaptarse a las nuevas dinámicas geopolíticas que están moldeando nuestro mundo. Con Estados Unidos centrando su atención en Asia, Europa busca no solo mantener su relevancia, sino también desempeñar un papel central en la seguridad internacional y la defensa colectiva.
La creciente colaboración estratégica entre China y Rusia representa una seria amenaza para los intereses occidentales. Por este motivo, la OTAN reconoce la necesidad urgente de ajustarse para contrarrestar estos nuevos desafíos. Esta estrategia no solo reconoce a China como un actor global influyente que está expandiendo su influencia desde Asia hasta Europa, desafiando las divisiones geopolíticas tradicionales, sino que también resalta la interconexión estratégica entre ambos continentes. Como señaló el subsecretario de Estado Kurt Campbell durante su visita a Bruselas, “ahora comprendemos mejor cómo estos dos teatros están interconectados estratégicamente”.
Según este enfoque, el entrelazamiento de teatros no solo fortalece la capacidad de disuasión y defensa de la OTAN frente a amenazas como el apoyo chino a la invasión rusa de Ucrania, sino que también mejora su capacidad para proyectar una presencia global coherente y efectiva. Al integrar operaciones tanto en Europa como en Asia, la OTAN protege los intereses europeos frente a desafíos crecientes y fomenta una mayor cooperación transatlántica, fortaleciendo la unidad dentro de la alianza.
Así, mantener una presencia activa y coordinada en múltiples teatros de operaciones aseguraría que Europa conserve su influencia y relevancia geopolítica en un mundo cada vez más interconectado. Al mismo tiempo, esto garantizaría su papel continuo como un actor clave en la seguridad internacional y en la promoción de normas internacionales, resistiendo los intentos de desplazamiento geopolítico que podrían socavar su estabilidad.
¿Garantía de seguridad o aumento de riesgos?
Entrelazar los teatros europeos y asiáticos, aunque puede ofrecer ventajas estratégicas significativas, conlleva riesgos considerables para la seguridad global. La extensión de la influencia de la OTAN hacia Asia Oriental implica el potencial de arrastrar conflictos y tensiones adicionales a una región donde las rivalidades son intensas y complejas. Además, al ampliar su área de operaciones, la alianza podría enfrentarse a respuestas adversas por parte de actores globales como China, quienes podrían interpretar estas acciones como una amenaza directa a sus intereses estratégicos.
Henry Kissinger, en su libro “Diplomacia”, explica cómo las alianzas rígidas del pasado, como la Triple Entente y la Triple Alianza, contribuyeron al estallido de la Primera Guerra Mundial. Estas alianzas, creadas para garantizar la seguridad, terminaron por volver demasiado rígidas las relaciones internacionales y limitar la flexibilidad diplomática de los países involucrados. En la situación actual, la OTAN podría estar repitiendo estos mismos errores al intentar extender su influencia hacia Asia Oriental.
La historia nos muestra que las alianzas demasiado estrictas pueden aumentar las tensiones y llevar a conflictos mayores. La OTAN, al tratar de contrarrestar la creciente asociación entre China y Rusia, debe considerar cuidadosamente los riesgos de esta expansión. La pregunta clave es si la OTAN está realmente preparada para manejar las consecuencias de este entrelazamiento de teatros sin poner en peligro la seguridad y estabilidad internacionales.
El game changer: Donald Trump
Estados Unidos podría evitar la necesidad de mantener una postura agresiva en dos frentes simultáneamente si Donald Trump volviera a la Casa Blanca. En lugar de perpetuar la dinámica de bloques de la Guerra Fría, esta nueva política buscaría encontrar áreas comunes con Moscú, ofreciendo a Putin más opciones que su alianza con Beijing. No es ningún secreto que a ningún mandatario ruso le agrada convertir a su país en un satélite chino. Por esta razón, otorgar a Rusia mayor libertad diplomática probablemente deterioraría la relación entre Putin y Xi. Asimismo, Trump ha expresado en múltiples ocasiones su interés en mejorar las relaciones con Rusia, lo que podría traducirse en una estrategia de distensión que, en teoría, aliviaría las tensiones en Europa.
Esta aproximación podría desafiar la estrategia actual de la OTAN de integrar los teatros europeos y asiáticos, favoreciendo acuerdos bilaterales sobre compromisos multilaterales. Una distensión con Rusia permitiría a la OTAN dirigir sus recursos y enfoque hacia el Indo-Pacífico, donde la rivalidad con China es más apremiante. Sin embargo, esta movida conlleva riesgos. La historia nos enseña que las políticas de distensión pueden ser volátiles y difíciles de sostener si no se abordan las causas subyacentes de las tensiones.
Para los ‘priorizadores’ republicanos, un grupo con ideas de política exterior que está ganando influencia en el GOP y que incluye al candidato a vicepresidente de Trump, el senador por Ohio J.D. Vance, esta política no solo podría reducir costos y riesgos, sino también redefinir la estructura de seguridad global en términos más favorables para Estados Unidos. Sin embargo, esta perspectiva podría generar fricciones con los aliados europeos de la OTAN, quienes consideran a Rusia una amenaza existencial y dependen de la garantía de seguridad proporcionada por la alianza. Además, un regreso de Trump a la presidencia podría aumentar la presión sobre los aliados europeos para que incrementen su gasto en defensa y asuman una mayor responsabilidad en la seguridad regional. Esto podría resultar en una OTAN más fragmentada y menos cohesionada, dificultando la implementación de cualquier estrategia coherente.
De esta forma, podemos observar que la intención de entrelazar las regiones para fortalecer a la OTAN todavía no está asegurada. El senador J.D. Vance mencionó en la pasada conferencia de seguridad de Múnich que Estados Unidos priorizará la competencia con China y que los europeos deberán encargarse de su propia seguridad, adelantando lo que podría ser la orientación de una futura administración Trump-Vance.
Sin embargo, todo está por verse, y el enfoque de entrelazamiento regional ya fue puesto en marcha, planteando serios riesgos para la estabilidad global. Como advirtió Henry Kissinger en su análisis sobre diplomacia y alianzas, la rigidez diplomática puede conducir a resultados imprevistos y potencialmente peligrosos. Al expandir su área de operaciones hacia el Indo-Pacífico, la OTAN no solo enfrenta la posibilidad de provocar respuestas adversas por parte de actores como China, sino que también corre el riesgo de diluir su cohesión interna y debilitar su capacidad para responder eficazmente a amenazas regionales en Europa.
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