La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) en su última publicación Digital Economy Report alertó acerca del creciente impacto ambiental negativo de la economía digital como consecuencia del excesivo consumo de agua y energía eléctrica, el uso de las materias primas y el aumento de los residuos electrónicos.

La economía digital, también llamada economía de internet, comprende a las tecnologías de información digitales y los negocios a través de mercados basados en internet. Por la irrupción de tecnologías como el Internet de las cosas y la Inteligencia Artificial, se estima que la cantidad de dispositivos conectados a internet podría ascender a 35 mil millones en 2028.

Un rol destacado dentro de la economía digital lo ocupan los dispositivos electrónicos, pero el problema se presenta cuándo simplemente ese dispositivo llega al final de su vida útil o, aunque aún funcione, queremos reemplazarlo. La Unión Internacional de Comunicaciones (ITU, por sus siglas en inglés) informó que en 2022 se generaron 62 millones de toneladas de desechos electrónicos. Los cuales estaban compuestos por 31 millones de toneladas de metales, 17 millones de toneladas de plásticos y 14 millones de toneladas de otros materiales como minerales.

En relación a los desechos electrónicos existe una brecha entre países y una desigual distribución de costos y beneficios. El informe de la UNCTAD pone énfasis en la brecha digital existente entre los países desarrollados y en desarrollo, vinculado al “acceso, asequibilidad y uso de dispositivos y equipos digitales”. China, Estados Unidos y la Unión Europea, son los que mayor desechos generan. En promedio los países desarrollados generan 3,25 kg de residuos por persona, mientras que los países en desarrollo menos de 1 kg. En 2022, sólo el 24 por ciento de esos residuos se recogieron formalmente.

También el reporte da cuenta de otro fenómeno, el aumento de los movimientos transfronterizos de desechos peligrosos, entre ellos, residuos electrónicos. El Convenio de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su Eliminación, en vigor desde 1992, controla los flujos pero existe un comercio ilegal de componentes, dispositivos usados y residuos electrónicos hacia países receptores con poca capacidad de reciclaje dominado por trabajadores del sector informal.

Los depósitos de basura electrónica sin tratamiento adecuado contaminan el suelo, el aire y el agua por la presencia de materiales y sustancias tóxicas como el plomo y el mercurio. Pero a la vez, generan perjuicios a la salud. En 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS, por sus siglas en inglés), indicó que quienes se encuentran expuestos a los residuos electrónicos pueden afrontar graves problemas de salud, en especial, mujeres y niños, trabajadores del sector informal sin cobertura médica.

Nacimientos prematuros, abortos espontáneos, deterioro del sistema neurológico y debilitamiento del sistema inmunológico, son algunas de las consecuencias para la salud que menciona la OMS. De acuerdo a datos de 2019, a nivel global, 18 millones de niños y adolescentes y poco menos de 13 millones de mujeres formaban parte del sector informal de la recolección de residuos y, muchos de ellos, se encontraban en riesgo por la exposición a los desechos electrónicos.

Entre las regiones receptoras de desechos se encuentran: África Occidental y Central, Sudeste de Asia, América Central y América del Sur. En África, uno de los depósitos ilegales más conocidos se encuentra en Accra, Ghana. Aunque en 2021 el gobierno ordenó el cierre del basurero ubicado en Agbogbloshie, desde entonces nuevos depósitos informales emergieron en esa parte de la ciudad.

Los métodos precarios para procesar los residuos, el desmantelamiento y la quema al aire libre, agravan la contaminación del suelo y los cursos de agua debido a las altas concentraciones de metales pesados y sustancias tóxicas. Pero lo más alarmante es la investigación de la Comisión de Energía Atómica de Ghana, quien analizó la leche materna de madres del lugar y encontró la presencia de metales cancerígenos.

Con los dispositivos en todas partes y los desechos electrónicos en aumento, existen algunas iniciativas que contribuyen como soluciones a este desafío global. Por ejemplo, en India, Cashify es una plataforma de comercio electrónico para revender, reparar, reciclar y comprar productos electrónicos usados. Esta plataforma se convirtió en uno de los casos de éxito que mostró el programa Product Lifetime Extension de Naciones Unidas, al igual que también resaltó al Club de Reparadores en Argentina.

A la luz de los datos y casos expuestos, las iniciativas innovadoras podrían ser la alternativa para promover un entorno más equitativo respecto de los beneficios y los costos de la economía digital.

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