Los bosques son ecosistemas que desempeñan un papel crucial para la lucha contra el cambio climático, pero también para preservar la biodiversidad y el sustento de millones de personas, en su mayoría pertenecientes a comunidades indígenas, que dependen de los bosques para obtener agua, alimentos y recursos esenciales para la vida.
De acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), a partir de un estudio de 2020, casi un tercio de la superficie total de tierras está ocupada por los bosques, con un total de 4.060 millones de hectáreas (ha).
Diez Los países con mayor cantidad de bosques en su superficie, de acuerdo valores expresados en millones de hectáreas, son: Rusia (815), Brasil (497), Canadá (347), Estados Unidos (310), China (220), Australia (134), República Democrática del Congo (126), Indonesia (92), India y Perú (ambos con 72 millones).
En la pérdida de los bosques, la deforestación es una de las principales causas por la agricultura, la minería y la industria maderera. Entre 2015-2020, la FAO estima que la tasa anual de deforestación se ubicó en 10 millones de hectáreas. Aunque se utilizan diferentes métodos de medición, en 2023, Forest Declaration Assessment (FDA) indicó que en 2022 la deforestación aumentó en un 4% respecto de 2021, lo cual representó una pérdida de 6.6 millones de hectáreas de bosque a nivel global.
En su último informe, El estado de los bosques del mundo 2024, la FAO destacó los avances para reducir la deforestación en países como Brasil e Indonesia. Pero también alertó sobre cómo el cambio climático está produciendo que los bosques sean más vulnerables al estrés de factores bióticos, como plagas e insectos, y abióticos, como las sequías que potencian los incendios forestales.
En el Amazonas se han reportado, entre enero y junio de este año, 13.489 incendios, cifra que supera en un 61% al mismo periodo de 2023. El 5 de julio, al sur del estado de Amazonas, se declaró la emergencia por el bajo nivel del cauce del río Amazona, y ambiental por los incendios registrados.
Como una de las alternativas para revertir la pérdida de los bosques, detener la deforestación y alcanzar las metas para 2030, la FAO propone innovar, no solo desde lo tecnológico sino desde iniciativas sociales, inclusivas y sostenibles que prioricen la participación de las comunidades y sus conocimientos ancestrales para la toma de decisión y las alternativas de transformación.
En Papua Nueva Guinea, los pueblos indígenas son los encargados de monitorear los bosques y proteger sus recursos a través de la aplicación Open Foris Ground, creada por la FAO junto a Google. La aplicación cuenta con una interfaz de mapas que permite monitorear en tiempo real el estado de los bosques. En este caso, se combinan el conocimiento local con las nuevas tecnologías, el cual forma parte del programa AIM4Forests (Accelerating Innovative Monitoring for Forests) implementado por la FAO y el gobierno de Reino Unido.
Otro caso destacable es la firma de memorandos de entendimiento entre la firma JDE Peet’s con Perú, Honduras y Ruanda para combatir la deforestación relacionada con el café. Sobre este punto, la empresa en colaboración con Enveritas, organización que provee soluciones sostenibles para la industria del café, diseñaron una plataforma que combina imágenes satelitales, inteligencia artificial y verificaciones sobre el terreno para controlar la deforestación. Además, la empresa propone poner fin a la deforestación vinculada a sus principales productos, teniendo como fecha límite el 31 de diciembre de 2025.
Para concluir, lo que une a estas iniciativas es la multiplicidad de actores involucrados en abordar una problemática compleja. Estas iniciativas se deben escalar y acelerar a nivel global para la conservación y el uso sostenible de los bosques.
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