En los próximos cuatro meses, dos millones y medio de sudaneses podrían enfrentarse a la hambruna, una cifra que supera el número de muertes causadas por el régimen de Pol Pot en Camboya y es dos veces y media más que las muertes durante la hambruna de 1983-1985 en Etiopía. Martin Griffith, el principal funcionario humanitario de la ONU, destacó la gravedad de la situación, afirmando que nunca se había visto a tanta gente en riesgo de hambruna.
La expansión de los cementerios en Darfur y la violencia en las ciudades principales reflejan el sufrimiento humano en Sudán. Aunque hay conflictos en otras partes del mundo, ninguno se compara con la intensidad y el alcance de la guerra civil en Sudán. Desde que comenzó el conflicto en abril de 2023, diez millones de sudaneses han sido desplazados de sus hogares, representando una de cada ocho personas desplazadas internamente en el mundo, con más niños desplazados en Sudán que en cualquier otro lugar.
El papel de la comunidad internacional en este conflicto
Varios países están contribuyendo activamente a la guerra civil en Sudán. Egipto, Irán y Turquía han apoyado militarmente a Jartum, a pesar de las atrocidades cometidas por las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS). Rusia inicialmente respaldó a las Fuerzas paramilitares de Apoyo Rápido (FAR) y luego ha jugado en ambos lados del conflicto. Arabia Saudita, con vínculos históricos con las FAS, ha obstaculizado los esfuerzos para reiniciar las negociaciones hasta que Estados Unidos logró un acuerdo en julio para reanudar las conversaciones en agosto en Ginebra.
Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) tienen una gran responsabilidad por la hambruna y la limpieza étnica en Sudán, ya que han estado proporcionando armas a la milicia y facilitando el contrabando de oro sudanés. Las reservas de petróleo de los EAU, su importancia estratégica y su papel en los esfuerzos diplomáticos hacen que los líderes occidentales duden en presionar demasiado a Abu Dhabi.
La importancia del oro en la guerra civil de Sudán y el rol de los Emiratos Árabes Unidos
El comercio de oro ha sido un motor importante de la guerra en Sudán. En 2022, los EAU importaron 39 toneladas de oro de Sudán, valoradas en más de 2,000 millones de dólares. Los expertos opinan que Estados Unidos y la Unión Europea deberían sancionar a más empresas implicadas en el comercio de oro de zonas en conflicto para interrumpir este flujo. Además, advierten sobre la necesaria supervisión independiente de los mercados de oro de los EAU para frenar el comercio ilícito.
Los esfuerzos para interrumpir el comercio de oro y aumentar la presión sobre los EAU podrían tener un impacto significativo en el conflicto sudanés. La presión pública y la conciencia sobre la complicidad de los EAU en la violencia en Sudán pueden forzar un cambio. También es importante reconsiderar las ventas de armas a los EAU y denunciar a las empresas estadounidenses que apoyan al gobierno emiratí.
Hace casi dos décadas, la presión internacional sobre China durante el genocidio en Darfur tuvo un efecto positivo. De manera similar, la presión sobre los EAU y otros actores puede marcar la diferencia en la crisis sudanesa. Los EAU tienen una gran influencia sobre las decisiones de las FAS, y Egipto y Arabia Saudita pueden ayudar a presionar para lograr un alto el fuego y permitir la ayuda humanitaria.
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Fuente: Foreign Affairs