En 1949, el historiador francés Fernand Braudel observó que “el Mediterráneo (y el Gran Mediterráneo que lo acompaña) es lo que los hombres hacen de él”. Una declaración que remarca la diferencia entre la geografía y la geoestrategia: la primera es una observación de las condiciones físicas de un espacio, mientras que la segunda se enfoca en cómo estas condiciones son percibidas como barreras u oportunidades para satisfacer las demandas de seguridad nacional.
Italia depende profundamente de la conectividad proporcionada por el Mediterráneo, una arteria vital que conecta tres continentes y forma la ruta de comunicación más corta entre el Oeste y el Este. Hoy en día, aunque el Mediterráneo representa solo el 1% de la superficie acuática del globo, maneja alrededor del 20% del tráfico marítimo mundial y el 65% del tráfico energético hacia Europa. Estas cifras subrayan la importancia del Mediterráneo no solo como un espacio de tránsito global, sino también como un vínculo económico regional y vital para Roma; de ahí su relevancia para la seguridad nacional italiana.
No obstante, el reciente interés del país por el Indo-Pacífico y su deseo de proteger sus intereses más allá del Mar Rojo reflejan un cambio importante en su estrategia marítima. Despliegues recientes en esta región demuestran un esfuerzo por adaptar el concepto del Mediterráneo Ampliado a un contexto geoeconómico y geopolítico más amplio. En este sentido, este enfoque, reforzado desde la administración Meloni, amplía la relevancia del Mediterráneo en la política de seguridad nacional de Italia, comprendiendo y capitalizando las dinámicas geopolíticas del Indo-Pacífico.
Esta columna analizará cómo y por qué la estrategia italiana en el Mediterráneo Ampliado está evolucionando, y qué implicaciones tiene para el papel de Roma como actor global en un mundo interconectado y fragmentado.
La “Grand Strategy” italiana: el mediterráneo ampliado
La expansión y contracción de las rutas marítimas ha sido un elemento vital para la prosperidad italiana. No es sorprendente que la supervivencia económica del país dependa de la conectividad proporcionada por el Mediterráneo. Ya en 1899, el capitán del ejército real italiano, Alfredo Cangemi, destacaba la vocación “medioceánica” del Mediterráneo: “En el Mediterráneo descansan los tres continentes de Europa, Asia y África y, con el canal de Suez, este mar forma la gran arteria que une Occidente con el Lejano Oriente”.
Estas observaciones siguen siendo relevantes hoy en día. Aunque el Mediterráneo representa solo el 1% de la superficie acuática del planeta, maneja alrededor del 20% del tráfico marítimo mundial y el 65% del tráfico de energía hacia Europa. Esto se debe a que el Mediterráneo sigue siendo una parte integral de una red mundial de rutas marítimas. Esta cuenca incluye las autopistas marítimas que unen Asia con Europa, atravesando los mares de China y el océano Índico, y cuatro puntos críticos de estrangulamiento: el estrecho de Malaca, Bab el-Mandeb, el canal de Suez y Gibraltar. En este contexto, la región mediterránea facilita el movimiento de recursos, datos y bienes entre regiones; al mismo tiempo que es un espacio económico en sí mismo que conecta a los actores y comunidades directamente situados en sus costas.
En este sentido, la forma en que los estados han equilibrado los intereses de seguridad marítima y la conectividad global ha estado determinada en gran medida por su capacidad para desarrollar y mantener las capacidades necesarias. Italia no es una excepción. La reconfiguración “más amplia” o “más estrecha” del país en torno al Mediterráneo como espacio de interés nacional ha dependido de la voluntad política y los recursos asignados. La importancia de la conectividad marítima para la prosperidad italiana ha definido estos recursos.
La reciente crisis en el Mar Rojo representa una amenaza para la validez del concepto de “Mediterráneo Ampliado”. Si Italia no puede mantener un acceso libre al punto de estrangulamiento representado por Bab-el-Mandeb-Mar Rojo-Suez, no podrá sostener el espacio geopolítico y geoeconómico en el que ha operado en los últimos cuarenta años. La actual crisis, que ha provocado una disminución de más del 40% del flujo mercante de Asia a Europa, representa un desafío para la seguridad nacional de Italia.
Para Italia, la protección de sus intereses solo puede lograrse actuando más allá del punto de estrangulamiento del Mar Rojo. El impacto de la crisis se siente tanto en la dimensión económica regional como en la conectividad global. Las importaciones por vía marítima representan el 60% del comercio total de Italia y las exportaciones desde los puertos nacionales el 50%. La economía marítima italiana está en peligro, afectando un sector que vale aproximadamente 52,4 mil millones de euros, el 3,3% de la economía nacional, y que emplea a cerca de un millón de personas, lo que equivale al 3,6% de la población activa.
¿Qué tan amplio se está volviendo el mediterráneo?
Bajo el liderazgo de Giorgia Meloni, Italia está redefiniendo su concepto de “Mediterráneo Ampliado” para incluir el Indo-Pacífico como un espacio geopolítico y geoeconómico esencial. Este cambio refleja un enfoque estratégico más amplio en la política exterior y de defensa del país, dirigido a fortalecer su posición como un actor clave en la escena global.
Una manifestación clara de esta nueva dirección es la creciente implicación de Italia en el Indo-Pacífico. El despliegue del Grupo de Combate de Portaaviones Cavour en el ejercicio Pitch Black, junto con la colaboración en el Programa Global de Combate Aéreo (GCAP) con el Reino Unido y Japón, son ejemplos destacados de este compromiso. Esta expansión geoestratégica se basa en varias razones.
En primer lugar, la primer ministro Meloni busca revitalizar el papel de Italia como puente económico entre Europa, África y el Golfo. La implementación del ‘Plan Mattei para África’ y el Corredor Económico India-Medio Oriente-Europa (IMEC) son iniciativas clave en este esfuerzo. Estas estrategias no solo promueven la conectividad y el desarrollo económico, sino que también posicionan a Italia como un actor crucial en el desarrollo sostenible de infraestructura y energía en estas regiones.
En segundo lugar, el gobierno italiano reconoce la importancia estratégica de la cooperación en defensa con actores del Indo-Pacífico. El ministro de Defensa, Guido Crosetto, ha enfatizado la relevancia de la colaboración con Japón y el Reino Unido a través del GCAP para fortalecer sus capacidades militares y tecnológicas en asociación con otros países. Esta cooperación promueve la competitividad tecnológica de Italia en el ámbito de la defensa, y posiciona a Italia como un socio clave en la seguridad regional.
La tercera razón radica en la necesidad de Italia de proyectar su poder militar más allá de sus fronteras tradicionales. El despliegue del CSG Cavour en el Indo-Pacífico es una demostración clara de esta intención. Estos despliegues son esenciales para asegurar la presencia continua de Italia en la región y reflejan la capacidad de Italia para operar de manera efectiva en un entorno geopolítico dinámico y competitivo.
De esta manera, las actuales actividades económicas y estratégicas de Italia como actor europeo están orientadas a ampliar su influencia más allá de sus tradicionales vínculos con el norte de África y Oriente Próximo. Las nuevas aspiraciones del gobierno en la región del Indo-Pacífico han llevado a dos cambios significativos en la política. En primer lugar, Italia busca fortalecer sus lazos más allá de Europa, aprovechando el crecimiento de sus conexiones comerciales con actores del Golfo y el Indo-Pacífico. En segundo lugar, el gobierno italiano se enfoca en un compromiso estratégico más amplio con socios clave, especialmente en la región del Pacífico, en respuesta a la volatilidad actual de la seguridad internacional y con el objetivo de maximizar las oportunidades económicas.
A pesar de estos avances, las ambiciones de Italia en el Indo-Pacífico enfrentan desafíos importantes. La sostenibilidad a largo plazo de sus numerosos compromisos militares es una preocupación, así como la necesidad de elaborar una estrategia nacional coherente para el Golfo Pérsico y el Indo-Pacífico. La administración de Meloni deberá equilibrar sus objetivos globales con las realidades económicas y políticas internas, asegurando que sus esfuerzos internacionales no sobreextiendan los recursos de Italia.
No obstante, las oportunidades para fortalecer la posición de Italia en el Indo-Pacífico son considerables. La creciente capacidad naval de Italia, incluyendo el despliegue de modernos portaaviones y submarinos, refuerza su capacidad para proyectar poder y asegurar sus intereses en la región. A su vez, la colaboración con aliados como el Reino Unido y Japón, especialmente en el ámbito tecnológico y militar, proporciona un marco sólido para futuras iniciativas conjuntas.
En conclusión, bajo el liderazgo de Giorgia Meloni, Italia está ampliando significativamente su concepto de “Mediterráneo Ampliado” para incluir la región del Indo-Pacífico. Este enfoque no solo refuerza el papel de Italia como una potencia regional con influencia global, sino que también establece un marco para futuras colaboraciones internacionales en defensa y economía. A medida que Italia continúa expandiendo sus horizontes geopolíticos, será importante evaluar cómo estas estrategias impactan tanto a Italia como a sus socios globales.
Te puede interesar: Mas detalles de los drones chinos descubiertos por Italia en Libia