La reciente ofensiva perpetrada por las fuerzas de defensa de Ucrania en la región rusa de Kursk, logró alterar la dinámica de la guerra al exponer debilidades críticas en las defensas de Rusia y cuestionar la narrativa del Kremlin de una posible victoria. Analistas sugieren que esta operación podría marcar un punto de quiebre decisivo en la guerra entre ambos países.

En este sentido, la operación ucraniana, que permito a las fuerzas de Kiev controlar aproximadamente 1,000 kilómetros cuadrados de territorio ruso, desató una serie de reacciones tanto en Kiev como en Moscú. Analistas de Foreign Policy afirman que este avance en Kursk contrasta fuertemente con la fallida contraofensiva ucraniana de 2023, que fue utilizada por el Kremlin para reforzar su narrativa de una eventual victoria rusa.

La capacidad de las fuerzas de defensa de Ucrania para realizar movimientos sorpresa y lograr un aparente éxito en Kursk, demostraron que el conflicto está lejos de estar decidido y que la guerra sigue siendo un asunto abierto. Al interior del país, la ofensiva reforzó la moral y la determinación, no solo entre las fuerzas militares ucranianas, sino también en la arena política.

Durante un discurso grabado que tuvo lugar el miércoles 14 de agosto, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, destacó la actuación de las fuerzas de defensa y el éxito de la operación. Además, aprovecho la oportunidad para instar a sus aliados occidentales a intensificar su apoyo bajo el argumento de que la ofensiva demostró que Ucrania puede cambiar el rumbo de la guerra con el respaldo adecuado.

En Moscú, por otro lado, la incursión suscitó dudas y generó tensiones internas. Si bien el presidente ruso, Vladímir Putin, intentó minimizar el impacto de la incursión calificándola de “provocación”, la rápida reorganización de sus fuerzas en la región de Kursk sugiere una preocupación profunda por el avance ucraniano.

¿Cuál será la estrategia de Putin?

La incapacidad de las fuerzas rusas para repeler rápidamente la ofensiva desafió la imagen de invulnerabilidad que Putin viene tratando de proyectar, tanto a nivel interno como externo. La reacción del Kremlin, que incluyo la evacuación de más de 100,000 personas de la zona y el aparente desmoronamiento de algunas unidades rusas sin luchar, puso en evidencia la fragilidad del aparato militar ruso en esta región.

Lo cierto es que el impacto político de la operación ucraniana en Kursk ya es evidente, con analistas señalando que podría ser un punto de inflexión en la guerra. La pregunta ahora es si este será el impulso que finalmente obligue al Kremlin a reconsiderar su estrategia y busque una salida negociada al conflicto, o si Putin intentará intensificar aún más sus ataques en un esfuerzo por recuperar la iniciativa.

Fuente: Foreign Policy

Redacción
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