Frente al reciente ataque de EE.UU. contra tres puestos de control gubernamentales en el este de Siria, múltiples analistas han comenzado a preguntarse qué tan importante es la presencia del gigante norteamericano en el país de Medio Oriente.
Inicialmente, ocho militares estadounidenses resultaron heridos luego de que un dron de milicias sirias impactara en la zona de aterrizaje de Rumalyn, que acoge a fuerzas estadounidenses y asociadas ubicadas allí para combatir contra ISIS. En respuesta al ataque, EE.UU. y sus aliados lanzaron este importante ataque contra tres puestos de control de milicias sirias, matando al menos a 18 combatientes cerca de la frontera con Irak.
La presencia de Estados Unidos en Siria continúa activa, trabajando conjuntamente con milicias locales para derrotar, o combatir, al Estado Islámico (ISIS). El grupo del Consejo Militar de Deir ez-Zor, que forma parte de la alianza dirigida por kurdos llamada Fuerzas Democráticas Sirias, ahora controla gran parte del territorio que antes estaba en manos del ISIS, gracias en gran parte a EE.UU. No obstante, para muchos existen grandes costos de este apoyo norteamericano en Medio Oriente.
La participación estadounidense en Siria
Luego del inicio de la guerra civil en Siria en el año 2011, la administración Obama impuso sanciones al presidente sirio Bashar al-Assad y apoyó a facciones de la oposición. No obstante, su verdadera implicación militar comenzó en septiembre de 2014, luego de que la coalición liderada por EE.UU. (compuesta por Reino Unido, Francia, Jordania, Turquía, Canadá, Australia, etc) lanzó un ataque aéreo contra el ISIS y Frente al Nusra. Allí, tropas estadounidenses entraron en el noreste de Siria para respaldar a la fuerza kurda siria Unidades de Protección Popular, o YPG, y más tarde a las Fuerzas Democráticas Sirias.
No obstante, las verdaderas acciones militares contra el régimen de Assad ocurrieron en 2017, cuando la administración Trump lanzó un ataque con misiles contra la base aérea de Shayrat por un presunto ataque químico en la ciudad de Khan Shaykhun. Al año siguiente, Trump ordenó la retirada de entre 2.000 y 2.500 tropas en Siria ya que las operaciones realizadas contra el ISIS “tuvieron éxito”.
Sin embargo, EE.UU. no se retiró completamente y dejó una fuerza de contingencia indefinidamente. Hoy, en el año 2024, operan en Siria alrededor de 900 soldados estadounidenses junto a contratistas. La mayoría están desplegados en el noreste del país apoyando a las Fuerzas Democráticas Sirias y otras al Ejército Sirio Libre en el sureste.
Las implicancias de la presencia de EE.UU. en Siria
Para Estados Unidos, que sus tropas se mantengan en el país cumple con diversos objetivos: en principio, impedir el resurgimiento del ISIS, además de apoyar a sus aliados kurdos y contener también la influencia de Irán y Rusia, quienes también poseen presencia militar en Siria. Pero con el pasar del tiempo, las actividades en el país fueron dificultándose.
A principios del 2024, Estados Unidos tenía cerca de 1.000 militares en la parte oriental de Siria, pero las fuerzas estadounidenses en la región, contabilizando también a Irak y Jordania, fueron atacadas más de 180 veces según el Pentágono. Hubo una relativa “calma” desde febrero de este año, pero las últimas semanas las tensiones aumentaron. En este contexto, informes recientes sugieren que han llegado más recursos y soldados a Siria.
Asimismo, se añade que la presencia de EE.UU en este país dificulta sus relaciones con Turquía, principalmente por apoyar a los grupos kurdos. El motivo principal es que el otro miembro de la OTAN considera a las YPG como una rama del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización designada terrorista.
Con este panorama, una presencia continuada de EE.UU. en tal conflicto podría dejar consecuencias irremediables y costos muy altos para el gobierno, así como también las tensiones con Turquía podrían escalar o la guerra civil de Siria podría nunca acabar. Y aunque EE.UU. no asegura quedarse por muchos años más en Siria, desafía actualmente a la política exterior estadounidense y repercute a nivel doméstico, mientras que en paralelo una retirada de las tropas puede empeorar la situación interna del país (como sucedió con Afganistán en 2021).
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