En un contexto marcado por las secuelas económicas de la pandemia de Covid-19 y un panorama de seguridad regional cada vez más complejo, la disputa por la influencia en el Sudeste Asiático se ha intensificado entre Estados Unidos y China. La administración Biden ha redoblado sus esfuerzos para fortalecer asociaciones y alianzas en esta región clave y, hasta ahora, las encuestas de opinión sugieren que Estados Unidos conserva más poder blando y popularidad que China en la mayor parte de la región.
Expertos del Center for Strategic & International Studies afirman que esta preferencia general hacia Washington ha sido un factor crucial para alinear a los gobiernos regionales con los intereses estadounidenses o, al menos, para evitar que se acerquen demasiado a China en cuestiones estratégicas. No obstante, esa ventaja puede estar reduciéndose, ya que el gigante asiático sigue siendo un socio vital para muchos países del sudeste asiático.
En este sentido, Beijing ha consolidado su influencia a través de una combinación de inversiones económicas, intercambios educativos y culturales, y otras herramientas de poder blando. Estos esfuerzos le permitieron estrechar lazos no solo con las élites políticas, sino también con la población en general, lo que ha resultado en un cambio gradual en la percepción pública a favor de China en algunos sectores.
Desafíos para Estados Unidos
A pesar de esto, Estados Unidos todavía disfruta de una mayor popularidad general en la región, lo que le otorga una ventaja significativa en sus intentos de reforzar su presencia. Sin embargo, esta ventaja se ha erosionado en el último año debido a factores externos, como la guerra en Gaza, que ha dañado la percepción de Estados Unidos en países de mayoría musulmana como Indonesia y Malasia.
Un reciente informe del Programa del Sudeste Asiático del Center for Strategic & International Studies, subraya la importancia de que Washington y sus aliados comprendan mejor cómo las inversiones de ambas potencias en las relaciones interpersonales se reflejan en el poder blando y en la alineación estratégica.
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Fuente: Center for Strategic & International Studies