El asesor de seguridad nacional del presidente estadounidense, Joe Biden, Jake Sullivan, participará en varias reuniones en Beijing con altos funcionarios de China esta semana, con el objetivo de reducir las tensiones entre ambas superpotencias antes de las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre. Sullivan se reunirá con el principal diplomático chino, Wang Yi, y otros funcionarios del martes al jueves, en un contexto de desacuerdos entre los dos países en temas como Medio Oriente, Ucrania, disputas territoriales en Taiwán y el Mar de China Meridional, y comercio.
Antes de iniciar una reunión privada, Sullivan señaló que discutirían tanto áreas de acuerdo como de desacuerdo, que deben ser gestionadas de manera efectiva. En los últimos meses de su presidencia, Biden ha promovido la diplomacia directa para influir en el presidente chino, Xi Jinping, y mantener bajo control las tensiones; se espera que Kamala Harris, candidata demócrata en las próximas elecciones, siga una estrategia similar.
No obstante, muchos analistas afines al expresidente republicano Donald Trump consideran que este enfoque es demasiado blando ante la creciente asertividad de la política exterior china. Sullivan busca ampliar las conversaciones entre militares al nivel de mando del teatro de operaciones, con la esperanza de prevenir conflictos en áreas específicas como el estrecho de Taiwán. Además, Estados Unidos quiere que China tome más medidas para frenar el desarrollo de sustancias químicas que pueden convertirse en fentanilo, y alcanzar un acuerdo sobre normas de seguridad en inteligencia artificial.
Por su parte, Pekín planea manifestar su descontento con los aranceles estadounidenses sobre ciertos productos manufacturados y los controles de exportación que afectan a los fabricantes de chips chinos, así como reiterar sus reivindicaciones sobre Taiwán. El Ministerio de Asuntos Exteriores chino declaró que China expresará sus preocupaciones, aclarará su posición y presentará demandas serias sobre Taiwán, el derecho al desarrollo y la seguridad estratégica de China.
En Pekín, los dos funcionarios podrían preparar el camino para una posible reunión final entre Biden y Xi en las próximas cumbres del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Perú y del Grupo de los 20 en Brasil, ambas en noviembre.
La postura del próximo presidente estadounidense con respecto a China
En cuanto a las elecciones, Harris, al aceptar la nominación demócrata, se comprometió a asegurar que “Estados Unidos, no China, gane la competencia por el siglo XXI”. Como vicepresidenta, ha dedicado tiempo a fortalecer las relaciones de Estados Unidos con países vecinos de China, como Japón, Corea del Sur y Vietnam. Trump, por su parte, ha prometido aplicar aranceles generalizados, especialmente sobre productos chinos, y sus aliados han prometido apoyo a los vecinos de China bajo una nueva administración republicana.
Según la inteligencia estadounidense, China no tiene preferencia en las próximas elecciones. Estados Unidos y China han intentado estabilizar sus relaciones desde que alcanzaron un punto crítico tras el derribo de un supuesto globo espía chino el año pasado. Biden y Xi acordaron en una cumbre en noviembre pasado que sus equipos discutieran sobre asuntos militares, inteligencia artificial y la producción ilícita de fentanilo. Sin embargo, persisten los problemas, como la creciente presión de China sobre Taiwán, que se enfrenta a la posibilidad del uso de la fuerza por parte de China para tomar el control de la isla, mientras que Estados Unidos sigue siendo su principal patrocinador y proveedor de armas.
En el ámbito comercial, Biden ha añadido aranceles a productos chinos que considera una amenaza para la industria manufacturera y la seguridad nacional de Estados Unidos. La semana pasada, su administración agregó 105 empresas rusas y chinas a una lista de restricciones comerciales por su supuesto apoyo al ejército ruso, medida que China ha condenado y ha prometido tomar represalias. Wang, el ministro de Asuntos Exteriores de China, calificó estas restricciones como una señal de que algunos en Estados Unidos podrían estar “perdiendo la cabeza”.
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Fuente: Reuters