La expansión de drones en los conflictos de Ucrania y Oriente Medio ha desencadenado una carrera para mejorar vehículos no tripulados que puedan planificar y operar de manera coordinada en el campo de batalla. Con el desarrollo de esta tecnología, los límites éticos de la nueva guerra de drones parece ser menos claros y plantean nuevos interrogantes sobre el papel del control humano en el combate moderno.
La ética de la guerra de drones
Aunque los funcionarios del Pentágono han asegurado que los humanos siempre estarán “al tanto” en las decisiones de matar, el Departamento de Defensa actualizó el año pasado su guía para abordar la autonomía de la IA en armamentos.
“Es un nivel de aprobación muy alto para siquiera proceder a probar un sistema de armas completamente autónomo”, señala Duane T. Davis, profesor titular en la Escuela Naval de Postgrado en Monterey, California. Sin embargo, “se prevé la posibilidad de sistemas de armas completamente autónomos”.
Este avance es impulsado en gran medida por el temor de que los adversarios puedan aprovechar su propia tecnología de enjambres en futuros conflictos con Estados Unidos o sus aliados. La pregunta que queda es si el Pentágono podrá superar los numerosos desafíos tecnológicos que plantea la guerra con drones, al tiempo que se mantiene fiel a la ética de un estado democrático.
Los ataques actuales de grupos militares no tripulados en el campo de batalla y los espectáculos de luces con drones que se ven en los cielos nocturnos de Estados Unidos no son verdaderos enjambres inteligentes. Los primeros son, en esencia, salvas de “misiles” aéreos de movimiento lento, cada uno operado por un humano, sin coordinación ni comunicación entre máquinas. Los segundos, una alternativa tecnológica a los fuegos artificiales, son exhibiciones preprogramadas en condiciones casi ideales, que no tienen gran utilidad en un entorno militar, ya que un adversario podría descubrir cómo contrarrestarlos.
“Para un enemigo, eso solo significa que tengo un patrón de cosas a las que puedo disparar, o que están operando de manera similar, por lo que es más fácil predecir lo que van a hacer”, señala Bryan Clark, miembro senior del Hudson Institute.
Por otro lado, los enjambres utilizan sensores para comunicarse entre drones y, con ayuda de la IA, planifican y colaboran en los ataques de forma dinámica. Están diseñados para crear una ofensiva abrumadora desde “un montón de ángulos diferentes, como las hormigas que se arrastran sobre un escarabajo para devorarlo”, explica Zachary Kallenborn, miembro de la Escuela Schar de Política y Gobierno de la Universidad George Mason.
Las diferencias del combate moderno y el “tradicional”
Lo que está claro es que la tecnología continuará avanzando rápidamente, incluso mientras los investigadores enfrentan desafíos específicos del campo de batalla actual. Según George Matus, director de tecnología de Red Cat y fundador de Teal, los drones cambiarán la guerra de manera similar a como lo hizo la ametralladora hace más de un siglo.
“En aquel entonces, un puñado de artilleros podía derrotar a un gran número de incluso la caballería más poderosa. [A veces, incluso] hoy, un puñado de drones puede derrotar a un batallón de los vehículos blindados más poderosos antes de que lleguen siquiera a la línea del frente”. En el futuro, los enjambres inteligentes serán aún más efectivos, añade.
“La línea del frente se va a automatizar en su mayoría, si no totalmente”, afirma. “No tengo ninguna duda de que, al menos durante las próximas dos décadas, esto va a ser una parte muy importante del futuro de la guerra”.
Sin embargo, algunos consideran que este avance será más un paso evolutivo con aplicaciones limitadas en el campo de batalla. “No va a ser fundamentalmente una revolución en los asuntos militares”, dice el Dr. Kosal. “Eso no significa que no debamos preocuparnos”.
Para muchos, Terminator es una buena película de ciencia ficción, para otros, una fábula con una moraleja muy seria, no darle a las máquinas la facultar de ponerse en contra nuestra. Grandes mentes de nuestro tiempo también lo creían así, como el fallecido Stephen Hawking. La irrupción de la IA en la vida de los humanos, incluida una de sus actividades relevantes, la guerra, puede tener consecuencias y derivaciones desconocidas. Aprendamos de la moraleja de Terminator.