En un contexto multipolar ajetreado, Turquía ha oficializado sus intenciones de ser parte del grupo de los BRICS aún siendo miembro de la OTAN. Los objetivos de Erdogan posicionan a la nación como el primer miembro de la alianza colectiva de defensa en solicitar su ingreso al bloque económico alternativo. 

Se espera que la adhesión de Turquía a los BRICS sea debatida en la próxima cumbre del bloque, que se celebrará en la ciudad rusa de Kazán entre el 22 y el 24 de octubre. Por lo menos, así fue confirmado por el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, el pasado mes de junio, cuando destacó que Rusia acogía “con satisfacción” la unión de Ankara al bloque. 

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Erdogan declaró el fin de semana pasado que “Turquía puede convertirse en un país fuerte, próspero, prestigioso y eficaz si mejora simultáneamente sus relaciones con Oriente y Occidente. Cualquier otro método que no sea éste no beneficiará a Turquía, sino que la perjudicará. No tenemos que elegir entre la Unión Europea y la Organización de Cooperación de Shanghái [OCS] como algunos pretenden, al contrario, tenemos que desarrollar nuestras relaciones tanto con estas como con otras organizaciones sobre una base de ganar-ganar”. 

Cabe destacar que el grupo de los BRICS, encabezado por los líderes de Rusia y China, suele mostrarse como una alternativa mundial al grupo G7 liderado por Estados Unidos. Recibe su nombre por Brasil, Rusia, India y China y Sudáfrica, aunque hoy día se incluyen países que no figuran en el acrónimo por haberse incorporado a principios de este año, como Emiratos Árabes Unidos (EAU), Etiopía y Egipto.

Los posibles motivos de la solicitud de adhesión turca a los BRICS

Para múltiples analistas, la decisión de Ankara no es aislada y puede explicarse en base a dos motivos centrales. Por un lado, la “aspiración a una mayor autonomía estratégica” como país, en gran medida explicado por el alejamiento del “centro de gravedad geopolítico” de aquellas economías más desarrolladas. En otras palabras, la búsqueda de Turquía de reforzar sus relaciones con otras potencias que no sean occidentales debido a que países como Estados Unidos decaen día a día en términos de influencia. 

Por otro lado, el segundo motivo puede considerarse como la frustración de Ankara por el estancamiento de su proceso de adhesión a la Unión Europea, a la que aspira desde hace décadas. No obstante, esta “frustración” no solo se explica con el bloque, sino con Occidente en general. 

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La pregunta debe recaer en si es posible llevar a cabo una adhesión al bloque de los BRICS y pertenecer a la alianza de la OTAN simultáneamente. Hacer un “realineamiento” de esta magnitud puede acarrear ciertos costos, aunque probablemente Turquía se esfuerce para presentar esta decisión sin que perjudique sus lazos con Occidente. 

Por el momento, Ankara mantiene hoy día cierta lejanía con algunos miembros de la OTAN por sus estrechos lazos con Rusia, a pesar del conflicto con Ucrania. Es necesario preguntarse, entonces, si es factible que Turquía pueda cultivar lazos con Oriente sin dejar de cumplir sus obligaciones como miembro de la OTAN. 

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Redacción
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