Debido al calentamiento global, la cantidad de hielo en el Ártico ha disminuido, lo que ha generado una mayor demanda de rompehielos, barcos esenciales para operar en un mundo en deshielo. Aunque el Ártico se calienta cuatro veces más rápido que el resto del planeta, lo que ha aumentado las predicciones de un inminente conflicto entre grandes potencias en la región, Rusia ha liderado la militarización del área, y China también ha mostrado interés.
Sin embargo, el enfoque estratégico de Estados Unidos no está centrado en el Ártico, sino en otras regiones más prioritarias como el Indo-Pacífico y Europa. A pesar de la carencia de rompehielos estadounidenses, la verdadera competencia en el Ártico gira en torno a la rivalidad con Rusia, que obtiene una parte importante de su PIB de los recursos del Ártico. Los esfuerzos estadounidenses y europeos se han centrado en obstaculizar el aprovechamiento de esos recursos por parte de Rusia.
Mientras que la flota rusa de rompehielos apoya la explotación de gas natural y la Ruta del Mar del Norte (NSR), que Putin ha intentado promover como una vía de comercio global, las sanciones occidentales han afectado la capacidad de Rusia para exportar gas y desarrollar su infraestructura en el Ártico. Aunque la construcción de más rompehielos sería beneficiosa para Occidente, el objetivo principal es evitar que Rusia utilice su flota de rompehielos para explotar los recursos del Ártico y consolidar su posición estratégica en la región.
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Fuente: Foreign Policy