Durante varios de estos espacios, analizamos los casos de las economías desarrolladas e India. Las grandes potencias del globo se encuentran en una compleja situación financiera y económica, tanto a nivel interno como con el resto de los países. En esta columna, analizaremos los orígenes del pedido de Xi Jinping para alcanzar las metas de crecimiento económico de la superpotencia asiática. Los recortes de la tasa de interés no logran reactivar la economía, y el Banco Popular de China lanzará en estas semanas nuevas medidas para estimular el crecimiento económico. Primero, analizaremos el frente externo para comprender su buen momento. Luego, haremos un repaso de los principales retos internos.

Foto de archivo: Sede del Banco Popular de la República China en Pekín. 28 de septiembre de 2018. REUTERS/Jason Lee/

Las exportaciones chinas aumentan a nivel global

La inserción económica externa de China tiene sus puntos favorables, y otros no tanto. Respecto a estos últimos, los principales desafíos se encuentran en las tarifas aduaneras que impusieron durante la última década los países occidentales. Algunas medidas se remontan a la administración Trump, pero otras fueron impuestas incluso por los países europeos. Hoy el principal punto de disputa se encuentra en los automóviles eléctricos. Esto preocupa tanto a los europeos que decidieron incluirlo en las negociaciones con el MERCOSUR y aventajar a los autos eléctricos chinos. Los EV (vehículos eléctricos, por sus siglas en inglés) ya fueron arancelados por la administración Biden el pasado viernes con el 100%. 

Por otro lado, varias empresas están evaluando su estrategia de offshoring dentro de China, y planteando la necesidad del nearshoring. Si bien este es un punto con bastante consenso dentro del ámbito empresarial y académico, en las últimas semanas se sumaron varios casos. Por ejemplo, IBM cerró dos centros de I+D en China. Estos centros estaban enfocados en la investigación de nuevas tecnologías y su testeo. Para las empresas de los países occidentales, hoy la estrategia más segura es diversificar sus posiciones en India, Vietnam o Corea del Sur en el sector tech. Además, empresas como Apple están eligiendo esas estrategias.

A pesar de esta coyuntura externa adversa, la economía china es resiliente en el marco de sus exportaciones. Según datos publicados por el Fondo Monetario Internacional, las exportaciones chinas se fortalecieron a nivel global. Por su parte, los EE. UU. y la UE redujeron su contribución a las exportaciones internacionales. Para el FMI, el superávit en la cuenta corriente de China deriva de la contracción en la demanda interna de los consumidores chinos y su mayor predisposición al ahorro. Como contracara de la pandemia de Covid-19 y la crisis inmobiliaria, los empresarios y consumidores chinos son reticentes a la inversión o gasto.

El frente interno: el principal desafío económico

El contexto económico interno de China no es el mejor. Tan es así que el mismo Xi Jinping reclamó a las autoridades mayor compromiso para lograr la meta de crecimiento anual del 5% del PBI, ya que los números actuales lo sitúan por debajo de la meta. Hasta el momento, China venía superando sus metas de crecimiento de manera holgada. Ahora bien, ¿qué explica esta preocupación de Xi Jinping y los datos que aún no logran acercarse a las metas de crecimiento?

En gran medida, la demanda de productos minoristas actual se encuentra estimulada por parte del gobierno. Y desde el sector empresarial, la venta de productos está orientada a la exportación. Por ello, los datos económicos de las exportaciones chinas son muy auspiciosos, y los empresarios chinos están orientando sus estrategias empresariales a la exportación de los productos.

Además, la crisis del sector inmobiliario de 2021, sumada a los despidos de personas, generaron una caída en la demanda. De por sí, el consumidor chino tiende al ahorro de sus ingresos. Pero la crisis laboral actual generó que los datos de inflación cayeran por varios trimestres seguidos. Para los economistas, el ojo está puesto en la deflación. El temor por la “japonización” de China debido a la disminución de precios preocupa a los principales centros financieros. Sin embargo, el Gobierno chino, por medio de la intervención en la economía, cuenta con estímulos y restricciones, tanto para la demanda como para la oferta. Este factor no era posible de ser utilizado dentro de Japón. Por otro lado, la población aún es joven, existen mayores márgenes de migración hacia las ciudades y esto genera que las posibilidades de crecimiento económico (de la demanda) se mantengan. De esa manera, el cálculo de Pekín es que los riesgos de una deflación crónica a la japonesa parezcan lejanos.

Joaquín Bernardis
Licenciado en Relaciones Internacionales (UCSF). Investigador en el Observatorio de Política Internacional (UCSF). Consultor en internacionalización. Docente universitario en marketing internacional (UCU). Especializado en desarrollo de negocios con mercados asiáticos (UNRaf).

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