Por primera vez desde su creación en 2006, el grupo de economías emergentes conocido como BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) no logró emitir un comunicado en conjunto al finalizar su reciente reunión de ministros de Relaciones Exteriores en Nueva York. Este estancamiento refleja las crecientes tensiones internas tras la ampliación del bloque, que ahora incluye a nuevos países como Egipto y Etiopía, quienes se opusieron a ciertos términos en el documento final.
La reunión, celebrada en paralelo a la Asamblea General de las Naciones Unidas, tenía como objetivo discutir una serie de temas clave, entre ellos la situación en Oriente Medio, los planes para una moneda común y las futuras incorporaciones al grupo. Se esperaba que los ministros acordaran un comunicado de 52 párrafos, pero el desacuerdo sobre la representación africana en el Consejo de Seguridad de la ONU bloqueó cualquier posibilidad de consenso.
El rol de Egipto y Etiopía en el desacuerdo
Uno de los puntos más álgidos de la discusión fue la resistencia de Egipto y Etiopía a firmar un acuerdo que apoyara la candidatura de Sudáfrica como representante africano en el Consejo de Seguridad. Según fuentes diplomáticas brasileñas e indias, una de las condiciones impuestas para la ampliación del BRICS era el respaldo de los nuevos miembros a las aspiraciones de India, Brasil y Sudáfrica de obtener asientos permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU.
El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mauro Vieira, quien presidió la reunión, intentó mediar entre las partes, pero la falta de consenso llevó a dar por concluida la sesión sin lograr un acuerdo. “No hubo consenso”, confirmó Joel Souza Pinto Sampaio, jefe de comunicación de Vieira, añadiendo que los “sherpas” del grupo (diplomáticos encargados de las negociaciones previas a las cumbres) continuarían trabajando para llegar a un acuerdo antes de la cumbre de Kazán, programada para octubre en Rusia.
La ampliación del BRICS y sus desafíos
El BRICS fue creado inicialmente como un foro para las economías emergentes de Brasil, Rusia, India y China, con Sudáfrica uniéndose en 2010. Sin embargo, la ampliación del grupo a principios de 2024 con la incorporación de Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos ha añadido nuevas capas de complejidad a la toma de decisiones.
El año pasado, estos países fueron invitados formalmente a unirse al grupo, aunque algunos, como Arabia Saudita, aún no han confirmado su participación. Esta expansión ha sido vista como un intento del BRICS de consolidar su influencia en el escenario internacional y ofrecer una alternativa a las instituciones dominadas por Occidente, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Sin embargo, esta misma ampliación ha traído consigo desafíos significativos. La falta de consenso en torno a temas cruciales, como la representación en el Consejo de Seguridad de la ONU, destaca las divergencias internas que dificultan la cohesión del grupo. Durante una cumbre en junio en San Petersburgo, el presidente ruso, Vladímir Putin, mencionó que hasta 34 países habían expresado interés en unirse al BRICS, incluyendo Azerbaiyán, Malasia, Tailandia y Turquía. Esta última, si es aceptada, sería el primer miembro de la OTAN en unirse al bloque, lo que añadiría otra capa de complejidad geopolítica a la dinámica del BRICS.
Próximos pasos
De cara a la cumbre de octubre en Kazán, las tensiones persisten dentro del grupo. Se espera que los países miembros, junto con los sherpas, continúen trabajando para llegar a un consenso sobre los temas discutidos en Nueva York. Sin embargo, la negativa de Egipto y Etiopía a apoyar la candidatura de Sudáfrica para un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU plantea interrogantes sobre la capacidad del BRICS para actuar como un bloque cohesionado en el escenario internacional.
A medida que más países expresan su interés en unirse al grupo, las negociaciones internas serán cada vez más complejas, lo que podría afectar su capacidad para tomar decisiones conjuntas sobre asuntos globales clave.
La cumbre de octubre será un momento crucial para determinar si el BRICS puede superar sus diferencias internas y seguir adelante como un actor significativo en la geopolítica mundial. Mientras tanto, las expectativas de una moneda común y un mayor papel del BRICS en la reforma del multilateralismo global siguen siendo puntos de debate dentro del grupo.
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