En los últimos días, América del Sur ha tenido un registro sin precedentes de incendios forestales. En Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú las llamas han consumido miles de hectáreas que, en muchos casos, eran de bosque nativo.
La sequía a causa del fenómeno climático El Niño y las altas temperaturas de la región han propiciado un ambiente inflamable en América del Sur. Un estudio reciente publicado en la revista Nature refleja que en las últimas dos décadas fueron más frecuentes las condiciones de sequía extrema en las regiones del norte de la Amazonía, norte de Maracaibo, y el centro del Gran Chaco, el segundo bosque más importante de la región.
World Resources Institute (WRI) indica que en la región de la Amazonía de Brasil, Bolivia y Perú se ha incrementado en un 79% las alertas en relación a la misma temporada del año pasado. En lo que va del año, Bolivia registró 29.000 alertas de incendios, mientras que en Brasil el registro 45.000 alertas. Por su parte, en Perú hubo 450 alertas, una cifra que supera a la de años anteriores.
El impacto y la preocupación por el avance de los incendios ha tenido diferentes reacciones en el área política. En Ecuador, el presidente Daniel Noboa, canceló su participación en la Asamblea General de Naciones Unidas (AGNU) y calificó la situación como una “desgracia” para el país, luego de que las llamas afectaran a 147 hectáreas en la capital, Quito. En Perú, la presidente Dina Boluarte no recibió la aprobación del Congreso para asistir a la AGNU, por la situación de emergencia ante los incendios en las regiones de Amazonas, San Martín y Cusco.
Por su parte, en Brasil se han generado cruces al interior del gobierno. Además de que el presidente Lula da Silva no hizo mención a la situación durante su discurso ante la AGNU, Marina Silva, ministra de Medio Ambiente terminó por ser una de las personas apuntadas. En recientes entrevistas declaró que “lo planificado no fue suficiente” para hacer frente a los incendios. Esto se produce en un contexto en donde la ministra se opone a las perforaciones petroleras en el Margen Ecuatorial, en disidencia con el ministro de Energía, Alexandre Silveira.
En la tendencia a largo plazo, la deforestación es la principal causa de los incendios. La Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) alerta que entre 1985 y 2023, se deforestaron más de 88 millones de hectáreas en el Amazonas, una superficie similar a la de Colombia. Dichos datos fueron extraídos de un estudio de los nueve países que lo componen: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y Guyana Francesa.
Además, la RAISG revela que la pérdida del bosque derivó en el uso intensivo del suelo. Actividades como la minería legal e ilegal, la agricultura y la ganadería aumentaron en todos los casos en más de un 500% en las zonas deforestadas.
Desde la dimensión humana, actualmente en la Amazonía 149 comunidades indígenas enfrentan la sequía. Para los líderes de la comunidades, “los pueblos indígenas están literalmente ardiendo”. En donde no solo se pone en riesgo la biodiversidad y el ecosistema, sino la vida de las personas que dependen de los bosques para subsistir.
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