Las recientes declaraciones de Sergey Lavrov, Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, confirman que el país estaría dispuesto a negociar la retirada de sus tropas en Georgia. En una rueda de prensa de la Asamblea General de la ONU el pasado domingo, el titular de la diplomacia rusa destacó que sus tropas pueden llegar a abandonar las regiones separatistas de Georgia, luego de años de enfrentamientos en el Cáucaso Sur.
El conflicto entre Georgia y Rusia, aunque tiene raíces históricas, es un claro reflejo de las dinámicas post-soviéticas en la región. En el 2008, tras años de tensiones, estalló una guerra de cinco días entre el gobierno y las regiones que buscaban la independencia como Osetia del Sur que, apoyadas por Rusia, fueron reconocidas como tal. No obstante, la comunidad internacional no reconoce la independencia de estas regiones como lo hace Rusia, por lo que las tensiones geopolíticas e ideológicas se mantienen latentes desde hace años.
En este contexto, los últimos años del gobierno de Georgia han sido de aproximación constante hacia Rusia (principalmente la parte del territorio georgiano que quedó bajo control de las fuerzas de Moscú), mientras que las relaciones con Occidente se agrietaron. El actual primer ministro georgiano, Irakli Kobakhidze, puntualizó recientemente que el 20% de su territorio está ocupado ilegalmente por los separatistas, aunque es posible “restaurar todos los puentes destruidos” entre Georgia y las dos regiones autónomas de facto que reciben apoyo militar, político y económico de Rusia.
El partido gobernante Sueño Georgiano ha dicho que quiere la reconciliación histórica, aunque “la forma que adopte esta reconciliación depende de lo que decidan los Estados de Abjasia y Osetia del Sur”, afirmó Lavrov. No obstante, el mandatario recalcó que “si hay interés por todas las partes en normalizar estas relaciones”, el gobierno ruso estaría “dispuesto a ayudar”.
El próximo mes, Georgia acudirá a las urnas para los comicios parlamentarios, cruciales para el futuro del país o, por lo menos, para el desenvolvimiento de la relación con Rusia y las regiones autónomas de facto. Además, aunque regiones como Abjasia han apostado por la cercanía con Rusia, la administración de Putin ha comenzado a levantar subsidios y envíos de dinero. Pese a todo, Rusia mantiene su influencia en las regiones separatistas y Georgia continúa buscando apoyo internacional.
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