Shigeru Ishiba, el veterano político que se convirtió en una figura central en la política japonesa durante más de tres décadas, alcanzó finalmente su objetivo de liderar el Partido Liberal Democrático (PLD) y, con ello, asumir el cargo de primer ministro de Japón. La llegada de Ishiba representa una reorientación en áreas críticas de la política exterior y de defensa, justo en un momento en que Japón se enfrenta a desafíos geopolíticos crecientes, tanto a nivel regional como global.
En este sentido, vale preguntarse: ¿cómo se diferencia su enfoque de los anteriores primeros ministros, y qué impacto tendrá este cambio en el Indo-Pacífico, la región más estratégica del mundo?
Shigeru Ishiba : un “militarista pragmatico”
Desde sus inicios, Shigeru Ishiba se distinguió por su enfoque en asuntos de defensa y seguridad. Conocido como un “military otaku” (aficionado militar), sirvió en roles clave, como Ministro de Defensa y Director General de la Agencia de Defensa de Japón, en los que dejó claro su compromiso con el fortalecimiento de las capacidades de seguridad de Japón.
A diferencia de sus predecesores, como Shinzo Abe o Fumio Kishida, que también priorizaron la seguridad nacional, el enfoque de Ishiba es más profundo y técnico, centrado no solo en aumentar la capacidad de las Fuerzas de Autodefensa de Japón (FAJ), sino también en redefinir su rol en la región.
Una de las principales diferencias que distingue a Ishiba es su inclinación por transformar la alianza de seguridad entre Japón y Estados Unidos. Mientras Abe promovió una reinterpretación de la constitución pacifista del país para permitir una mayor flexibilidad en las operaciones militares bajo el paraguas estadounidense, Ishiba parece dispuesto a ir más allá al buscar una mayor autonomía dentro de esa alianza.
Propuestas como la creación de bases de entrenamiento conjuntas en suelo estadounidense para las FAJ, y una posible revisión del Acuerdo sobre el Estatuto de las Fuerzas (SOFA), apuntan a una visión en la que Japón busca igualar su posición en la alianza, algo que ha sido políticamente delicado en Tokio durante décadas.
Un Japón con Más Autonomía
El enfoque de Ishiba también sugiere que Japón debe ser un actor más autónomo en los asuntos de seguridad regional, un gran cambio en comparación con el enfoque más tradicional de dependencia de Estados Unidos para la defensa nacional.
Durante su campaña, Ishiba habló abiertamente sobre la creación de un marco de defensa regional similar a la OTAN, con la participación de aliados como Estados Unidos, Corea del Sur y Australia. Si bien esta propuesta enfrenta grandes desafíos debido a las diferencias históricas y estratégicas entre los países de Asia, refleja el deseo de Ishiba de que Japón juegue un papel más activo en la defensa colectiva en el Indo-Pacífico.
Además, su propuesta de reconsiderar los “Tres Principios No Nucleares” de Japón —particularmente el principio que prohíbe la introducción de armas nucleares en territorio japonés— es una muestra clara de cómo su gobierno podría cambiar la postura de seguridad del país. Aunque esta idea ha generado controversia dentro del país, podría ser vista como un paso necesario para reforzar la disuasión en una región donde China continúa aumentando su arsenal nuclear y expandiendo su influencia militar. No obstante, cualquier modificación a estos principios no solo desataría debates internos intensos, sino que también complicaría las relaciones con Corea del Sur, donde los recuerdos de la ocupación japonesa.
Como se mencionó anteriormente, desde una perspectiva de seguridad, mientras el gobierno de Abe fue el artífice de la reinterpretación del Artículo 9 de la Constitución —permitiendo a Japón involucrarse en la defensa colectiva bajo ciertas condiciones—, Ishiba parece dispuesto a llevar esta reinterpretación un paso más allá. Apoya la capacidad de las SDF para participar más activamente en operaciones conjuntas con aliados, y también fue uno de los principales defensores de otorgar a las FAJ mayores facultades para defender el territorio japonés de incursiones extranjeras. Esto incluye cambios en las reglas de enfrentamiento, lo que permitiría a las FAJ disparar contra fuerzas extranjeras que violen su espacio aéreo o marítimo, algo que hasta ahora ha sido altamente restringido.
Contención de China y un mayor papel de Japón
El Indo-Pacífico se ha convertido en el epicentro de la competencia entre las dos superpotencias, Estados Unidos y China. Bajo el liderazgo de Ishiba, Japón podría intensificar su papel en la contención de la influencia china en la región.
La visita de Ishiba a Taiwán antes de asumir la presidencia del PLD subraya su preocupación por el aumento de la presión militar china sobre la isla, y su intención de fortalecer los lazos con Taiwán, a pesar de las objeciones de Beijing.
La política de Ishiba también está alineada con los esfuerzos para mejorar la cooperación multilateral en la región. Iniciativas como el Quad (que incluye a Japón, Estados Unidos, Australia e India) podrían verse reforzadas bajo su mandato, ya que Japón buscaría alianzas flexibles y específicas para abordar desafíos como la seguridad marítima, la ciberseguridad y la disuasión frente a las acciones de China en el Mar de China Meridional. Este enfoque pragmático podría ofrecer a Japón una posición más influyente en la región, sin la necesidad de formar alianzas formales como la OTAN, que enfrentaría resistencias históricas y políticas.
Sin embargo, el reto principal de Japón en esta estrategia será mantener el equilibrio entre su papel como aliado cercano de Estados Unidos y su necesidad de relaciones económicas estables con China. La economía japonesa depende en gran medida de las exportaciones a China, y un deterioro en las relaciones bilaterales podría tener un impacto adverso en su recuperación económica.
Por su parte, en el marco de la competencia global entre Estados Unidos y China, Japón bajo Ishiba tiene el potencial de desempeñar un papel relevante. Su enfoque de política exterior, que combina un mayor protagonismo militar con un esfuerzo por mantener la estabilidad regional, posiciona a Japón como un actor estratégico en la región del Indo-Pacífico. Para Washington, el liderazgo de Ishiba será bien recibido, ya que un Japón más fuerte y autónomo en términos de defensa aligera parte de la carga que Estados Unidos ha asumido durante décadas en la región.
No obstante, la propuesta de Ishiba de revisar el SOFA y buscar una mayor equidad en la alianza de seguridad con Estados Unidos podría generar fricciones, particularmente si implica un mayor control japonés sobre las bases militares estadounidenses. Además, la idea de compartir armas nucleares con Estados Unidos, inspirada en la política de la OTAN, enfrenta importantes obstáculos políticos y sociales dentro de Japón, donde la oposición al armamento nuclear sigue siendo alta debido a su historia única.
Un Nuevo Camino para Japón en un Escenario Global Cambiante
Shigeru Ishiba llega al poder en un momento crítico para Japón y el Indo-Pacífico. Su enfoque en defensa y seguridad, que busca un equilibrio entre la cooperación con aliados tradicionales y un mayor protagonismo regional, representa un cambio estratégico respecto a sus predecesores. La clave de su éxito radicará en su capacidad para implementar estas políticas en un contexto geopolítico complejo, donde Japón debe navegar entre las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China, mientras mantiene su seguridad y estabilidad económica.
El impacto de su liderazgo se sentirá tanto en la política interna como en el escenario internacional. Si bien sus propuestas más ambiciosas, como un “OTAN asiático” o la modificación de los principios no nucleares, podrían no materializarse de inmediato, su enfoque pragmático y técnico en la seguridad y defensa de Japón garantiza que su gobierno será recordado como uno que redefinió el rol de Japón en la arquitectura de seguridad del Indo-Pacífico.
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