Como un claro ejemplo de trabajo conjunto, Estados Unidos se encuentra colaborando con Japón en la construcción de sus primeros portaaviones de posguerra. El sábado pasado, el buque japonés JS Kaga arribó a las costas de San Diego para realizar pruebas de vuelo con cazas F-35B y allanar “el camino para una mayor interoperabilidad”, según lo declarado. 

En palabras de la Fuerza de Autodefensa Marítima de Japón, este buque fue construido como el segundo de los destructores portahelicópteros japoneses de la clase Izumo y entró en servicio en 2017. Su nombre proviene del portaaviones Kaga de la Segunda Guerra Mundial que participó en el ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de 1941, y es el que realizará las pruebas de vuelo seguras en el Océano Pacífico Oriental con los cazas norteamericanos. 

Buque JS Kaga arribando a San Diego. Créditos: SanDiegoWebCam en X

La decisión de convertir sus destructores portahelicópteros en portaaviones surge en un contexto regional en el que Japón observa la expansión de la flota de buques de guerra de China. Las actividades de su vecino no solo han aumentado en los últimos años, sino también sus capacidades de disuasión. En este contexto, Japón ha optado por motivar aún más su bilateralidad con Estados Unidos, principalmente en materia de defensa. 

Recién en el año 2018, el país aprobó nuevas directrices del programa para facilitar la modificación de sus dos buques de guerra clase Izumo: el Kaga y su gemelo el JS Izumo. Estos serían los primeros portaaviones del país desde la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de transportar cazas F-35B estadounidenses. 

No obstante, estas directrices de 2018 aplicaban a que estos buques modificados continuarían participando como destructores multifunción en diversas misiones de defensa del país. Y en paralelo, no tendrían ningún escuadrón de cazas asignado permanentemente. 

Créditos: WarshipCam

Más allá de que Japón debe adquirir los F-35B, su constitución le prohibe disponer de “armas ofensivas” que puedan únicamente ser utilizadas para la destrucción masiva de otro país. En esta categoría ingresan los portaaviones de ataque, los cuales excederían la definición constitucional de “nivel mínimo necesario” para la autodefensa de Japón. 

De todas formas, se espera que la posesión de estos portaaviones permita a Japón disponer de una mayor flexibilidad en sus operaciones defensivas en la región, donde la adquisición de 42 cazas F-35B es un objetivo a alcanzar en el mediano plazo. No obstante, la medida ha sido criticada por China, alegando que Japón estaría violando su “constitución pacifista”. 

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Redacción
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