En los meses, México se ha visto nuevamente envuelto en una ola de violencia con el Cártel de Sinaloa enfrentando a facciones rivales que ha dejado como saldo una sangrienta lucha por el control del narcotráfico.

Guillermo Arias | AFP | Getty Images

¿Cómo era antes?

Hasta hace poco, la situación en el estado de Sinaloa, al noroeste de México, había sido relativamente pacífica. Una organización criminal cohesiva mantenía la violencia local bajo control, evitando enfrentamientos masivos. Sin embargo, esa paz llegó a su fin a finales de julio, cuando Ismael “El Mayo” Zambada García, uno de los líderes del cártel, fue traicionado por el hijo de un antiguo aliado. Zambada fue secuestrado, llevado a Estados Unidos y arrestado por autoridades estadounidenses, según informes de funcionarios.

Esta traición, sumada a la captura y enjuiciamiento de Joaquín “El Chapo” Guzmán, dejó a Sinaloa en una situación de tensión, a la espera de un nuevo liderazgo en el cártel. A principios de septiembre, la violencia explotó: una serie de asesinatos marcó el inicio de una guerra civil dentro de la organización criminal.

Un estado paralizado

La población de Sinaloa quedó atrapada en medio del conflicto. Con más de 140 personas asesinadas en solo un mes, las autoridades locales prevén que la violencia en las calles aumente. Este panorama se agrava con el inicio del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum, quien ha prometido continuar la estrategia de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, de evitar enfrentamientos directos con los grupos armados para reducir las bajas masivas.

Respuesta del gobierno

El gobierno federal ha desplegado 1.100 soldados para patrullar las calles de Sinaloa, mientras que el ejército ha desarmado a la policía municipal de Culiacán, ante la preocupación de una posible colusión entre oficiales locales y el cártel. Según expertos, este movimiento refleja la gravedad de la situación.

El general Francisco Jesús Leana Ojeda, exjefe de las fuerzas armadas en Sinaloa, declaró que la seguridad del estado “no depende de nosotros, sino de que los grupos rivales detengan sus confrontaciones”.

Más allá del conflicto interno

La guerra por el control del narcotráfico va más allá de las luchas internas. La toma de tierras para la producción de marihuana y la operación de laboratorios de drogas sintéticas sigue siendo una de las principales causas de la violencia. Mientras tanto, la sociedad de Sinaloa queda nuevamente sometida al control de grupos criminales en un ciclo de violencia que parece no tener fin.

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Redacción
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