Recientemente, el presidente argentino, Javier Milei, confirmó que viajará a China en enero de 2025 para asistir a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) en ese país. Aunque durante su campaña electoral Milei había manifestado que no mantendría relaciones con naciones como China o Brasil, a las que calificó de “comunistas”, parece haber modificado su enfoque diplomático respecto a China, priorizando los intereses nacionales por sobre la ideología.
Milei se rinde ante el pragmatismo en su acercamiento al poderío chino
“China es un socio comercial muy interesante. No nos exigen nada, solo piden que no los molestemos“, expresó Javier Milei en una entrevista concedida a Susana Giménez en la Casa Rosada. Además, mencionó que tras una reunión con el embajador chino, Wang Wei, se logró desbloquear SWAP para facilitar los intercambios financieros entre ambos países.
La renovación del acuerdo de ‘swap‘ de monedas con China, vigente hasta 2026, las compras de soja argentina y la reactivación de las obras en las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner en Santa Cruz, junto con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), son aspectos clave que el gobierno de Javier Milei valora significativamente, más allá de su alineación geopolítica e ideológica con Estados Unidos e Israel.
Al respecto, Guillermo Francos, jefe de Gabinete, señaló en una entrevista radial que “la relación comercial entre Argentina y China es muy importante”, destacando las inversiones chinas en el país y, fundamentalmente, el mencionado SWAP como elementos fundamentales para la recuperación económica de la Argentina.
De esta manera, las declaraciones del equipo político de Milei, y la del propio presidente, demuestra como, a fin de cuentas, el interés nacional y el pragmatismo son los factores decisivos al relacionarse con una potencia mundial que es tanto acreedor, proveedor e inversor de la República Argentina.
SWAP, exportaciones agrícolas e inversiones estratégicas
Actualmente, China es el segundo mayor socio comercial de Argentina, solo superado por Brasil. Este año, las exportaciones argentinas aumentaron un 14,8%, impulsadas por la recuperación del sector agrícola, y aquellas destinadas al gigante asiático subieron casi un 30% en el mismo período, representando el 15,5% del incremento total, de acuerdo con la consultora Qualy.
Por otro lado, las inversiones chinas en sectores estratégicos, como la minería, especialmente en el cobre y el litio, desempeñan un papel fundamental en la atención que el gobierno de Xi Jinping presta a la situación política actual de Argentina. Según datos de Abeceb, China tiene proyectos de inversión en Argentina por 32.000 millones de dólares, repartidos entre 80 empresas con presencia en al menos 12 provincias, principalmente en el Noroeste y la Patagonia, aunque también en Buenos Aires.
Respecto al swap, tras 15 años de haberse firmado el acuerdo financiero, el monto actual llega a los 20.000 millones de dólares, siendo un intercambio monetario que le permite a la Argentina aumentar sus reservas internacionales y pagar las importaciones chinas con yuanes en lugar de dólares.
El año pasado, se activó una línea de 5.000 millones de dólares, cuando la gestión anterior busco evitar una devaluación abrupta durante la campaña electoral. A pesar de esto, el gobierno de Milei consiguió una extensión del acuerdo, lo que evitó la devolución de esos 5.000 millones, que habría generado un grave déficit en las reservas del Banco Central.
Finalmente, la economía prevalece sobre la ideología
La realidad es que, a pesar de las preferencias tanto ideológicas cómo personales del presidente y su equipo político-económico, la relación con la República Popular China es una pieza que resulta fundamental para las arcas del país, particularmente en un contexto de recuperación macroeconómica donde la liberación del cepo es un paso crucial, y para la que se necesitan urgentemente divisas.
El notable y continuo ascenso de China, junto con la negativa de Estados Unidos a ceder su liderazgo, es posiblemente uno de los rasgos más distintivos del actual sistema internacional, dado que es esta situación la que ha llevado a ambos países hacia una guerra comercial y tecnológica.
Simultáneamente, se observa un cambio de poder, riqueza e influencia que se aleja de Occidente, donde Europa enfrenta una crisis lenta, pero inevitable y que ,por primera vez en cuatro siglos, deja de ser el centro de las relaciones internacionales.
En el diseño de su política exterior, los países combinan principios, intereses, pragmatismo y la formación de alianzas, buscando una inserción internacional alineada con sus metas. La decisión de Javier Milei de visitar China en enero parece indicar que, en su gestión de política exterior, el interés nacional prevalece sobre el dogmatismo ideológico.
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