Días atrás, el jefe del servicio de seguridad interior de Reino Unido, Ken McCallum, afirmó que tanto ISIS como Al Qaeda constituyen una amenaza debido al “resurgimiento” de diversas organizaciones terroristas como las nombradas. Sin embargo, estamos en condiciones de afirmar —y las pruebas existentes confirman dicha teoría— que el fenómeno del terrorismo yihadista es un peligro que nunca ha dejado de estar presente, y no solo en Europa, sino también, a nivel global, ya que, año tras año, miles de atentados terroristas fueron y son perpetrados alrededor del mundo, trayendo consigo, sangre, destrucción y muerte.
La exportación del terrorismo
El discurso pronunciado por McCallum en Londres, se produce en medio de un contexto internacional complejo, en donde las guerras en Ucrania y Medio Oriente, sobre todo, hacen temblar a la seguridad internacional. A raíz de esto, afirmó su preocupación acerca del riesgo que representa el hecho de que la guerra desatada en Medio Oriente podría acarrear consigo ciertas repercusiones en Reino Unido. Repercusiones traducidas en acciones terroristas. Atentados terroristas.
A este complejo problema, el director general del MI5 lo denominó como la “exportación del terrorismo” por parte de grupos terroristas yihadistas extranjeros, haciendo un fuerte hincapié en las incesantes actividades del autodenominado “Estado Islámico” –ISIS- quien, pese a haber perdido gran parte de su poderío tras la caída de su autoproclamado “Califato” en parte de Iraq y Siria, ha sabido reinventarse decenas de veces a lo largo de los años. Con relación a esto, en la actualidad, dicha organización yihadista se ha transformado en una especie de red terrorista debido a las respectivas filiales que este salvaje grupo terrorista tiene desplegadas en distintas partes del mundo, las cuales han llevado a cabo sangrientos atentados en diversos países y continentes, incluyendo África, Asia Central, el Sudeste Asiático, y obviamente, su cuna, Oriente Medio. Paralelamente, “Al Qaeda se encuentra en una posición en la que busca sacar partido de los conflictos que tienen lugar en Medio Oriente”, sostuvo.
A su vez, Ken McCallum también demostró su inquietud respecto al actual panorama cambiante en el que el terrorismo busca su apoyo en niños y jóvenes, en la mayoría de los casos, a través de internet, basándose en que “más de una de cada ocho personas investigadas por el servicio por implicación en terrorismo son menores de edad”, triplicando esa cifra desde el año 2021. De esta cifra obtenida, la gran mayoría del trabajo desarrollado por el MI5 en materia contraterrorista, aborda el terrorismo relacionado al extremismo islamista. Mientras que una cuarta parte, está vinculada a grupos de extrema derecha, como veremos a continuación.
El crecimiento del terrorismo de extrema derecha entre los jóvenes
Días antes de los brutales ataques del 7 de octubre, la comisaria europea de Asuntos Internos, Yvla Johansson, declaró que “el terrorismo de extrema derecha es una amenaza creciente en Europa”, existiendo aquí una delgada línea que divide el extremismo de derecha y el terrorismo. No mucho tiempo después, la historia daría un rotundo viraje, ya que, tras los ataques de la organización terrorista Hamás, se iba a producir una proliferación de atentados alrededor del mundo provocado por los discursos de odio efectuados por los principales líderes yihadistas del mundo.
Lo remarcado anteriormente no quiere decir que el terrorismo de extrema derecha haya desaparecido. Al contrario, En los últimos meses, el llamativo crecimiento de menores investigados por delitos de terrorismo de extrema derecha ha despertado cierto grado de preocupación en el “Viejo Continente”, tratándose así de una “nueva tendencia” entre los jóvenes, mayormente impulsada por una propaganda en donde se busca “idolatrar” a los terroristas mostrándolos como “santos”, mientras que se los induce a los jóvenes a llevar a cabo atentados terroristas.
Dicho todo esto, queda aún más en evidencia que el terrorismo —en cada una de sus facetas, ya sea de índole yihadista o vinculado a la extrema derecha— está presente en nuestros días, siendo un mal demasiado difícil de erradicar, al menos, en el corto y mediano plazo. Suponiendo así un enorme desafío para las autoridades de aquellos países dispuestos a combatirlo.
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