Con la participación de casi treinta comitivas, entre países de la región y observadores, la XVI Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas sirvió como marco para abordar un sinnúmero de cuestiones que forman parte de una agenda conjunta, pensada para estrechar canales de cooperación frente desafíos comunes. Ante este escenario, uno de los interrogantes que salió a la luz giró en torno a las Fuerzas Armadas y su participación en funciones de seguridad interior, tema que es centro de no pocos debates en el ámbito académico y político.

Foto: MinDef

Fue durante la rueda de prensa conjunta, realizada por los ministros de defensa de Argentina, Guatemala, Paraguay y Perú, donde se expuso públicamente la cuestión del rol de las Fuerzas Armadas (FFAA) en la lucha contra el crimen organizado, una de las tantas amenazas reconocida como transversal a los países de región.

El ministro de defensa del Perú, Walter Enrique Astudillo Chávez, destacó que existe una discusión de muchos años, si las Fuerzas Armadas deberían participar contra el crimen organizado. “…Es una función que no está establecida en el marco legal de muchos países, pero la realidad que vivimos en el hemisferio es que el crimen organizado se ha constituido en la amenaza principal. Y que las fuerzas policiales, quienes son las que deben enfrentarlo, no tienen las capacidades necesarias para hacerle frente de manera efectiva…” reconoció Astudillo Chávez.

Posteriormente, el titular de la cartera de Defensa peruana abrió nuevamente la puerta al debate al expresar que “…ahí surge la pregunta, si las Fuerzas Armadas pueden ayudar a que esta respuesta del estado sea más efectiva. En los países de la región, vemos como las FFAA se están empleando de diferentes formas, es decir actuando conforme a sus capacidades, propias realidades y marco legal…”.

Foto: MinDef

Por su parte, el ministro de defensa Luis Petri confirmó que desde el gobierno se continuará con la política de sostener la participación de las Fuerzas Armadas en apoyo a las Fuerzas de Seguridad provinciales y federales, tal como se ha realizado en el Plan Bandera, iniciativa concebida para atender los graves problemas de inseguridad en la ciudad santafesina de Rosario.

Con la intención de resolver algunas de las cortapisas impuestas a las Fuerzas Armadas, el ministro Petri también confirmó que “…Es necesario revisar y repensar los marcos normativos que hoy rigen el accionar de las FFAA argentinas, tanto funciones principales como accesorias. Parte de esa reforma tienen que ver con debates que tiene que dar el congreso, mientras que otra parte está directamente relacionada al decreto reglamentario de la ley de defensa que se extralimitó en su reglamentación, reduciendo y limitando el accionar de las FFAA. Lo vamos a corregir y daremos a conocer…”.

Bajo este marco, vale abordar nuevamente aquellos ejes que han sido tenidos en cuenta para que las Fuerzas Armadas sean consideradas a nivel regional como una herramienta de apoyo o para atacar directamente a amenazas tales como el el narcotráfico, minería ilegal, trata de personas, terrorismo y crimen organizado.

Fuerzas Armadas y Seguridad Interior

Traccionadas por el avance de organizaciones criminales, muchas de ellas transnacionales y con acceso a considerables recursos materiales, humanos y económicos, la inseguridad y la violencia en las grandes urbes de América Latina han alcanzando niveles alarmantes en las primeras décadas del siglo XXI, superando en contadas ocasiones los sistemas de seguridad.

El gobierno argentino dispuso la presencia de las Fuerzas Armadas en Rosario, en apoyo a las Fuerzas de Seguridad provincial y federales. Foto: Zona Militar

La presencia y expansión de estas amenazas obligó a que los estados encontraran como respuesta parcial a sus Fuerzas Armadas, en lo que suele designarse como una “militarización de la seguridad”. Ya sea por sus capacidades o presencia, las Fuerzas Militares de la región se han convertido en un actor adicional, directo o indirecto, en la lucha contra el crimen organizado y sus consecuencias.

Hoy en día, son pocos países del continente americano los que no se han visto obligados a desplegar “en las calles” a sus Fuerzas Armadas, en lo que es considerado un desplazamiento de su rol primario a los fines de atender la urgencia impuesta por la cuestión seguridad, tema que tiene un impacto directo en la opinión pública, y que la política pocas veces puede ignorar.

A estos factores también se ha sumado un concepto que se ha extendido en la región: ante la escasa posibilidad de un conflicto entre países del continente, se ha considerado que sistemas de defensa deben ser replanteados, con el subsiguiente desplazamiento del rol primario de las Fuerzas Armadas. Situación que ha propiciado que en contadas ocasiones se eleve el interrogante ¿Para que necesitamos a las Fuerzas Armadas?

Con un escenario cada vez más complejo en el plano internacional y continental, donde incluso van surgiendo nuevos actores (no estatales o estatales) con claras intenciones de desestabilización, algunos gobiernos de la región aún continúan haciendo frente al debate de las Fuerzas Armadas como solución a la cuestión de seguridad interior.

infantes de Marina chilenos en apoyo a las fuerzas policiales de BioBío. Foto: JEDENABIOBIO

De momento no hay una respuesta definitiva a este interrogante. Y materializar la misma demandará un considerable esfuerzo interdisciplinario, donde jugarán roles vitales los consensos políticos, el marco legal, la opinión pública y una verdadera intención de atacar y resolver cuestiones de fondo.

Imagen de portada: MinDef

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