A medida que las tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos se intensifican en el Indo-Pacífico, gran parte de la atención se centra en puntos conflictivos como el Mar de China Meridional o el estrecho de Taiwán. No obstante, un nuevo espacio geográfico está emergiendo silenciosamente como un escenario clave en la competencia entre las dos grandes potencias: el Golfo de Tailandia. Históricamente, esta región estuvo al margen de las disputas marítimas en Asia, pero varios desarrollos recientes indican que este panorama podría cambiar en los próximos años.
Proyectos de infraestructura, como el canal Funan-Techo en Camboya y la creciente presencia militar china en el puerto de Ream, señalan que Beijing está consolidando su influencia en la zona. Estas maniobras tienen el potencial de alterar la dinámica regional, no solo para los vecinos inmediatos como Vietnam o Tailandia, sino también para Estados Unidos, quien domina las principales rutas marítimas en el Indo-Pacífico.
De región periférica a eje estratégico
El Golfo de Tailandia, que siempre disfrutó de relativa calma en comparación con el convulso Mar de China Meridional, se está convirtiendo en un punto estratégico fundamental para China. Este país, en su esfuerzo por diversificar sus rutas marítimas, está comenzando a mirar más allá del Estrecho de Malaca, un cuello de botella que ha sido descrito como el “Dilema de Malaca” para Beijing. El estrecho, por donde transita gran parte del comercio chino, es vulnerable a un bloqueo por parte de Estados Unidos, que mantiene una fuerte presencia naval en la región. Ante esta fragilidad, Beijing apuesta por una serie de proyectos que buscan reducir su dependencia de Malaca.
Uno de los desarrollos más importantes es el canal Funan-Techo, un proyecto financiado por China que, una vez completado, conectará la capital camboyana de Phnom Penh con el Golfo de Tailandia. Más allá de sus evidentes beneficios económicos para Camboya, que reducirá en un 70% sus tiempos de tránsito marítimo, el canal podría ofrecer a China una vía directa al Golfo de Tailandia, evitando así el Mar de China Meridional y cualquier confrontación con las fuerzas navales rivales. Además, aunque la navegación de buques militares chinos a través de esta vía fluvial presenta desafíos técnicos, como el bajo caudal del río Mekong, estos obstáculos no son insalvables a largo plazo.
La construcción de este canal también reforzaría la presencia china en el flanco occidental de Vietnam, un desarrollo que podría forzar a Hanoi a redistribuir sus fuerzas militares. Históricamente, Vietnam concentra su defensa marítima en el Mar de China Meridional, donde mantiene disputas territoriales con China. Sin embargo, la posibilidad de que Beijing extienda su influencia hacia el Golfo de Tailandia obliga a Vietnam a repensar su estrategia, creando un nuevo frente de preocupación para Hanoi.
Aunque Pekín y Phnom Penh negaron enérgicamente las acusaciones de que China pudiera estar planeando desplegar fuerzas en una nueva base en el exterior. Camboya afirmó que tal acción violaría su constitución, que prohíbe la presencia de bases militares extranjeras en su territorio. Sin embargo, diversos analistas sugieren que la presencia de China podría tener objetivos militares y estratégicos.
El “Dilema de Malaca” y la diversificación china
Como se mencionó anteriormente, la estrategia de China para el Golfo de Tailandia no sería un movimiento aislado, sino parte de un esfuerzo mayor para abordar una vulnerabilidad crítica: el Estrecho de Malaca. Este estrecho, que conecta el Océano Índico con el Pacífico, es una de las rutas comerciales más transitadas del mundo. Por allí pasa más del 70% del petróleo que China importa para alimentar su economía. Pero el control de este pasaje está fuera de su alcance. Países como Indonesia, Malasia y Tailandia tienen soberanía sobre sus aguas, y la presencia militar de Estados Unidos asegura que Beijing no puede ejercer un control absoluto.
Esta situación genera ansiedad en los círculos estratégicos de China, que temen que en caso de un conflicto con Estados Unidos, el acceso a Malaca podría bloquearse, paralizando la economía china en cuestión de semanas. Beijing bautizó este temor como el “Dilema de Malaca”. Para mitigar esta amenaza, China lanzó una campaña masiva de diversificación de rutas, tanto marítimas como terrestres, a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). El canal Funan-Techo en Camboya es solo una pieza de este rompecabezas. Beijing también financió el puerto de Gwadar en Pakistán, así como proyectos en Sri Lanka y Birmania, creando una red de infraestructuras que le permitan evitar el Estrecho de Malaca.
Otra posibilidad que está en discusión desde hace tiempo es que China financie la construcción del canal de Kra, a través del istmo de Kra en Tailandia, para conectar el golfo de Tailandia con la bahía de Bengala. Aunque este proyecto aún no pasó de la fase de conversaciones, su implementación podría transformar las rutas comerciales y militares de la región, ofreciendo a China una nueva alternativa para evitar el estrecho de Malaca.
Implicaciones para Estados Unidos y sus aliados
Para Estados Unidos, el creciente interés de China en el Golfo de Tailandia y su estrategia para reducir su dependencia de Malaca representan un desafío directo. La marina estadounidense juega un papel fundamental en la protección de las rutas marítimas internacionales, asegurando la libertad de navegación en el Indo-Pacífico. Sin embargo, la creciente presencia de China en áreas como el Golfo de Tailandia podría limitar la capacidad de Washington para proyectar su poder en la región.
A diferencia de la militarización del Mar de China Meridional, donde Estados Unidos respondió con ejercicios de libertad de navegación, en el Golfo de Tailandia la respuesta de Washington podría ser menos confrontativa. En lugar de desplegar fuerzas militares directamente en la región, Estados Unidos debería profundizar sus alianzas regionales con actores clave como Vietnam, Tailandia y Malasia. Aunque Camboya se alineó firmemente con China, otros países del sudeste asiático podrían ser más receptivos a una mayor cooperación de seguridad con Washington si perciben que la creciente influencia china amenaza sus intereses.
Vietnam, que ya comenzó a fortalecer sus lazos de defensa con Estados Unidos, podría ser un socio clave en esta estrategia. Hanoi, que tiene una larga historia de conflictos territoriales con Beijing, probablemente vea con preocupación la creciente presencia china en el Golfo de Tailandia. Al igual que en el Mar de China Meridional, donde construyó defensas alrededor de las islas disputadas, Vietnam podría optar por reforzar su presencia en el Golfo para contrarrestar las ambiciones de China.
El Golfo de Tailandia en el centro del tablero geopolítico
El Golfo de Tailandia está emergiendo como un nuevo eje en la competencia estratégica entre China y Estados Unidos en el Indo-Pacífico. Proyectos como el canal Funan-Techo y la expansión de la infraestructura china en la región indican que Beijing está buscando reducir su vulnerabilidad en el Estrecho de Malaca, al tiempo que amplía su influencia militar y comercial. Para Estados Unidos, esto plantea un desafío, pero también una oportunidad para reforzar sus alianzas regionales y asegurar que la región no caiga completamente bajo la influencia de China.
El futuro del Golfo de Tailandia dependerá en gran medida de cómo respondan los actores regionales. Vietnam y Tailandia jugarán un papel fundamental en la contención de la expansión china, mientras que Estados Unidos deberá encontrar un equilibrio entre la cooperación y la disuasión. A medida que el Indo-Pacífico se redefine, el Golfo de Tailandia promete convertirse en uno de los puntos clave de esta nueva era de competencia global.
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