Tras las elecciones en Georgia, el partido gobernante Sueño Georgiano (GD), bajo el liderazgo de Bidzina Ivanishvili, obtuvo una victoria con el 54% de los votos, en un proceso electoral que la oposición denunció como fraudulento y coaccionado. Los comicios dejaron a Georgia en una encrucijada, donde la influencia rusa sigue creciendo y la posibilidad de unirse a la Unión Europea parece cada vez más difícil.
La oposición, encabezada por el Movimiento Nacional Unido (UNM), se negó a aceptar los resultados, calificándolos de “golpe constitucional” y anunciando movilizaciones de protesta. Tinatin Bokuchava, líder de la oposición, acusó al GD de utilizar “recursos administrativos” para coaccionar a los votantes, en particular en áreas rurales, donde el partido obtuvo hasta el 90% de apoyo. A medida que las tensiones aumentan, el país parece dirigirse hacia una posible crisis política que polarizaría aún más a su sociedad.
Por su parte, observadores internacionales, como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), expresaron su preocupación ante los informes de intimidación y presión sobre los votantes, especialmente empleados del sector público. Un informe preliminar de la OSCE indicó que las elecciones representan un “retroceso democrático” para Georgia, un país que, históricamente, mostró fuertes aspiraciones prooccidentales, con hasta un 80% de su población apoyando la adhesión a la Unión Europea. No obstante, el acercamiento del GD hacia Rusia, en contraposición a estas aspiraciones, incrementó las preocupaciones sobre el rumbo político de Georgia.
¿Se complica el ingreso de Georgia a la Unión Europea?
En este contexto, el rol de Ivanishvili fue fundamental en el giro de Georgia hacia un perfil conservador y prorruso. El multimillonario ruso afirmó, tras conocerse los resultados, que esta victoria “es un buen indicador del talento del pueblo georgiano”, aludiendo al creciente sentimiento nacionalista y de preservación de “valores familiares” que el GD promovió junto con la Iglesia Ortodoxa.
Los resultados de estas elecciones arrojan dudas sobre el estatus de candidato a la UE de Georgia, que se encuentra suspendido desde mayo cuando el gobierno aprobó una ley de “agentes extranjeros”, inspirada en una medida similar en Rusia, que obliga a los medios y ONG con financiamiento externo a registrarse como “agentes de influencia extranjera”.
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Fuentes: The Guardian – Newsweek