Como suele ser de público conocimiento, una de las principales características del fenómeno del terrorismo –y particularmente, del terrorismo yihadista- es su vocación expansiva. Tan es así que, en numerosas ocasiones, hemos hecho mención de las distintas filiales que organizaciones terroristas como el autodenominado “Estado Islámico” –ISIS– o Al Qaeda poseen alrededor del mundo. De hecho, mucha de la ampliación de estos grupos yihadistas está relacionada al afán de estos por querer acaparar la mayor cantidad de territorio que puedan saliendo de su “zona de confort”: Medio Oriente. 

De esta manera, desde hace un tiempo atrás, pero sobre todo en el transcurso de los últimos años, el continente africano se ha convertido en el epicentro del terrorismo yihadista debido a que ha sido poblado por varias células terroristas tanto de Al Qaeda -en el caso de JNIM-, como así también del ISIS de la mano de su filial africana ISWAP-. No obstante, en el caso del autodenominado “Estado Islámico” en particular, ya hemos sido testigos de la presencia de sus “tentáculos” en varias regiones del mundo, más allá de Medio Oriente y África. No mucho tiempo atrás, Europa y Asia Central también han sido víctimas de los daños que el terrorismo yihadista produce. 

En este sentido, al tratarse el yihadismo de un mal a nivel mundial, la región conocida como el sudeste asiático no ha quedado exenta de la amenaza que este fenómeno representa, tal como veremos a continuación. 

Abu Sayyaf, sembrando terror en Filipinas

Surgido a principios de la década del 90, Abu Sayyaf, también conocido como Al-Harakat Al-Islamiyya, es una organización terrorista yihadista con base en el sur de Filipinas, particularmente en la isla de Mindanao. Inicialmente, este grupo terrorista se formó tras separarse de la organización rebelde conocida como el Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN), quien desde 1970 lucha contra el gobierno filipino a fin de lograr el establecimiento de un “Estado Islámico” autónomo en las islas sureñas del país. Tras rechazar la postura moderada elegida por el FMLN, Abu Sayyaf bajo el mando de su líder Abdurajak Abubakar Janjalani, se abrió paso e inició su macabro trayecto individualmente. 

En cuanto a su principal objetivo, este no ha cambiado mucho respecto a lo planteado por el FMLN, ya que consiste en la creación y establecimiento de un Califato que se extienda por todo el extremo sur de Filipinas y en donde rija con firmeza la Sharía (Ley Islámica). Sin embargo, desde su creación tres décadas atrás, esta organización terrorista ha sido responsable de haber llevado a cabo numerosos secuestros dentro y fuera del país, como así también, extorsiones y asesinatos -mayormente de cristianos- a sangre fría, teniendo a la decapitación con espada como su modo de asesinar favorito. 

Su relación con otras organizaciones terroristas 

Desde hace un tiempo considerable, no es novedad que Abu Sayyaf mantiene estrechos vínculos con otras organizaciones terroristas de su misma índole. Un claro ejemplo es el caso de Al Qaeda, con quien Abu Sayyaf supo tener un vínculo debido a que su líder, Janjalani, luchó a la par de Osama Bin Laden para expulsar a los soviéticos de Afganistán. Así también, muchos miembros de la organización terrorista filipina han sido entrenados en campos terroristas en Arabia Saudita, Pakistán y en el mismísimo Afganistán. 

A su vez, algunos integrantes de jerarquía dentro de Abu Sayyaf -como lo fue el caso del comandante Isnilon Hapilon– han sabido prestarle juramento a ISIS, incluso antes del año 2014, cuando el grupo terrorista formalmente le juró fidelidad al autodenominado “Estado Islámico”. Desde entonces, y tras la caída del “Califato” en Siria e Iraq, cientos de combatientes extranjeros se marcharon en búsqueda de refugio hacia la isla filipina de Joló, el último bastión de Abu Sayyaf. Esta masiva ola de terroristas extranjeros –también provenientes de Indonesia, Malasia, Bangladesh y Pakistán- trajo aparejado consigo nuevas formas de violencia extrema como los atentados suicidas como una novedosa táctica operativa en la región.

La actualidad de la organización terrorista

Más allá de lo anteriormente mencionado, Abu Sayyaf no es la única organización yihadista que ha dejado su huella terrorista en el Sudeste de Asia. A lo largo de los años, también se han reportados ataques terroristas adjudicados a grupos como “Los luchadores Islámicos para la Liberación del Bangsamoro”, Ansar Khalifa Philippines y Maute. Sin embargo, ninguna de estas organizaciones ha llegado a tener la importancia y el poder que engloba Abu Sayyaf alrededor de sí, con una gran cantidad de atentados terroristas en su haber. 

Ahora bien, pese a haber sufrido numerosos golpes en el último tiempo -traducidos estos en arrestos, detenciones y condenas-, no quedan dudas de que Abu Sayyaf continúa siendo una amenaza no solo para Filipinas, sino también para toda la región del Sudeste Asiático. Una región que, aunque parezca muy lejana, no está nada alejada del mal del terrorismo yihadista. 

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Máximo Alterman
Licenciado en Ciencias Políticas por Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino y maestrando en RRII en la Universidad de Belgrano. Gran interés en Medio Oriente y particularmente, el fenómeno del Terrorismo

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