El inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania en febrero del 2022 fue, efectivamente, un acontecimiento de magnitud mundial, y el objetivo inicial de Rusia de contenerlo regionalmente quedó lejos. Al convertirse en una guerra a gran escala, millones de refugiados huyeron de Ucrania, se dispararon los precios de combustibles y fertilizantes, entre otras cuestiones, que causaron un efecto dominó en el resto del mundo.
A medida que el conflicto se prolongó, sus repercusiones internacionales se ampliaron en alcance. Y mientras más se mantiene en el tiempo, cada vez son más los países involucrados, directa o indirectamente, en el conflicto.
Desde el lado de Ucrania, múltiples países europeos han tratado de apoyar la lucha de Zelenski, proveyendo paquetes de ayuda militar y financiera. Desde el otro lado, Rusia se apoya cada vez más en sus lazos con Corea del Norte, que recientemente envió soldados para ser entrenados en las filas rusas.
En torno a lo diplomático, los bandos son palpables. Para Occidente, cualquier país que no apoye a Ucrania o sancione a Moscú, está “amigado” con Putin. La posición de neutralidad es difícil de comprender, aunque, en realidad, ninguna posición internacional es suficientemente poderosa para imponer un alto el fuego.
La proyección internacional de la guerra entre Rusia y Ucrania ha generado que muchos países se comprometieron a desempeñar papeles de mediadores, como Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, entre otros. Sin dudas, las razones por la cual los países externos poseen intereses en el conflicto son múltiples, así como también el por qué la guerra entre Rusia y Ucrania se ha tornado mundial.
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