Esta semana, el presidente chino, Xi Jinping, visitó Perú para asistir a la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), donde inauguró junto a su homóloga peruana, Dina Boluarte, el puerto de aguas profundas de Chancay. Se trata de un proyecto de 3.600 millones de dólares, una de las mayores inversiones en infraestructura de China en la región en las últimas dos décadas.
“Chancay acompañado al puerto del Callao (en la costa peruana) revolucionará el comercio y dinamizará la economía de Asia y Pacífico. Perú abre sus puertas y da la bienvenida a los capitales y fondos de inversión de todo el mundo”, manifestó Boluarte en un discurso de apertura de una reunión de empresarios del bloque del APEC.
Los detalles del nuevo puerto de Perú
El megapuerto peruano de Chancay iniciará su operación movilizando un millón de contenedores al año, mientras que espera una segunda fase de expansión en los próximos años con inversión adicional de 2.300 millones de dólares. En el megapuerto, la empresa Cosco Shipping tiene una participación del 60%, y el resto está en manos de la minera peruana Volcan.
Se espera que en aproximadamente cuatro años se podría comenzar a desarrollar la segunda fase del proyecto”, dijo a Reuters por teléfono el gerente de asuntos corporativos Cosco Shipping Chancay Perú, Mario de las Casas. “Desde el terminal se podrá recibir y zarpar grandes buques con viajes directos Asia-Sudamérica, reduciendo el transporte de mercancías en unas dos semanas”, añadió.
Efectivamente, China tiene pactos similares con Chile, Costa Rica, Ecuador y ya ha empezado conversaciones con Uruguay. Es una clara demostración del mayor protagonismo en la región, además de que China tiene un tratado de libre comercio con Perú desde el 2009.
Pekín ha logrado una amplia ventaja comercial con América Latina, de unos 100.000 millones de dólares frente a Estados Unidos, y la brecha es cada vez mayor. Perú, por ejemplo, hace una década comerciaba poco más con Estados Unidos que con China. Ahora, China tiene una ventaja de más de 10.000 millones de dólares en el comercio bilateral, según recientes datos anuales.
Posibles implicancias y aspiraciones de China en el continente
Para expandir el análisis, es necesario remontarse al año 2013, cuando Xi Jinping comenzó a impulsar la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI). Sin dudas, transformó la relación de China con América Latina, más aún considerando que Pekín es ahora el segundo socio comercial más importante de la región, solo detrás de Estados Unidos.
Pero el protagonismo de China en la región también puede explicarse por la dependencia del gigante asiático de materias primas que solo poseen países de América del Sur, como el cobre y el litio andino o el maíz y soja de las llanuras de Argentina y Brasil. Perú, por ejemplo, es el tercer mayor productor mundial de cobre.
Se generó así una relación bilateral de dependencia del dinero chino y necesidad de materias primas latinoamericanas. Y en este contexto, fueron años en los que los líderes de América Latina se acostumbraron a recibir inversiones externas de China, mientras que Estados Unidos y la Unión Europea se han mostrado reacios a aportar grandes sumas.
Sin embargo, Beijing está cambiando su enfoque hacia inversiones de menor tamaño en tecnología avanzada y energía renovable. Más allá de que la construcción de infraestructura china ha sido beneficiosa, estos megaproyectos no siempre producen grandes beneficios debido a que se construyen en países endeudados. También han traído problemas como corrupción y deuda, enfrentando grandes críticas de los opositores a la presencia china en la región.
Un claro ejemplo es la represa Coca Codo Sinclair en Ecuador, proyecto con problemas significativos. Por este tipo de razones, China está reduciendo sus inversiones en infraestructura física y aumentando su enfoque en sectores como telecomunicaciones y vehículos eléctricos.
Lo cierto es que este cambio de enfoque podría ayudar a mejorar la infraestructura digital de América Latina y facilitar la transición hacia energías más limpias, pero también plantea preocupaciones sobre la dependencia existente del gigante asiático, la seguridad de los datos y la propiedad intelectual.
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