Estados Unidos ha autorizado a Ucrania el uso de sistemas de misiles de largo alcance para llevar a cabo ataques en suelo ruso. La medida, anunciada por The New York Times, considerada un punto de inflexión en la política estadounidense, permite al ejército ucraniano utilizar los Sistemas de Misiles Tácticos del Ejército (ATACMS) en defensa de sus posiciones en la región de Kursk, al oeste de Rusia. La decisión, impulsada por el presidente Joe Biden, ha generado controversia dentro de la Casa Blanca y entre sus asesores, debido al riesgo potencial de escalada militar con Rusia.

Este cambio se produce en un contexto de creciente tensión entre Ucrania y Rusia, especialmente luego del despliegue de tropas norcoreanas por parte de Moscú para reforzar sus líneas en Kursk. Según funcionarios estadounidenses, el uso inicial de estos misiles se centraría en objetivos militares rusos y norcoreanos, incluyendo concentraciones de tropas, nodos logísticos y líneas de suministro clave. La introducción de fuerzas norcoreanas en el conflicto ha sido uno de los principales catalizadores de esta autorización, ya que se busca disuadir a Corea del Norte de intensificar su participación.

El despliegue de los misiles ATACMS marca una evolución significativa en la postura de Washington. Hasta ahora, Estados Unidos había restringido el uso de armamento suministrado a Ucrania para evitar incursiones directas en territorio ruso, con el objetivo de contener una posible reacción del presidente ruso, Vladímir Putin. Sin embargo, la situación cambió luego de un asalto transfronterizo ruso hacia Járkov, lo que llevó a la Casa Blanca a flexibilizar las restricciones y permitir el uso del Sistema de Cohetes de Artillería de Alta Movilidad (HIMARS) con un alcance más limitado.

Contexto y desafíos estratégicos

La autorización de los ATACMS responde también a una serie de desafíos estratégicos que enfrenta Ucrania. La reciente introducción de más de 10.000 soldados norcoreanos, junto a las ofensivas rusas en múltiples frentes, ha sobrecargado a las fuerzas ucranianas, particularmente en Kursk. Según los informes, Moscú estaría preparando un asalto con alrededor de 50.000 efectivos para retomar el control de la región, lo que aumenta la presión sobre Kiev para obtener ventajas defensivas y ofensivas a través de armamento más sofisticado.

Desde el inicio de la invasión a gran escala en 2022, el debate sobre el suministro de misiles de largo alcance a Ucrania ha sido constante. Dentro del Pentágono, algunos funcionarios se opusieron a esta medida argumentando que podría agotar los recursos militares de Estados Unidos, mientras que otros temían una escalada directa con Moscú. Sin embargo, sectores que favorecen una posición más agresiva sostienen que Biden y sus asesores han sido demasiado cautelosos ante la retórica rusa y que este enfoque ha dificultado la efectividad de Ucrania en el campo de batalla.

Una posible escalada

El uso de misiles ATACMS para ataques en territorio ruso plantea serias interrogantes sobre una potencial respuesta de Putin. En evaluaciones recientes, agencias de inteligencia estadounidenses han advertido sobre el riesgo de represalias rusas, incluyendo acciones de sabotaje en Europa o ataques directos contra bases estadounidenses y aliadas. La decisión de autorizar estos misiles también es vista como un mensaje a Corea del Norte, mostrando que su participación en el conflicto podría tener consecuencias significativas.

En el plano diplomático, los aliados europeos de Ucrania, como Reino Unido y Francia, han proporcionado misiles Storm Shadow y SCALP, pero con reservas sobre su uso en suelo ruso, a menos que contaran con el aval de Washington. La hesitación de Biden se ha basado en cálculos cuidadosos sobre las posibles reacciones de Moscú, y ahora, al dar luz verde al uso de ATACMS, ha tomado un paso que, si bien no se espera que modifique radicalmente el curso de la guerra, sí añade una nueva dimensión a las capacidades ofensivas de Ucrania.

El presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha buscado desde hace tiempo el respaldo de Estados Unidos y otros aliados para llevar a cabo ataques de largo alcance, argumentando la necesidad de equilibrar la balanza en el frente de batalla. La utilización de estos sistemas avanzados permitirá a Ucrania golpear objetivos estratégicos en Rusia, lo que podría influir en futuras negociaciones y el control territorial. Sin embargo, persisten las dudas sobre si esta medida será suficiente para frenar la presión rusa y norcoreana, y si evitará un recrudecimiento del conflicto.

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Redacción
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