El jefe de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Frank Kendall, ha alertado sobre la posibilidad de un conflicto inminente con Rusia y China, destacando que este podría materializarse “en cualquier momento”. Durante un discurso ante los cadetes de la Academia de la Fuerza Aérea el pasado 12 de noviembre, Kendall subrayó la urgencia de prepararse para una confrontación de esta magnitud. Su principal objetivo, señaló, es inculcar un sentido de urgencia frente a las crecientes tensiones internacionales.

Kendall destacó dos focos clave de preocupación. Por un lado, el aumento de la presencia militar de China en el Pacífico occidental, especialmente en torno a Taiwán y el Mar de China Meridional. Por otro, la disposición de Rusia a recurrir al uso de la fuerza, con énfasis en la amenaza de armas nucleares en el contexto del conflicto en Ucrania.

Según Kendall, la amenaza de un conflicto nuclear se ha intensificado debido a la dependencia de Rusia de su arsenal nuclear y la expansión de las capacidades nucleares de China.

El jefe de la Fuerza Aérea también advirtió que el concepto de disuasión nuclear, que mantuvo la paz entre potencias durante la Guerra Fría, se encuentra ahora bajo presión. En un contexto donde las capacidades nucleares de Rusia y China continúan fortaleciéndose, Kendall enfatizó que Estados Unidos debe mantener su ventaja estratégica para evitar posibles catástrofes. En caso de que la disuasión falle, aseguró, la preparación militar será esencial para responder a cualquier agresión.

Melissa Dalton, adjunta de Kendall, reforzó estas preocupaciones en septiembre pasado, subrayando la necesidad de modernizar el arsenal nuclear estadounidense. Ante el riesgo de enfrentar simultáneamente a dos potencias nucleares con capacidades crecientes, el Pentágono ha ajustado su estrategia de disuasión para contemplar esta complejidad. Sin embargo, las crecientes amenazas han puesto a prueba la capacidad de Washington para gestionar múltiples frentes de conflicto, desde Asia hasta Europa.

En paralelo, Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, emitió su propia advertencia sobre la posibilidad de un conflicto nuclear.

Medvedev calificó como un “acto de agresión” las discusiones en Estados Unidos sobre la posible transferencia de armas nucleares a Ucrania. Según una publicación en su canal de Telegram, esta acción podría ser interpretada por Rusia como un ataque directo, activando su doctrina nuclear, que contempla el uso de estas armas en caso de amenazas existenciales.

Medvedev también criticó el suministro occidental de armamento avanzado a Ucrania, alertando sobre el riesgo de una escalada que podría desembocar en una Tercera Guerra Mundial. Estas declaraciones reflejan la creciente dependencia de Rusia de su estrategia de disuasión nuclear, así como su disposición a intensificar las tensiones en respuesta al apoyo militar occidental a Kiev.

El impacto del conflicto en Ucrania y las consecuencias para la seguridad global

La guerra en Ucrania, que ha superado los 1.000 días, sigue siendo un epicentro de tensiones geopolíticas globales. A medida que Rusia intensifica sus tácticas agresivas, incluidos bombardeos a infraestructura crítica y el reclutamiento de mercenarios, Occidente ha incrementado gradualmente su apoyo militar a Ucrania. Sin embargo, este enfoque ha sido criticado por ser lento y limitado, lo que, según algunos analistas, ha prolongado el conflicto y aumentado las bajas humanas.

Para ciertos sectores, el suministro temprano de armamento más avanzado podría haber permitido a Ucrania contener de manera más efectiva la ofensiva rusa. En cambio, la guerra se ha convertido en un enfrentamiento prolongado y costoso, donde ambos bandos han sufrido pérdidas significativas. Esto ha generado un debate en torno a la política occidental: ¿ha sido suficiente el apoyo a Ucrania o la cautela ha limitado su capacidad de defensa?

En este contexto, el futuro de Ucrania no solo afecta a su soberanía, sino también a la estabilidad de Europa y el mundo. Un fracaso en el apoyo decisivo a Kiev podría dejar a otras naciones vulnerables a la agresión rusa, particularmente en Europa del Este. Países como Polonia y las naciones bálticas ya han manifestado su preocupación por el impacto que un desenlace adverso en Ucrania podría tener en su propia seguridad.

Mientras las tensiones nucleares se intensifican y los riesgos de una escalada global crecen, la pregunta persiste: ¿optará Occidente por un enfoque más proactivo para garantizar la estabilidad internacional o continuará manejando la situación con una prudencia que podría perpetuar el conflicto? La respuesta a esta interrogante será crucial para definir el rumbo de las relaciones internacionales en los años venideros.

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Fuente: Newsweek – The Guardian

Redacción
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