El pasado martes, Israel y Hezbolá alcanzaron un acuerdo de alto el fuego mediado por Estados Unidos, principalmente, el cual entrará en vigor próximamente. El pacto intentará poner fin a la guerra que inició hace más de 13 meses, retirando a las fuerzas israelíes y a los miembros de Hezbolá de la frontera compartida y desplegando a las Fuerzas Armadas Libanesas en el sur, en términos generales. 

Se espera que con el cese de las hostilidades entre ambas partes los civiles puedan volver a sus hogares, aunque seguramente lo hagan de manera cautelosa. Principalmente porque Israel ha anunciado que si Hezbolá llega a reconstruir sus fuerzas en la frontera e intentar romper el acuerdo, responderá con fuerza. Esto ha generado un aumento de las preocupaciones en los civiles libaneses, que temen que Israel reanude los bombardeos. 

Los detalles y proyecciones del acuerdo

Desde que las tensiones comenzaron a crecer aún más en Medio Oriente, Israel aumentó sus operaciones contra Hezbolá con el objetivo de disminuir el poder y la influencia del grupo a nivel regional. Pero contrario a sus objetivos, la ampliación de la proyección de ataque israelí generó que el grupo también restaurara su credibilidad en la región. 

Sin embargo, la fuerza del grupo ha ido disminuyendo a lo largo del tiempo. Los bombardeos constantes, el asesinato de los principales líderes o el desarme de sus infraestructuras son algunas de las acciones que Israel optó por llevar a cabo para alcanzar ese objetivo. 

A grandes rasgos, Hezbolá está mucho más debilitado que años anteriores. No obstante, el grupo no pierde el respaldo de Irán, por lo que puede redoblar su apuesta y reforzar no solo la presencia de Hezbolá a lo largo de la frontera sin quebrar el cese a las hostilidades, sino también continuar apoyando a otros grupos en su lucha contra Israel desde otros frentes (como los hutíes en Yemen). 

Una de las mayores incertidumbres con respecto al acuerdo de alto al fuego entre Israel y Hezbolá recae puntualmente en la reacción de la región frente a la decisión, y cómo una nueva presidencia de Donald Trump puede mejorar o empeorar el ya tenso marco regional. 

Asimismo, se añade una pregunta focal: ¿se reanudará la guerra? Lo cierto es que anteriormente ambas partes pudieron mantenerse en calma, desde el 2006 hasta el pasado 7 de octubre del 2023. No obstante, se torna difícil asegurar un verdadero capítulo de paz en la región luego del debilitamiento de Hezbolá, el papel de Irán y la crisis política, social y humanitaria en Gaza. 

Los informes sugieren que las Fuerzas Armadas Libanesas se desplegarán en el sur del Líbano como amortiguador entre Israel y Hezbolá, pero el ejército libanés es mucho más débil de lo que se cree. Difícilmente Israel puede confiar su seguridad nacional al Líbano, así como tampoco elige dejar en manos de la disuasión el destino de su patria. 

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Redacción
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