El Secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, viaja a Europa este lunes para la última reunión de alto nivel de la OTAN antes de que la administración Biden deje el cargo el próximo mes. Según el Departamento de Estado, el refuerzo del apoyo a Ucrania antes de que el presidente electo Donald Trump regrese a la Casa Blanca en enero, será el tema principal de las reuniones de ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN que se celebrarán en Bruselas este martes y miércoles

Blinken también viajará a Malta desde Bruselas para asistir el próximo jueves a la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. 

CNN

¿Por qué el foco en Ucrania en las próximas reuniones de la alianza?

Se espera también que Blinken discuta las “prioridades para la seguridad transatlántica”, la profundización de la cooperación con los socios del sur de la OTAN en Medio Oriente, el norte de África y las regiones del Sahel, así como también la preparación de la próxima cumbre de La Haya. Sin embargo, la cuestión de Ucrania se destaca como eje principal de Biden antes de dejar su cargo, tratando de situar a Kiev en la mejor posición posible frente a los avances de Rusia y como temática crucial a tratar en la mesa redonda de la OTAN.

No obstante, la llegada de Trump al poder plantea desafíos para los aliados estadounidenses que dependen en gran medida de su ayuda militar, política, económica o diplomática. Principalmente porque el futuro presidente se ha mostrado escéptico respecto a la ayuda estadounidense, y ha sugerido que su administración la reducirá drásticamente o le pondrá fin a la misma. 

Créditos: Vitalii Nosach

Asimismo, Trump ha dejado en claro su objetivo desde el inicio de su campaña presidencial: revertir lo que considera una política exterior débil. Su estrategia, que busca combinar el uso del poder militar y económico para influir en los conflictos globales, se complementa con los recursos energéticos como en el caso de la guerra en Ucrania. El futuro presidente busca utilizar la energía como una herramienta de negociación en el conflicto ucraniano: reducir drásticamente los ingresos energéticos de Moscú (gracias a impulsar a Estados Unidos como gigante energético) para debilitarlo y que acceda a negociaciones, además de fortalecer a Europa para que dependa menos de los hidrocarburos rusos. 

Desde ya, este plan ambicioso enfrenta múltiples desafíos. No obstante, la visión de Trump, sintetizada en su eslogan “Drill, baby, drill”, no es solo una política energética, sino un eje central de su estrategia geopolítica. Redefinir el papel de Estados Unidos en el conflicto ucraniano, pasando de ser un proveedor de armas a un actor que utiliza su poder económico y energético para moldear el equilibrio de poder global, es mucho mejor que el accionar que la administración Biden está llevando a cabo. 

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Redacción
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