El 18 de noviembre, poco después de que dos cables de comunicación fueran cortados en el Mar Báltico, una flota de 30 buques de la OTAN y 4.000 efectivos militares se movilizó hacia la misma área para participar en uno de los mayores ejercicios navales en el norte de Europa. Con dicho ejercicio, la OTAN busca reforzar la seguridad en el Mar Báltico ante nuevos sabotajes contra sus submarinos.
El ejercicio de la OTAN en el Mar Báltico
El ejercicio, denominado “Freezing Winds,” duró 12 días y tuvo como objetivo reforzar la seguridad de la infraestructura crítica de la alianza transatlántica en unas aguas que concentran el 15% del tráfico marítimo global y que se perciben cada vez más susceptibles a ataques.
El mar Báltico, que limita con ocho países de la OTAN y Rusia, ha sido escenario de al menos tres incidentes de posible sabotaje desde 2022, año en que Rusia inició la invasión a Ucrania. Estos incidentes han afectado los aproximadamente 40 cables submarinos de telecomunicaciones y gasoductos esenciales que atraviesan su lecho marino.
“La OTAN está intensificando las patrullas… los aliados están invirtiendo en tecnologías innovadoras que pueden ayudar a proteger mejor estos activos,” afirmó el comandante Arlo Abrahamson, portavoz del Comando Marítimo Aliado de la OTAN.
A pesar de estos esfuerzos, evitar este tipo de ataques sigue siendo un gran desafío debido a la vulnerabilidad de los cables ante acciones tan simples como el arrastre de un ancla, sumado a las complicadas condiciones climáticas que predominan en la región.
En el tercer día del ejercicio, una tormenta invernal complicó los intentos de la comandante de la Armada alemana, Beata Król, por desplegar un dron submarino desde el buque de desminado Weilheim para inspeccionar el fondo marino. Tras un retraso de 30 minutos, el dron quedó inoperativo debido a las bajas temperaturas.
Actividades submarinas sospechosas aumentan el nivel de alerta
La OTAN, tras décadas dedicadas a eliminar minas de la Segunda Guerra Mundial en el lecho del Báltico, está reorientando sus recursos. Su flota de seis cazaminas ahora también se centra en vigilar actividades submarinas sospechosas, utilizando sonar de casco, drones para capturar imágenes submarinas y buzos especializados.
Según fuentes de seguridad, el granelero chino Yi Peng 3, que salió del puerto ruso de Ust-Luga el 15 de noviembre, habría causado el corte de dos cables submarinos en aguas económicas suecas al arrastrar su ancla entre el 17 y el 18 de noviembre.
Actualmente, el barco permanece en aguas económicas danesas bajo vigilancia de buques de guerra de la OTAN, después de que Suecia solicitara su retorno para una investigación. Aunque algunos políticos han sugerido un posible sabotaje, no se han presentado pruebas que demuestren intencionalidad en las acciones de la embarcación.
China ha expresado su disposición a colaborar en la investigación, mientras que Rusia, su aliado, ha negado cualquier implicación en los incidentes en el Báltico. El caso recuerda un incidente de 2023, cuando el barco chino NewNew Polar Bear dañó cables que conectaban Estonia con Finlandia y Suecia, así como un gasoducto entre Estonia y Finlandia. A pesar de promesas similares de cooperación por parte de China, el barco no fue detenido y, un año después, las investigaciones estonias y finlandesas no han arrojado resultados concluyentes.
La vulnerabilidad del Mar Báltico frente a los sabotajes
Los daños a cables submarinos no son infrecuentes. Según el Comité Internacional de Protección de Cables, con sede en el Reino Unido, aproximadamente 150 cables se ven afectados anualmente en todo el mundo. Sin embargo, los del Mar Báltico son especialmente vulnerables debido al intenso tráfico marítimo, según la empresa estadounidense TeleGeography, especializada en telecomunicaciones.
Si alguno de los recientes incidentes resultara ser sabotaje estatal, sería el resurgimiento de una forma de guerra no vista en décadas. “Hay que remontarse a la Primera Guerra Mundial o a la Guerra Hispano-Estadounidense para encontrar un sabotaje patrocinado por un estado a un cable submarino,” señaló Paul Brodsky, investigador principal de TeleGeography.
Para mitigar esta amenaza, la OTAN inauguró en mayo su Centro Marítimo para la Seguridad de Infraestructuras Submarinas Críticas (CUI) en Londres, cuyo objetivo es mapear las infraestructuras sensibles en aguas bajo control de la OTAN y detectar vulnerabilidades.
En octubre, se estableció en Rostock, Alemania, un cuartel general naval multinacional dedicado a proteger los intereses marítimos de los países miembros de la OTAN en el Báltico. “Lo que creo que podemos lograr es atribuir la responsabilidad después de un incidente,” explicó el comandante Pal Bratbak, jefe de la división del CUI, mientras destacaba los avances tecnológicos.
El Centro de Investigación y Experimentación Marítima de la OTAN, ubicado en Italia, está desarrollando un software que integrará datos de hidrófonos, radares, satélites, sistemas de identificación automática (AIS) de barcos y fibras ópticas con detección acústica distribuida (DAS). Este sistema, empleado por empresas de telecomunicaciones para detectar cortes en cables, reforzará la capacidad de respuesta ante incidentes.
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