El Mercosur se reunirá nuevamente en Montevideo. La discusión respecto a su funcionamiento estará sobre la mesa. Argentina buscará flexibilizar para negociar acuerdos bilaterales, con Estados Unidos como norte. Con la elección de Orsi, Lula ganó a partir de 2025 un nuevo aliado. Paraguay busca defender sus intereses con el Mercosur como plataforma. Esta coyuntura refleja las divergencias del MERCOSUR, y la necesidad de buscar alternativas para su relacionamiento externo.

Lo que esconde la orientación política

La pregunta clave aquí es: ¿hasta qué punto conviene fortalecer el comercio intrazonal? La dinámica propia del Mercosur, donde el comercio entre socios es reducido frente a otras regiones, nos invita a pensar en la necesidad de buscar alternativas poco costosas para la agenda externa. Incluso antes de mirar las divergencias en el relacionamiento externo, es necesario poner el foco en lo que sucede dentro del bloque. Brasil es potencia mundial en producción y procesamiento de la caña de azúcar, pero los otros socios del bloque, con Argentina a la cabeza, buscan mantener aranceles intrazonales para evitar perjudicar a la industria local. Las medidas para-arancelarias también son comunes dentro del bloque. Claramente, el deadlock que atraviesa el bloque se debe a que los países no quieren asumir costos y prefieren tener beneficios sin dar nada a cambio. Pero así no funciona el mundo, la política y la integración comercial.

El factor político de acordar un Arancel Externo Común (AEC) entre 4 miembros con estructuras económicas distintas es uno de los asuntos más difíciles de resolver. En cuanto al relacionamiento externo, para los países más chicos del bloque el comercio intrazonal es importante, pero aun así quieren abrir nuevos mercados. El motivo es simple: las oportunidades están afuera, pero no se deben dejar de lado los negocios intrabloque. El comercio entre los países del MERCOSUR es importante, y debe ser fomentado para diversificar los riesgos de las empresas. De esa manera, no se depende de la coyuntura económica de los países desarrollados. La divergencia es estratégica. ¿A quién prioriza el MERCOSUR? ¿Estados Unidos, China, la UE, los BRICS? Seguramente esta divergencia sea el principal clivaje en la Cumbre de Montevideo. Pero las soluciones son tácticas y pueden escapar a las trabas políticas y sociales.

Avanzar, aunque sea en pequeños pasos

La pérdida de importancia en el comercio intra-zona frente a los mercados asiáticos reflejan la necesidad de abrir nuevos mercados. Las empresas ven la demanda en otras regiones, además del Cono Sur. Desde el Estado, los países cuentan con relativo margen de maniobra en sus políticas laborales, fiscales y monetarias. Pero dependen de la variable sistémica, y la agenda que se está gestando a nivel global. Las vulnerabilidades internas y externas exigen al MERCOSUR utilizar mecanismos menos ambiciosos, pero que permitan avanzar.

Si el mundo se está planteando dejar de utilizar autos a combustión interna a partir de la década del 2050, ¿cómo se adaptarán las cadenas productivas del sector automotriz para ese entonces? ¿Necesitamos fortalecer la investigación y desarrollo (I+D), o seremos un hub para las grandes marcas internacionales? No hay respuestas buenas o malas, pero sí se necesitan acciones concretas para no perder el bienestar económico en el futuro.

Debido a la mecánica del MERCOSUR, varios de sus sectores no están adaptados a la competencia sin el AEC frente a competidores más eficientes. Es claro que habrá sectores que perderán, pero el bloque tiene el potencial de ser un gran exportador de servicios de alto valor agregado. Las empresas tecnológicas de la región tienen fuerte presencia en el mercado norteamericano, europeo y algunas de ellas en Medio Oriente. Además, si se logran abrir los mercados asiáticos, la posibilidad de vender productos a través del e-commerce hace que las empresas tech puedan ser partners para comercializar esos productos en Asia. Desde la creación de publicidad, hasta la necesidad de configurar los sitios web en los marketplace de Extremo Oriente. La liberalización comercial de servicios será clave para una agenda aggiornada del MERCOSUR, donde se amplíen los acuerdos que eviten la doble tributación.

Los acuerdos de preferencias arancelarias como baby steps

Si bien el foco está puesto en la firma de acuerdos de libre comercio, dada la situación política regional y global, los mismos pueden enfrentarse a cuellos de botella desde los estudios de pre-factibilidad hasta su ratificación. Con los acuerdos preferenciales, el Mercosur no soluciona sus problemas, pero da señales de vida y avances necesarios para sus economías.

Los acuerdos de preferencias arancelarias son menos complejos que los tratados de libre comercio (TLC). No requieren la eliminación total de aranceles, lo que facilita la aceptación política y económica interna de aquellos sectores opuestos a la liberalización comercial. En ese sentido, permiten a los países del MERCOSUR ajustar gradualmente sus sectores más vulnerables, evitando impactos adversos en industrias estratégicas previamente protegidas con aranceles más altos.

El acuerdo con la India es un ejemplo de ello. Tal es el caso de la India, donde el MERCOSUR otorgó 450 posiciones arancelarias que reducen sus aranceles, y que permite una correcta adecuación de los sectores internos que no podrían competir de otra forma con empresas de la India.

Los TLC: la clave para abrir hubs comerciales y logísticos

Las negociaciones con Singapur, y las rondas actuales con los Emiratos Árabes Unidos nos pueden servir como plataforma para utilizar los TLC con mercados emergentes y que no estén en la ”mesa chica” de la política internacional. Negociar con Panamá para que sea Estado Asociado, tal como hizo el bloque de manera reciente, refleja esto. Es un hub logístico y comercial clave a nivel global, y el MERCOSUR no contaba con un acuerdo similar hasta el momento. Por encima de toda la pantalla política y mediática, el bloque avanza en ese camino.

Por ejemplo, Pakistán manifestó en el último semestre su interés al Grupo del Mercado Común su interés de firmar un tratado de libre comercio. Pero tal vez sea más rentable en términos de tiempo, información y costos priorizar acuerdos de preferencias arancelarias para determinadas posiciones y evaluar sus efectos a largo plazo. La disfuncionalidad del Mercosur, al final, termina siendo un buen argumento para inducir a la otra parte a tener menos liberalización de mercado pero con un resultado previsible a mediano plazo.

La agenda con las grandes potencias

China, Estados Unidos y la UE son reflejo de los lineamientos en la política exterior de los gobiernos del MERCOSUR. Los mercados que nuclean entre sí son importantes para el sector primario, industrial y los servicios. Pero su liberalización conlleva tácitamente alineamientos o disputas. Más aún con la compleja situación global. Empresas de las 3 grandes potencias cuentan con importantes inversiones en el MERCOSUR, muchas de ellas agrupadas en el sector agrícola y de servicios, pero con importantes marcas dentro del sector industrial.

Tomemos un punto de la agenda clave: los vehículos eléctricos. Hoy el MERCOSUR se está adaptando para encargarse de la producción o ensamblado de los mismos. Aun así, no está en la misma situación de tener una industria proveedora local, tal como los vehículos de combustión interna. Allí aparecerán proveedores europeos, chinos y estadounidenses para hacer frente a esa demanda latente. Durante el último año fue uno de los puntos negociados con la UE, y de especial interés para China. 

La Portada Canadá

Respecto a estos grandes mercados, uno de los puntos a considerar son los costos o externalidades de profundizar en medidas comerciales concretas. La UE puede ser el caso que menos afecte, pero ampliar los acuerdos preferenciales (o TLC) con China y EE UU puede implicar que el bloque pierda su foco o reciba represalias directas/indirectas de ambas superpotencias.

Ventana de oportunidad y diferentes visiones

El MERCOSUR atraviesa un buen momento económico. La economía argentina se está recuperando, Brasil es el principal productor de varias commodities, Paraguay y Uruguay crecen por encima del 3% de su PBI en 2024. Esta situación favorable se complementa con las grandes potencias recalibrando sus estrategias comerciales. Trump buscará aliarse, en su propio beneficio, con los países que crecen para posicionar los productos “Made in USA”. China necesita respiro económico, por ello buscará importar productos baratos y venderlos con valor agregado. Europa se encuentra en una disyuntiva estratégica y quiere aliados, tal como pidieron los principales Jefes de Gobierno a Von der Leyen.

La cuestión más problemática con las grandes potencias son las divergencias en lineamientos, y la estructura de decisiones del MERCOSUR. El pedido que hará Argentina para avanzar de manera unilateral con los Estados Unidos claramente irá en contra de Brasil. Lula, por su parte, preferiría firmar un acuerdo con China, pero existe el impedimento de Paraguay, que no mantiene relaciones diplomáticas con Beijing. Paraguay, por su parte, estuvo muy enfocado en los EAU durante su Presidencia Pro Tempore, y prefiere evitar cualquier negociación en bloque con la República Popular China.

El mundo está fragmentado, y la grieta se traslada al Mercosur. Pero en los últimos años el bloque encontró su manera de avanzar en pequeños pasos. Los TLC permitirán abrir mercados estratégicos emergentes, los acuerdos de preferencias arancelarias de igual manera, y con las grandes potencias se abrirá la discusión respecto a la estructura del MERCOSUR.

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Joaquín Bernardis
Licenciado en Relaciones Internacionales (UCSF). Investigador en el Observatorio de Política Internacional (UCSF). Consultor en internacionalización. Docente universitario en marketing internacional (UCU). Especializado en desarrollo de negocios con mercados asiáticos (UNRaf).

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