Europa enfrenta una creciente guerra cibernética caracterizada por ataques maliciosos, espionaje y sabotaje que amenazan con desestabilizar la sociedad y las instituciones de los Estados. Tal como advirtió la Agencia de Ciberseguridad de la Unión Europea (ENISA) de un informe, este fenómeno, impulsado por tensiones geopolíticas y la digitalización, llevó a que las amenazas cibernéticas sean cada vez más complejas y frecuentes.
En este sentido, la ENISA señaló que las campañas de ciberespionaje dirigidas a países, instituciones y servicios críticos de la Unión Europea (UE) son una “amenaza persistente y grave”. Además, alertó sobre los riesgos de ataques a cadenas de suministro clave, que podrían desencadenar efectos en cascada catastróficos, especialmente en países con alta dependencia energética de Europa, como Irlanda.
En Alemania, el servicio de inteligencia interior (BfV) anunció la creación de un grupo de trabajo para contrarrestar ciberataques y campañas de desinformación de cara a las próximas elecciones federales. Según el BfV, Rusia, como principal actor en la guerra en Ucrania, tiene un interés prioritario en influir en los resultados políticos europeos. Este tipo de injerencia ya había sido condenada en octubre por la UE, que denunció un aumento de operaciones híbridas dirigidas al bloque.
El informe de ENISA evalúa el nivel de amenaza cibernética para la UE como “sustancial”, con una alta probabilidad de que entidades clave sean blanco de ataques directos. Según la agencia, estas actividades buscan desestabilizar democracias y valores europeos, vinculando los ciberataques con campañas de desinformación y sabotajes físicos. Grupos provenientes de Rusia y China figuran como los mayores riesgos en este panorama global.
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