Después de 25 años de negociaciones, los presidentes del Mercosur y la Unión Europea anunciaron este viernes la concreción de un acuerdo de libre comercio que marca un hito histórico en las relaciones internacionales. Con la presencia de la presidenta de la Comisión Europea, el presidente de Brasil y sus homólogos de Argentina, Paraguay y Uruguay, el anuncio de este pacto se encamina a consolidar una de las alianzas comerciales más grandes del mundo y una oportunidad para fomentar el empleo y las cadenas de valor a ambos lados del Atlántico.
En este sentido, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presente en Montevideo, describió el acuerdo como “un hito verdaderamente histórico”. Durante su intervención, destacó que el pacto no solo beneficiará económicamente a ambas regiones, sino que también refuerza valores compartidos como la democracia, la justicia y el respeto mutuo.
Además, enfatizó que este acuerdo incluye salvaguardas robustas para proteger a los productores europeos, un tema sensible desde que el pacto inicial fue anunciado en 2019. “Estamos enfocados en la justicia y el respeto mutuo. Esto es una ganancia para Europa también: 60.000 empresas están exportando actualmente al Mercosur. Para nuestros productores, les digo que los hemos escuchado. Este acuerdo incluye salvaguardas robustas para protegerlos. Este acuerdo abre empleos a ambas partes”, afirmó la funcionaria europea.
Por su parte, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, también subrayó la importancia estratégica del acuerdo y afirmó: “No es solo un intercambio comercial, es una oportunidad para abrirnos al mundo”. Estas palabras son un reflejo de la visión de los presidentes del Mercosur sobre el pacto, considerado como una herramienta que les permitirá superar las barreras internas y externas que limitaron la integración económica de la región y se configurará como un puente para la entrada de Sudamérica al comercio internacional.
El acuerdo Mercosur – Unión Europea fue el resultado de tres procesos actuales
El anuncio llega en un contexto marcado por la creciente preocupación de la Unión Europea respecto a su competitividad global y las demandas del Pacto Verde, que impulsaron ajustes en las negociaciones. Según trascendidos, el Mercosur se habría comprometido a fortalecer su agenda ambiental y de transición energética, mientras que la UE habría flexibilizado aspectos relacionados con compras gubernamentales, permitiendo a los países sudamericanos espacio para políticas industriales. Estos cambios buscan mitigar las resistencias que habían frenado el acuerdo en el pasado.
En línea con esto, la convergencia de tres procesos podrían explicar el cierre de las negociaciones: por un lado, la elección de Trump, con el temor de la llegada de políticas proteccionistas que generen impactos globales directos y negativos. Por otro, la creciente preocupación de la UE por la pérdida de competitividad, tal como lo detalla el informe Draghi. La analista Julieta Zelicovich, explicó que una de las recomendaciones del informe apunta a mejorar la capacidad del bloque europeo para negociar en conjunto, reconociendo que a través de esto se consigue más poder en un contexto de disputa por los recursos naturales y el valor agregado para sostener la competitividad. Y por último, la implosión de Macron y la crisis política que atraviesa Francia durante las últimas semanas.
Las ratificaciones del acuerdo, un importante desafío por delante
Pero a pesar del entusiasmo por el cierre de las negociaciones, la implementación de este acuerdo de libre comercio enfrenta numerosos desafíos. El mismo deberá pasar por una revisión legal y la aprobación de los parlamentos tanto en Europa como en los países del Mercosur, un proceso que podría extenderse por varios años. La resistencia en sectores europeos, especialmente en la agricultura francesa, sigue siendo un obstáculo importante, al igual que las incertidumbres políticas en América del Sur.
El proceso que seguirá a continuación deja entrever que la Comisión Europea tardará unos meses en preparar los textos jurídicos y las traducciones, aunque buena parte del trabajo ya se realizó previamente en el año 2019 y podría aprovecharse en esta circunstancia. Una vez que se tenga toda la documentación preparada, la Comisión deberá llevar el texto para que sea votado por los ministros de Economía.
Lo cierto es que el calendario europeo lo hace más complejo y el acuerdo es tan políticamente controversial en Europa que podría alterar inclusive el resultado de elecciones. Los alemanes van a las urnas en febrero en legislativas, los polacos en mayo en presidenciales y los franceses podrían ir en junio en legislativas anticipadas. Todas las fuentes apuntan a que Von der Leyen dejará pasar esos meses, y en septiembre podría retomar el acuerdo entre el Mercosur y la UE. Además, explican que, actualmente, todo estaría pendiente de la voluntad de la italiana Giorgia Meloni.
Una oportunidad para ambas partes
Más allá de los beneficios económicos, este acuerdo tiene implicaciones estratégicas significativas. Ursula von der Leyen destacó que “los acuerdos de comercio son más que acuerdos económicos; son una muestra de confianza y cooperación”. En este sentido, el pacto representa un mensaje de integración en un momento de crecientes tensiones geopolíticas globales.
Para los países del Mercosur, el pacto representa una bocanada de aire fresco, pero también plantea la necesidad de políticas públicas activas para gestionar los impactos negativos y aprovechar las oportunidades que este mercado ampliado ofrece. Será esencial fortalecer las capacidades productivas y adaptarse a las nuevas reglas del comercio internacional para maximizar los beneficios del acuerdo.
El economista especializado en Desarrollo Económico de la Universidad de Sussex, Carciofi, explicó en una entrevista que un acuerdo de libre comercio de este tipo asegura el acceso de las exportaciones sudamericanas al mercado europeo, al tiempo que facilita la atracción de inversiones y tecnología. Además, destacó que otorga un margen de tiempo para realizar las transformaciones necesarias en sectores que enfrentarán mayor competencia europea, como la industria automotriz.
Hablando a un nivel institucional, Carciofi señaló que el marco del acuerdo podría servir como incentivo para mejorar el funcionamiento interno del Mercosur. Mientras que, y no menos importante, en un escenario global marcado por crecientes tensiones, la colaboración entre Mercosur y la Unión Europea contribuye a mitigar ciertos riesgos geopolíticos.
En la vereda de la UE, este pacto representa una oportunidad de expandir sus exportaciones de maquinaria, autos y medicamentos a América Latina, una región cada vez más influenciada por China. Gobiernos como España y Alemania, que impulsan – y dan la bienvenida – a la concreción de este acuerdo, son conscientes de que la demora prolongada podría resultar en la pérdida de oportunidades económicas estratégicas. Asimismo, argumentan que esta creciente incertidumbre global, marcada por el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca con posibles políticas proteccionistas que generen impactos negativos directos, refuerza la necesidad de consolidar alianzas comerciales entre bloques.
Con esta nueva noticia que da lugar al entusiasmo y la incertidumbre por igual, lo seguro apunta a que el Mercosur y la Unión Europea tienen el potencial para redefinir las relaciones comerciales globales y consolidar una alianza única. Como expresó el presidente Lacalle Pou, este es un ejemplo de cómo se pueden construir puentes a pesar de las diferencias, una tarea que exige compromiso y visión en tiempos de polarización global.
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