A lo largo de su primer año de gobierno, Javier Milei fue redefiniendo la política exterior de Argentina en diversos temas, entre ellos la relación con el Mercosur y Brasil. Desde críticas al bloque comercial hasta tensiones ideológicas con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, las acciones de Milei revelan un giro estratégico hacia tratados bilaterales y acuerdos de libre comercio así como una profundización de alianzas por fuera de la región, con actores como Estados Unidos e Israel.
Es por ello que cabe preguntarse: ¿Cómo se desarrolló la relación de Argentina con la región y qué impacto generó en la relación con Brasil y el Mercosur? Milei demostró ser tan disruptivo en el ámbito internacional como lo es en la política nacional. Su alineamiento con países como Estados Unidos e Israel, y su posicionamiento claro en conflictos como el de Rusia y Ucrania, así como entre Hamás y el Gobierno israelí, reconfiguraron la política exterior argentina. O al menos marcaron un fuerte cambio con las políticas exteriores que siguieron los gobiernos anteriores. A nivel regional, su preferencia por acuerdos bilaterales y su crítica a los esquemas tradicionales de integración, como el Mercosur, evidencian una inclinación hacia el individualismo en detrimento de la cooperación regional.
Este enfoque también lo llevó a confrontar con otros líderes sudamericanos como Lula da Silva, a quien tildó de “comunista” y “corrupto”, el colombiano Gustavo Petro, y el chileno Gabriel Boric, durante la última reunión del G20. Dichas confrontaciones no solo reflejan las diferencias ideológicas evidentes que hoy persisten en Sudamérica, y que podrían reafirmarse con la llegada de un gobierno de izquierda a Uruguay, sino que profundizan una grieta regional que marcó las relaciones diplomáticas durante los últimos años y que poco necesarias son para el desarrollo y la inserción de Sudamérica en el tablero internacional.
Pero puntualmente, en lo que refiere a la relación con Brasil, el socio tradicional por excelencia de Argentina, la dinámica fue tanto diversa como compleja. Aunque las tensiones ideológicas marcaron el vínculo a lo largo de este año, como el rechazo argentino a la Agenda 2030 promovida por Lula, ambos países lograron mantener los vínculos estratégicos. Un ejemplo de ello es el Memorándum de Entendimiento para exportaciones de gas natural y la representación diplomática de Argentina en Venezuela por parte de Brasil, un gesto que – no menos importante – continúa reforzando la cooperación bilateral.
También es cierto que los desacuerdos no fueron cuestiones menores a tener en consideración. La ausencia de Milei en una cumbre clave del Mercosur, el pasado mes de julio, y sus contundentes críticas al bloque generaron roces con el gobierno brasileño. Lula, principal promotor y defensor del bloque, encuentra la importancia del Mercosur en el hecho de que se constituye como un pilar clave para la integración regional de Sudamérica, alertando – en un mensaje que se entendió como una crítica a Milei – sobre los riesgos de depender exclusivamente de relaciones con potencias globales.
Otro punto de fricción que tuvo lugar a lo largo del primer año de mandato del líder de la Libertad Avanza, fue la preocupación del Gobierno argentino por el aterrizaje de aviones militares británicos en Brasil. Aunque desde el Gobierno brasileño se aclaró que el aterrizaje fue meramente una cuestión de emergencia, la Cancillería argentina reafirmó sus derechos soberanos sobre las Islas Malvinas y solicitó explicaciones formales. Esto aumentó las fricciones entre las administraciones de los dos principales países de la región.
Sin embargo, pese a las diferencias ideológicas, no se puede dejar de reconocer una realidad y es que la relación Argentina-Brasil es tan tradicional como esencial para el desarrollo regional. Y si bien Milei adoptó una postura crítica para con Lula da Silva – en especial al comienzo de su mandato cuando lo trató de “corrupto” y “comunista” – y recientemente con el Mercosur también, ambos gobiernos pudieron demostrar, hasta el momento, una suerte de capacidad para superar las cuestiones ideológicas y optar por el pragmatismo en áreas estratégicas como energía, comercio y diplomacia.
Milei y el Mercosur
En cuanto al Mercosur, durante la 65ª Cumbre del bloque, Milei lo calificó como un “escollo” para el desarrollo económico regional y señaló que su modelo actual está obsoleto. El mandatario propuso flexibilizar las normativas para que los países puedan negociar acuerdos de libre comercio de manera independiente y planteó – incluso – la posibilidad de disolver el bloque si no se adapta a las demandas del comercio moderno.
En este sentido, la postura crítica hacia el Mercosur se complementa con otro punto central de la política exterior del Gobierno argentino: iniciativas para explorar acuerdos fuera del bloque. Entre ellas se destacan las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, respaldada por el canciller Gerardo Werthein, quien destacó el interés en el proyecto bipartidista “Americas Act” en el Congreso estadounidense. En paralelo, Argentina apoyó la negociación de un Tratado de Libre Comercio con Japón. Según explicó la ex canciller Diana Mondino, este acuerdo busca diversificar los mercados y aprovechar el potencial exportador del sector agropecuario.
Además, la política de Milei también incluyó el fortalecimiento de las relaciones bilaterales con otros miembros del Mercosur, puntualmente con aquellos con quienes tiene cierta afinidad ideológica y comparte objetivos de comercio exterior. Recientemente, los cancilleres de Argentina y Uruguay discutieron una serie de proyectos, como aquellos destinados a mejorar la logística y navegación en los ríos limítrofes, en un esfuerzo conjunto para impulsar el comercio regional y mejorar la competitividad.
Acercándose el primer aniversario de la gestión de Milei en Argentina, lo cierto hasta ahora es que el futuro de la relación bilateral dependerá de la capacidad de ambos líderes para priorizar los intereses comunes por encima de las diferencias políticas. Algo que siempre costó en esta región. Mientras que en un contexto global marcado por la polarización, crecientes desafíos económicos e incertidumbre por las guerras y la llegada de Donald Trump, el fortalecimiento del Mercosur y la profundización de la integración regional de los países a través de este bloque también resultará crucial para consolidar alianzas comerciales que se transformen en un trampolín hacia el comercio internacional.
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