A lo largo del último año después del recordado 7 de octubre de 2023, hemos sido testigos de la gran capacidad militar y armamentística de algunas organizaciones terroristas tales como Hezbolá, Hamás y los Hutíes de Yemen, con cientos de yihadistas bajo sus órdenes, un arsenal de misiles y cohetes que parecen no tener fin y que, en ciertas circunstancias, puso verdaderamente a prueba a la Cúpula de Hierro de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Con relación a esto, al hablar de terrorismo, y particularmente del terrorismo yihadista, uno de los principales cuestionamientos que surgen es acerca de como los distintos grupos terroristas acceden al armamento que tienen a disposición al intentar concretar sus objetivos -entre los que se encuentra la por esta tan aclamada yihad-, ya que, en algunas ocasiones, los terroristas poseen mejores armamentos que las fuerzas de seguridad de los países que lo combaten, algo muy común en el continente africano, como veremos a continuación.
JNIM, el gran mal de Burkina Faso
Tal como fuimos anticipando, el acceso a las armas que poseen los grupos yihadistas en África, y particularmente, en la región del Sahel, se ha convertido en un serio problema a la hora de intentar combatir al terrorismo yihadista en dicho continente.
En este sentido, durante el último tiempo, la organización terrorista conocida JNIM (cuyo nombre original es Jama’at Nasr al-Islam wal Muslimin), cuyos fuertes lazos con Al Qaeda dejan en claro su poderío, se ha caracterizado por llevar a cabo múltiples ataques a bases militares y depósitos de armas pertenecientes al Ejército de Burkina Faso en las cercanías del río Komadugu, apoderándose así de un
enorme botín entre lo que podemos destacar la presencia de miles de municiones, rifles de largo alcance, ametralladoras e incluso, vehículos militares. Esto sucede en un contexto verdaderamente caótico en un país que, en apenas dos años, se ha convertido en la capital mundial del terrorismo yihadista, ya que, por segundo año consecutivo, Burkina Faso se posiciona como el país que más ha sido afectado por el yihadismo a nivel global. Lo cual ha sembrado preocupación y encendiendo las alarmas no solo en la región del Sahel, sino también en todo el continente africano.
China y Serbia, a la cabeza de la manufactura
Ya en varias oportunidades, se vio como la presencia de armamento con origen en la República Popular China ha llegado a caer en manos de distintas organizaciones terroristas o grupos rebeldes que asolan la región del Sahel tales como JNIM o el M23 de la República Democrática del Congo, sin saber a ciencia cierta cómo estás tuvieron al continente africano como último destino. La principal hipótesis para explicar esto es la presencia e influencia de contratistas chinos vinculados a la defensa. Esto despierta preocupación en aquellos interesados en mantener la estabilidad de la región, ya que supondría una fuente más de acceso para que las armas caigan en manos de los yihadistas en una región sumamente inestable propia de años de conflictos internos.
Otro de los casos a tener en cuenta es la presencia de armas con origen en Serbia, una cuestión que arrastra más de diez años de controversia, y de la cual Amnistía Internacional ya venía advirtiendo. En dicho reporte, Amnistía identificó una gran cantidad de armamento fabricado por la compañía serbia Zastava la cual, en primera instancia, fueron enviadas a Burkina Faso, y que, al poco tiempo, ya estaba en posesión de las organizaciones terroristas con sede en dicho país. Además del armamento serbio, equipamiento militar fabricado en otros países europeos como Eslovaquia y República Checa fueron enviados a suelo africano.
Un problema incesante
Lo mencionado en esta columna deja en evidencia que cualquier tipo de armamento o instrumento militar que sea vendido a los gobiernos de los países que integran el Sahel, representa un enorme riesgo, ya que fácilmente puede caer en manos de las distintas organizaciones terroristas que operan en esta región, tan fuertemente golpeada por el terrorismo yihadista.
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