En un contexto de crecientes desafíos a la seguridad global, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, aprobó una nueva estrategia para contrarrestar las amenazas de los sistemas aéreos no tripulados (UAS, por sus siglas en inglés). Este esfuerzo busca unificar las respuestas del ejército estadounidense frente al aumento de ataques con drones armados, tanto en zonas de conflicto como en escenarios estratégicos.
Desde el uso de drones por los grupos rebeldes hutíes respaldados por Irán en el Mar Rojo, hasta su protagonismo en la guerra entre Rusia y Ucrania, los sistemas no tripulados han evolucionado como herramientas clave en los conflictos contemporáneos.
La estrategia clasificada de Austin incluye medidas para detectar, rastrear y neutralizar drones, combinando tecnologías como guerra electrónica y armas cinéticas. Este enfoque integral se alinea con el trabajo de la Oficina Conjunta contra UAS Pequeños, creada en 2019, y con la fase dos del proyecto Replicator, diseñado para acelerar el despliegue de sistemas anti-drones mejorados para el año fiscal 2026.
Innovación tecnológica y cooperación internacional
El documento no clasificado publicado por el Departamento de Defensa destaca cinco líneas de acción:
- Mejorar la capacidad de detección y seguimiento de drones.
- Combatir redes de amenazas asociadas al uso de UAS.
- Incorporar defensa contra drones en la doctrina y entrenamiento militar.
- Desplegar rápidamente tecnologías antidrones listas para operar.
- Priorizar recursos financieros y colaboraciones con aliados e industrias.
El enfoque enfatiza la colaboración con el Congreso, empresas de defensa y socios internacionales para mantener una ventaja frente a las amenazas en rápida evolución. A pesar del carácter reservado de la estrategia, se prevé establecer métricas claras para medir su implementación, aunque aún no se ha decidido si estos indicadores serán de acceso público.
Una base para la acción futura
“Esta estrategia marca un próximo paso crítico en los esfuerzos del Departamento de Defensa para contrarrestar los sistemas no tripulados, pero queda mucho trabajo por delante”, señaló el Pentágono. La rapidez con la que los adversarios adaptan sus tecnologías subraya la necesidad de reevaluaciones constantes, lo que convierte a esta estrategia en un marco inicial para enfrentar un desafío que redefine la seguridad en el siglo XXI.
El avance en la defensa contra drones no solo responde a necesidades operativas inmediatas, sino que refuerza la capacidad de Estados Unidos y sus aliados para mantener la estabilidad frente a amenazas emergentes que podrían cambiar las reglas del juego en futuros conflictos globales.
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Fuente: Defense News